Brígida Caballero, "la saetera de Ibiza": Con la devoción en el alma y el talento en la voz

Brígida Caballero Muñoz canta saetas, «un rezo cantado» desde hace alrededor de 40 años

Brígida Caballero Muñoz en el bulevard Abel Matutes de Ibiza

Brígida Caballero Muñoz en el bulevard Abel Matutes de Ibiza / Vicent Marí

Estela Torres

Estela Torres

En Ibiza se la conoce como «la saetera». Canta en ceremonias, ha estado en un coro rociero, ha salido en La 2 de RTVE y en Radio María y, sobre todo, durante aproximadamente 40 años ha participado en el Via Crucis de Vila. Cordobesa (de Iznájar) de 71 años, Brígida Muñoz Caballero llegó a la isla en 1966, cuando toda la avenida de España de Ibiza era «campo». La ciudad no la conoció hasta un año después porque vivía con su familia en es Canar, donde empezó a trabajar en un hotel.

Escuchó las saetas por primera vez cuando tendría unos diez años, en su tierra y en el círculo familiar: «Mis padres han sido muy cantarines», afirma. Los cantos de su abuelo, que tenía un cortijo con caballos, cabras y otros animales, provocaban que estas bestias levantasen la cabeza al oírle, contaba a Brígida su madre. Ella parece provocar el mismo efecto en cualquiera. Tiene una voz dulce, un poco tocada el día de la entrevista tras haber cantado el pasado sábado 9 de marzo con su amigo y guitarrista Juan Reina en el triduo del Cristo Cautivo.

"Una saeta es un rezo cantado, un canto profundo que hay que sentir en el alma"

Brígida Caballero Muñoz

Brígida no tiene perfiles en redes sociales, pero una buena ocasión para seguirla es acudir el Jueves Santo a la parroquia de Santa Cruz, donde cantará una saeta sobre 19.30h de la tarde, tras la misa y después de que los costaleros hayan salido de rodillas cargando con la imagen. También volverá a cantar cuando la procesión llegue al Portal de ses Taules.

Una saeta «es un rezo cantado», un canto profundo que hay que sentir en el alma, define. Una saeta que le gusta y repite en ocasiones reza: «Con tu corona y tu pena, qué guapo vas, Padre mío. Eres un lirio moreno y un lucero encendido». Brígida escribe sus saetas y, aunque le venga de sangre, la primera vez que cantó una fue al ver al Cristo en una procesión en Ibiza. Pasó un tiempo para que llegara ese momento. Por un lado, sus cuatro «niños» tuvieron que hacerse mayores y, por otro, más andaluces se apuntaron a las cofradías de la ciudad, trayendo consigo la forma de vivir la Semana Santa típica del sur de España.

En la tierra natal de Brígida, la afición por la Semana Santa es más intensa. Las saetas, desde su origen, han sido más comunes en Andalucía, Extremadura o Castilla La Mancha. Sin embargo, como comenta Vicente Nadal, presidente de la cofradía Nuestro Padre Jesús Cautivo, de la que Brígida forma parte: «Poco a poco nuestra Semana Santa ha ido evolucionando y es un gran punto de interés cultural para la isla y el turismo».

En Ibiza ha cambiado cómo se siente esta conmemoración desde que Brígida llegó. Ahora, cuando canta, hay gente que se emociona, llora y le aplaude. Ha llegado a recibir aplausos en la catedral, durante el Via Crucis, y cuenta cómo el párroco ha tenido que pedir dentro de la Iglesia, antes de que ella cantase, que se contuvieran debido al momento que conmemora el Viernes Santo, la muerte de Jesús. Con timidez, Brígida apunta que es un momento en el que no espera aplausos.

"Estoy muy contenta con la gente de aquí. A mí Ibiza me lo ha dado todo"

Brígida Caballero Muñoz

La cordobesa está agradecida a su cofradía y a la isla: «Estoy muy contenta con la gente de aquí. A mí Ibiza me lo ha dado todo». Es donde ella y su marido han trabajado y criado a sus hijos. Pasa aquí cada Semana Santa desde hace tiempo, y, tal vez como bonita forma de recordar dónde nació, una de las imágenes por las que siente más afecto es la Virgen de la Piedad, patrona del pueblo de Iznájar, en Córdoba.

Hace unos años, Brígida le cantó a la Virgen: «Todas las madres tienen penas pero la tuya es mayor. Porque lo llevas delante a tu Divino Corazón. Y desgarrando tus manos, abrazando a tu hijo, él va muerto pero tu vas muerta de dolor». Brígida viaja todos los años a Córdoba, donde le gustaría volver a pasar una Semana Santa y tener la oportunidad de cantarle a la Virgen y al Cristo: «Aunque tenga 90 años, si me queda un hilillo de voz» iría a cantarles.

Cuando se junta con los familiares que tiene aquí, les gusta la guitarra flamenca y, de vez en cuando, cantan en cumpleaños: «A mí me gustaría hacerlo en todas las fiestas», comenta. En una ocasión cantó en la boda de dos jóvenes que llegaron subidos cada uno a un caballo, cogidos de la mano. A la entrada del novio en la iglesia, se escuchaba a Brígida: «Quisiera, cariño mío, que tú nunca me olvidaras. Con tus besos y los míos, que en un beso se juntaran y que nadie en el mundo los separara».

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