El colegio Can Raspalls protesta por la falta de personal para atender al alumnado

También critican el estado de las infraestructuras

Niños con casco en una protesta anterior de la Asociación de Padres y Madres de Alumnos del centro. | VICENT MARÍ

Niños con casco en una protesta anterior de la Asociación de Padres y Madres de Alumnos del centro. | VICENT MARÍ / MIGUEL GONZÁLEZ. EIVISSA

Miguel González

El claustro de profesores del colegio Can Raspalls de Sant Jordi protestan a la conselleria de Educación de Balears y al Ayuntamiento de Sant Josep por «la situación de recursos humanos» en la que se encuentra el centro. Así lo expresan en una carta en la que señalan que «han manifestado por los canales establecidos la necesidad imperiosa de recursos humanos» para atender al alumnado.

Para empezar, el comunicado indica que los profesores se encuentran «más desbordados que nunca» por la reducción que ha sufrido la plantilla de ATE (Auxiliar Técnico Educativo). El claustro aclara que ya era muy justa para «responder a las necesidades de apoyo que había en cursos pasados». El director del centro, Òscar Prat, afirma: «Los directores vemos que los ATE se van reasignando de un centro a otro y eso es vestir un santo para desvestir a otro».

Al respecto, detalla que la conselleria de Educación les ha asignado un profesional de PT (Pedagogía Terapéutica) a media jornada. Sin embargo, explica que se trata de funciones muy diferentes: «Aunque son muy bienvenidos, los profesores PT son especialistas en educación especial y el ATE se dedica al apoyo a la autonomía del alumnado: lo acompañan si no puede desplazarse solo y lo ayudan con la alimentación y la higiene». La profesora Arantxa Yern añade que el centro tiene más niños con necesidades y que se encuentra con menos recursos.

Además, el comunicado cita la falta de un conserje desde abril. «La que tenemos está de baja. El Ayuntamiento me ha trasladado que está trabajando en ello, pero no llega nunca», explica el director del colegio. Esta situación, comenta, hace que los profesores tengan que realizar las tareas de este puesto de trabajo y ello, según la nota, «complica las entradas y salidas de las familias en los diferentes horarios». Debido a esta situación, la carta afirma que el claustro está preocupado por la seguridad de los niños. Asimismo, la nota explica que hace seis meses que esperan un nuevo auxiliar administrativo.

Todo esto, concluye la nota de los profesores: «Impacta negativamente tanto en nuestra atención al alumnado como en nuestra salud y bienestar».

Ventanas que han de cambiarse

Otro punto de protesta del claustro de profesores del CEIP Can Raspalls es el estado de las infraestructras del centro, más específicamente, las ventanas. El comunicado afirma: «Podemos remontarnos dos cursos atrás cuando, a partir de la caída de diversas ventanas corredizas, se nos indicó que se cambiaría toda la carpintería de aluminio».

La conselleria, recuerda Òscar Prat, se había comprometido «de palabra» a hacer una sustitución de toda la carpintería de aluminio del centro. Sin embargo, afirma que el organismo le confirmó que los técnicos del Institut Balear d’Infraestructures i Serveis Educatius (Ibisec) que debían diseñar el proyecto «se pusieron de baja». Añade que hasta el momento no ha recibido «ninguna explicación» acerca de cuándo comenzarán las obras, que debían de haber finalizado el verano pasado. «Aunque –repite– no había nada por escrito».

En octubre de 2022, el Ayuntamiento de Sant Josep selló dos ventanales en una actuación de emergencia debido a que dos piezas «se salieron de los raíles», según indica Prat. A consecuencia de ello, la ventilación es ahora muy reducida. En concreto, el director del CEIP Can Raspalls pone de ejemplo las aulas de psicomotricidad y religión. La primera se ventila a través de «dos puertas de 80 o 90 centímetros de ancho» y la segunda tiene la mitad de ventanas «infrautilizadas».

Prat cita un informa técnico de evaluación de condiciones ambientales con fecha en el mes junio, que indica que doce zonas del colegio están consideradas como ambientes calurosos porque superan los 27 grados de temperatura. Por tanto, no cumplen con los límites establecidos por el decreto 486/1997, que establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo.

«De esas doce zonas, no todas son aulas. Pero la mayoría, sí. La de psicomotricidad estaba a 31,4 grados cuando se midió», concreta Prat. De todas maneras, el director precisa: «Es un mal generalizado en los centros de primaria y secundaria: se tienen que actualizar y reformar».