Diario de Ibiza

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Prats, Xescu

¿Puede vivir Ibiza conla mitad de turistas?

La semana pasada se celebró en Londres una nueva edición de la World Travel Market, a la que asistieron distintos representantes de las instituciones ibicencas. El gran titular de la feria fue que los turoperadores británicos han reservado para la temporada que viene un 15% más de plazas en la isla que en 2019 y que incluso se podría alargar hasta nueve meses, con vuelos directos.

Aunque aún no contamos con la perspectiva del tiempo, este verano de 2021 parece abocado a ejercer como punto de inflexión sobre los paradigmas de la Ibiza turística. De manera inesperada, se ha convertido en un laboratorio de pruebas que nos ha permitido responder a algunos de esos ‘qué pasaría si’, que, de otra manera, nunca habríamos podido testar. Ya hemos visto en anteriores artículos, por ejemplo, que Ibiza no solo no se hunde cuando la fiesta trabaja a medio gas e incluso pasa desapercibida, sino que algunos sectores, como la restauración y los comercios, y determinadas zonas, como Sant Antoni y el puerto de Ibiza, mejoran mucho sus resultados.

El origen de este cambio de tendencia en el comportamiento del turista radica en el distinto perfil que ha llegado y que busca conocer más la isla desde sus distintos ángulos: playa, gastronomía, patrimonio, naturaleza y algunos, por supuesto, también fiesta; pero cada cosa en su momento. También es importante subrayar que la mezcla de nacionalidades ha ejercido un papel fundamental. Han aumentado los turistas nacionales y éstos han convivido con holandeses, alemanes, franceses, italianos, británicos y de otros muchos lugares, en casi todas las zonas de la isla. Ninguna nacionalidad ha copado el mercado y la diversidad de opciones que ofrece la isla ha encontrado más público.

Pongamos un ejemplo práctico: hay muchas probabilidades de que un inglés joven que veranea en Sant Antoni o en Platja d’en Bossa impulsado por la fiesta no pruebe un ‘bullit de peix’ en todas sus vacaciones. Se limitará a almorzar y cenar comida rápida. En consecuencia, a los restaurantes de pescado y cocina tradicional no les interesa un crecimiento del mercado inglés joven porque implica, instantáneamente, un decrecimiento de plazas para los demás mercados, que son los que se sientan a su mesa.

Otra conclusión fundamental de este verano, de la que se ha hablado menos, es la relación entre la actividad en la oferta complementaria y el acusado descenso en el número de turistas llegados a la isla. Este verano, se ha registrado un 55% menos de pernoctaciones que en 2009; menos de la mitad. Además, solo han abierto un total de 227 hoteles, frente a los 299 de 2019; es decir, un 25% menos.

A pesar de ello, la sensación de saturación en carreteras, playas, restaurantes, miradores, etcétera, ha sido igual de intensa y a veces incluso más que en años anteriores. Más allá de que la oferta de alojamiento en viviendas particulares, incluidas las que operan en la ilegalidad, tiene que haberse incrementado, el alquiler turístico de casas privadas ya estaba muy explotado en la isla. Conclusión: el tipo de turista que ha venido se mueve mucho más y visita mayor número de lugares y negocios.

Es innegable que para otros muchos empresarios la temporada ha tenido un sabor amargo, ya que no han conseguido beneficiarse de este cambio de perfil turístico. Sobre todo en entornos muy dependientes del turismo británico de turoperación, donde los alojamientos no han echado a tiempo sus redes en otros mercados. Sin embargo, ¿qué habría ocurrido con toda la planta hotelera abierta, una situación de normalidad sanitaria y la presencia generalizada de este renovado perfil de turista?

Todo esto nos lleva a una pregunta trascendental y que, sin las pistas aportadas por esta singular temporada, nunca nos habríamos atrevido a hacernos: ¿puede vivir Ibiza con la mitad de turistas en temporada alta? Con la mitad no parece probable, pero sí con muchos menos. La gran conclusión del verano de 2021 es, por tanto, que la isla no solo puede decrecer sino que debe. Empezando, por ejemplo, por eliminar drásticamente las plazas ilegales, fomentar la transformación de parte de las legales en vivienda para residentes y trabajando mucho más en atraer y afianzar el perfil turístico que nos interesa, que no es precisamente el clubber. Nada más llegar al aeropuerto de Ibiza este otoño se constata un hecho que denota un cambio de tendencia: hay muchos más extranjeros en la isla, y no sólo ingleses, sino de distintas nacionalidades.

Familias extranjeras tienen ganas de viajar a Ibiza en invierno y, de hecho, hay más oferta de vuelos, pero cabe preguntarse: ¿está respondiendo la isla con una oferta hotelera, gastronómica y de actividades de ocio para dar respuesta a la posibilidad de dar el salto a un destino turístico de nueve meses?

@xescuprats

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