Seguridad

«Agredir a un agente sale a un precio muy bajo, casi gratis»

Las plantillas con poco personal y la consecuente sobrecarga de trabajo aumentan la sensación de «desprotección» e «inseguridad» que sienten los cuerpos de seguridad y el funcionariado de la cárcel de Ibiza respecto a una problemática nacional

El delegado de la Confederación Española de Policía, David Pola, sujeta un cartel de la campaña ‘Tiene delito’. | CEP

El delegado de la Confederación Española de Policía, David Pola, sujeta un cartel de la campaña ‘Tiene delito’. | CEP / Ángela Torres

Los funcionarios de distintos cuerpos de seguridad de la isla y del centro penitenciario de Cas Mut denuncian que se sienten desprotegidos ante el peligro de agresión que sufren a diario y piden el aumento de las penas por la comisión de este tipo de delitos. Además, los agentes reclaman la incorporación de profesionales a las mermadas plantillas para evitar la sobrecarga de trabajo 

Plantarle cara a la delincuencia no es fácil. Ni tratar con la «peor faceta» de la vida de los ciudadanos, como hacen a diario los agentes de Policía y Guardia Civil. Tampoco sufrir situaciones muy complicadas al cuidado de los reos del centro penitenciario de Cas Mut.

Los cuerpos de seguridad y los trabajadores de la cárcel de Ibiza denuncian la «inseguridad» y «desprotección» que sienten a la hora de ejercer su trabajo. Una sensación de desamparo denunciada en varias ocasiones a escala nacional a través de asociaciones y sindicatos y que en la isla se agrava, sobre todo, por la falta de personal en las plantillas.

Aunque también por la escasa preparación de los trabajadores destinados (muchos de ellos con contrato de prácticas) y la existencia de zonas «tensionadas» en verano por el tipo de turismo que las frecuenta.

El centro penitenciario de Eivissa. | J.A.RIERA

El centro penitenciario de Eivissa. | J.A.RIERA / Ángela Torres

Algunos de los sucesos vividos por los agentes durante la temporada turística han avivado esta inseguridad general que sienten, como el intento de liberación de un preso en Vila con armas de fuego y que puso en peligro a los dos guardias civiles que lo custodiaban o el lanzamiento de un hacha a un agente de este mismo cuerpo, a principios de septiembre, por parte de un hombre que se había saltado una orden de alejamiento por violencia de género.

Un destino «poco amigable»

David Pola, delegado de la Confederación Española de Policía (CEP) en Balears, considera Ibiza un destino «poco amigable» por la carestía de la vida y la existencia de «zonas tensionadas, como Sant Antoni o Platja d’en Bossa, en las que el tipo de turismo supone una sobrecarga de trabajo». Este exceso de carga laboral se suma al que se sufre en la isla derivado de la falta de personal.

En la plantilla de la Guardia Civil hubo en septiembre un movimiento «muy grande de trabajadores», indica Iván Fidalgo, coordinador en Balears de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC). «Hay unidades que ahora mismo están al 50%. No se premia a los agentes para tratar de fidelizar las plantillas y eso hace que muchos huyan».

Iván Fidalgo, coordinador de la AEGC en Balears. | GUARDIA CIVIL

Iván Fidalgo, coordinador de la AEGC en Balears. | GUARDIA CIVIL / Ángela Torres

El delegado del CEP apunta que esto dificulta el «arraigo» de los profesionales en la Ibiza y también la imposibilidad por parte de los agentes de conocer las problemáticas del territorio para «asumirlas como propias» y hacer bien el trabajo. Este problema se extiende al funcionariado del centro penitenciario, que se «tira años» cuidando a gente que ha cometido «crímenes horribles» con plantillas muy mermadas y poco preparadas para ello, explica el portavoz del sindicato de personal de prisiones ‘Tu abandono me puede matar’.

En Ibiza, además, entre la población reclusa ha aumentado en los últimos años la presencia de miembros de bandas internacionales vinculadas a la isla, explica el portavoz, que equipara la gran actividad de organizaciones dedicadas al narcotráfico en Ibiza con la existente en la Costa del Sol.

«Si antes era peligroso nuestro trabajo, ahora lo es todavía más», subraya. Existe, en casos de «peligrosidad extrema», la posibilidad de trasladar al preso a una prisión más segura, comenta el funcionario. Sin embargo, el proceso «no es fácil ni instantáneo», prosigue, «y si tienen causas en la isla lo normal es que no se autorice el traslado y que lo sufras tú a diario».

El representante del colectivo recuerda cómo una noche de mediados del mes pasado ingresaron en prisión nueve miembros de una banda de golpe. «En ese momento pienso que ojalá todo salga bien. En este caso, entraron tranquilos porque llevaban varios días en el calabozo, pero si hubieran querido causar problemas, podrían haberlo hecho».

Cuando los delincuentes «desaparecen del foco social» pasan a manos de unos pocos empleados, un entorno que el portavoz describe como «muy duro y complicado». «Es una profesión oculta, un cajón. No se percibe que los funcionarios de la cárcel estamos 24 horas con los condenados», agrega

Penas nulas o «irrisorias»

A estos factores, se suma la «sensación de impunidad» que tienen los delincuentes a la hora de agredir a un agente, asegura el coordinador balear de la AEGC. «Además, aquí muchos son extranjeros que se marchan a su país y no llegan ni a pagar la sanción», indica, «una pena ya de por sí irrisoria». «Saltarse un semáforo cuesta más», añade el portavoz, que cita el caso del agresor que tiró el hacha a un guardia civil e indica que todo se saldó con una «multita» por un delito de resistencia. Un agente de la Policía Local de Santa Eulària que prefiere no dar su nombre, apunta que en general «sale barato agredir a un policía, incluso a veces gratis, si se trata de personas insolventes».

En ese sentido, los cuerpos de seguridad reclaman que se les reconozca como autoridad, una protección penal con la que sí cuentan, por ejemplo, los médicos o los profesores. Lo mismo piden los trabajadores de la cárcel, que ven en este cambio la oportunidad de «frenar drásticamente las agresiones que sufren». Además de esta «desprotección», explica Fidalgo, cuando se da una agresión los agentes se ven obligados a presentar acusación particular con el calvario judicial y la «situación de estrés» que eso conlleva para exigir condenas mayores, por atentado contra la autoridad y no por otro tipo de delito.

Otra de las medidas que solicitan, por su parte, Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil para paliar esa sensación de «abandono», es que se les considere como «profesionales de riesgo», una figura que sí se aplica en el caso de los policías locales. «Más importante es contar con esa protección en un sitio como Ibiza, donde en verano nos tenemos que enfrentar a diario a gente complicada», señala Fidalgo, que añade: «Los guardias civiles terminan la temporada contentos de no haberse partido la cara».

Una agresión por día

Los datos dejan entrever una realidad «peligrosa», indica Pola, que no maneja cifras locales pero sí autonómicas. «Al parecer, no interesa dar ese dato local», reflexiona. Así, en el ámbito nacional se contabilizan 35 agresiones diarias, lo que suma un total de 12.840 anuales (según las cifras registradas compartidas entre Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía).

«Son datos récord en los últimos 16 años, se ha vivido un aumento muy notable», señala Pola. «Y Balears es la comunidad con mayor índice de delincuencia de toda España. En ese triste récord estadístico somos los campeones», señala el agente. Los distintos cuerpos de seguridad han puesto en marcha la campaña ‘Tiene delito’ para poner de manifiesto este notable aumento de agresiones frente a las Administraciones y también ante la ciudadanía.

El año 2022 también fue un año negro para el funcionariado de prisiones, cuando el número de agresiones graves o muy graves al colectivo ascendió a 455 a nivel nacional, en cifras oficiales. Un dato que no incluye agresiones verbales, escupitajos o abusos sexuales, entre otros y que convierte al personal de centros penitenciarios en «el que más agresiones sufre de la Administración General del Estado».

«Hoy en día, en las cárceles españolas sufrimos más de una agresión diaria», lamenta el portavoz del sindicato de prisiones en Ibiza, que tampoco cuenta con la cifra a nivel local, aunque remarca que en la isla «hay internos muy peligrosos».

«Llegar a casa a salvo»

El portavoz pone de relieve la importancia de que trasciendan casos como el del narcotraficante británico que intentó fugarse ayudado por dos encapuchados armados en Vila para que «se active el foco mediático y la sociedad sepa que hay un problema de seguridad». «Cuando se detiene a este tipo de delincuentes, se hace con un operativo preparado y agentes armados hasta los dientes.

Luego ingresan en prisión y los recibimos dos funcionarios con un boli por si hay que poner un parte y un walkie por si hay que avisar de algo al compañero, tenemos unos medios muy limitados», termina el representante sindical. «Ni armas de fuego ni taser porque nos lo pueden arrebatar». Un impedimento que vuelve a poner en el centro la urgente necesidad de personal como única vía disponible para una mayor seguridad de los trabajadores.

Por su parte, los agentes de Policía Local reclaman más recursos materiales para defenderse en caso de ser necesario, como el «mejoramiento del equipamiento básico de autodefensa y protección», reivindica uno de los miembros de la plantilla de Santa Eulària.

«Los agentes somos la última barrera de los delincuentes de estar libres en sociedad a ingresar en prisión y por ese motivo intentan librarse de nosotros a toda costa y con todos los medios posibles», reflexiona el delegado balear del CEP. «Por eso necesitamos que se adopten una serie de medidas para que nos sintamos más seguros física y jurídicamente; cuidados y protegidos», incide Pola, que concluye que todos los trabajadores «deberían poder tener la garantía de llegar a casa a salvo».

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