Opinión | Para empezar

Échale la culpa al becario

Políticos del Consell y el Govern echando balones fuera y entonando un réquiem por la lagartija ibicenca y el alcalde de Sant Joan deplorando el atentado ecológico de Punta Xarraca. El coro de plañideras con sueldo público de este domingo en la prensa ha sido de órdago. Da vergüenza ajena que después de más de dos décadas y con las sargantanas abocadas a la extinción, las instituciones no sepan aún cómo frenar la entrada en la isla de olivos ornamentales, con su cargamento de serpientes. Tanto que más que de «falta de competencias», yo hablaría de incompetencia, si no de pura desidia, porque me resulta inconcebible que se pueda poner en cuarentena a millones de personas pero no a unos árboles cuando la supervivencia de una especie endémica está en juego. Es el ejemplo más claro de lo que de verdad importa a las administraciones la biodiversidad de esta isla. Y en cuanto al otro protagonista, suenan ‘conmovedoras’ las lamentaciones de ‘Carraca’ por la aberración del Six Senses, pero tendrían más credibilidad si no procedieran del máximo responsable del planeamiento urbanístico del municipio durante 22 años y por ende la misma persona que les dio la licencia a sus promotores y que además presumía, allá por 2017, de que este hotel de gran lujo, ejecutado al amparo de la ley turística aprobada por el último Govern del PP, iba a «levantar el nivel de Portinatx». Lo ha hecho, en cemento y fealdad, con el beneplácito de un alcalde que hoy llora el paisaje que no supo, o no quiso, proteger. Como otros hacen con las lagartijas que lo despueblan.

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