Conservatorio de Ibiza | Mar Aguiló Bailarina y coreógrafa

La bailarina y coreógrafa Mar Aguiló, en Ibiza: "En España hay buenas escuelas, pero faltan compañías de danza"

La mallorquina, excomponente de la Compañía Nacional de Danza, visitará mañana, por primera vez, el Conservatorio de Ibiza para impartir un taller con coloquio

Mar Aguiló, que vive entre Palma y Madrid, visitará mañana el Conservatorio de Eivissa.

Mar Aguiló, que vive entre Palma y Madrid, visitará mañana el Conservatorio de Eivissa. / LOURDES CABRERA

Maite Alvite

Maite Alvite

Gran parte de la carrera de Mar Aguiló (Palma, 1987) está ligada a la Compañía Nacional de Danza (CND) de España, donde ejerció catorce años como bailarina y dio sus primeros pasos como coreógrafa. Dejó la institución en 2023, precisamente para volcarse en esa faceta y centrarse en sus propios proyectos.

De ellos y de su experiencia en el mundo de la danza hablará mañana a las 19 horas en el taller con coloquio que ofrecerá en el auditorio del Conservatori Professional de Música i Dansa d’Eivissa i Formentera ‘Catalina Bufí’ con motivo de la Semana de la Mujer. Es la primera vez que la bailarina y coreógrafa con raíces en Ibiza (una de sus abuelas era ibicenca) visita el centro.

¿Qué ha supuesto y supone la danza en su vida?

La danza es mi modo de vida porque empecé a bailar a los tres años y ha marcado totalmente mi carácter, mi estilo de vida, mi forma de ser, todo. He dejado de bailar desde hace un año, pero, de alguna manera, la danza sigue estando en mí, ya sea a través de la creación o de la producción.

¿En qué proyectos está trabajando en estos momentos?

Ahora mismo estoy preparando la próxima creación para los Teatro del Canal, es para octubre, dentro del festival Canal Baila. El proyecto será también una coproducción con el Ayuntamiento de Palma, así que llegará a Mallorca después de Madrid. Es una continuación de mi última pieza, que se llamaba ‘Swan’, que era un solo para una bailarina del Ballet de la Ópera de París (Clémence Gross). Lo que estoy haciendo ahora es una coreografía con tres bailarinas internacionales, dos de ellas excomponentes del Ballet de la Ópera de París, que lo han dejado para dedicarse a sus propios trabajos y a otros estilos. Me interesa lo que hay después de haber trabajado en una gran institución, una situación que también he vivido yo, que estuve en la Compañía Nacional de Danza catorce años.

Mar Aguiló con la bailarinaClémence Gross en el montaje de la coreografría Swan  por el Fotografo Pablo Lorente

Mar Aguiló con la bailarinaClémence Gross en el montaje de la coreografría Swan por el Fotografo Pablo Lorente / Pablo Lorente

Luego hablaremos de ello, pero antes quería preguntarle por sus inicios en la danza, porque, como ha comentado, empezó con apenas tres años, con lo cual deduzco que no fue elección propia...

A los tres años es difícil que lo sea, pero yo iba feliz a esas clases. El día que tenía ballet era mi momento especial de la semana. Sentía que era mi lugar. Yo era una niña muy tímida. Tengo una cicatriz en la cara fruto de un accidente que sufrí siendo muy pequeña y creo que esas clases eran para mí el espacio donde dejaba de ser una niña con una cicatriz para convertirme en una niña que bailaba.

¿Cuándo se dio cuenta realmente de que el ballet era lo suyo?

Creo que siempre lo supe. Tuve una maestra en Palma, María Antonia Mas, que me motivó en todo momento, creyó en mí y tenía muy claro que iba a llegar a ser bailarina. Eso ayudó muchísimo, también lo hizo el apoyo de mis padres, que no me presionaban, pero que creían en mí y me dejaban fluir. Participé en algunos concursos y siendo muy pequeña obtuve una beca para Nueva York, así que de alguna manera la danza me eligió, parece que estaba destinada a ello.

¿En los tiempos en que era usted niña y adolescente había en Mallorca muchas opciones para formarse como bailarina?

Existen muchas escuelas, eso es verdad, pero al ser una isla hay poca conexión con lo que pasa fuera. A mí, por ejemplo, lo que me ayudó mucho fue ir al Conservatorio de Madrid y ver a otras bailarinas. Se aprende mucho mirando y estando en el estudio con otras compañeras. Eso es bastante importante, la posibilidad de poder salir y ver lo que hay fuera.

¿Cómo acabó usted formándose en Suiza con Maurice Béjart?

Terminé la Selectividad y aunque no tenía ni idea de si podría dedicarme a la danza y lo veía entonces como algo imposible, decidí probar y me presenté a una audición para la escuela Rudra Béjart, en Lausanne. Me cogieron, así que no lo pensé dos veces. También fue gracias a que el año previo puse toda la carne en el asador y me preparé de forma intensiva con Ion Garnika, exbailarín de Maurice Béjart y de William Forsythe.

Un espectáculo con Mar Aguiló como bailarina.

Un espectáculo con Mar Aguiló como bailarina. / Alba Muriel

¿Qué opina de la calidad de la enseñanza de la danza en España?

Creo que hay muy buena enseñanza, muy buenas escuelas y muchos bailarines buenos, que están por el mundo. Lo que pasa en España es que hay pocas compañías. No hay apoyo para formarlas, y en Balears ya ni te cuento. En mi opinión, es muy importante dar apoyo para crear compañías para que los bailarines españoles puedan tener opciones de trabajo aquí y no tengan que irse al extranjero y separarse de sus raíces y de su familia, y si lo hacen, para que tengan un lugar donde volver.

¿Qué cree que hace falta en Balears?

Creo que sería importante crear una compañía balear de danza y que esté conectada con bailarines y coreógrafos internacionales y que pueda viajar y verse fuera de las islas.

"Es importante descubrir nuestra esencia como bailarinas o bailarines"

¿Qué se requiere, en su opinión, para ser buena bailarina o bailarín?

Lo primero, sensibilidad y creer en lo que haces y que te apasione, por que si no, es demasiado duro para poder continuar. Es una combinación de esfuerzo, trabajo y destino o suerte, estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Creo que es muy importante que el bailar no se convierta en un trabajo, aunque al final lo es. Pero para llegar a ello tienes que tener ese deseo, porque con eso y con el trabajo puedes llegar a superar todas las dificultades físicas, si no es imposible.

¿Qué le han aportado sus catorce años como integrante de la Compañía Nacional de Danza?

He pasado por cuatro directores diferentes, entre ellos Nacho Duato, con el que empecé; José Carlos Martínez, actual director del Ballet de la Ópera de París; y, por último, Joaquín de Luz, el actual director. Con cada dirección la CND ha sido una compañía diferente y en esos años han pasado por allí una gran cantidad de bailarines nacionales e internacionales, lo que ha supuesto para mí un aprendizaje increíble. Pero lo que me ha aportado, sobre todo, estar en la CND es poder trabajar con los mejores coreógrafos del mundo y poder bailar las mejores coreografías alrededor de todo el planeta. Todo eso es lo que me ha dado la CND, además de proporcionarme algo tan difícil en esta carrera como es tener un trabajo, porque en España hay muchas escuelas, muchos bailarines, pero muy pocos puestos de trabajo en general.

Ahora está centrada en su faceta de coreógrafa, pero ¿ha dejado aparcada su carrera de bailarina totalmente?

Nunca creo que vaya a dejar lo de bailarina aparcado totalmente porque bailarina yo ya soy, otra cosa es que mi forma de bailar vaya evolucionando con el tiempo. De hecho, la decisión de dejar de bailar la he tomado porque tenía la ilusión y el deseo de coreografiar para compartir mi aprendizaje y ver la danza desde otro lugar y eso era incompatible con trabajar en una compañía profesional.

¿Qué consejos daría al alumnado de danza de Ibiza que quieran apostar por esta carrera?

Les diría que la danza tiene muchas salidas, no solo bailar en una compañía profesional, y que es muy importante estudiar, pero también conectar con nuestra propia danza y buscar cuál es nuestra personalidad, nuestra esencia como bailarinas o bailarines. Hay que encontrar lo que nos diferencia del resto y potenciarlo.

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