Entrevista

Pablo Gárriz, jefe de emergencias de Ibiza y Formentera: «Es imprescindible tener subparques de bomberos en la isla de Ibiza»

«Necesitamos definir el modelo de gestión de emergencias que se quiere para Balears y las Pitiusas»

« Varias comunidades han desarrollado una agencia de emergencias; tal vez habría que optimizar los recursos de los diferentes organismos integrándolos en una misma estructura»

Gárriz, en un momento de la entrevista.

Gárriz, en un momento de la entrevista. / J. A. Riera

Pablo Gárriz Galván (Madrid, 1976) es el responsable de Emergencias del Govern en Ibiza y Formentera. Es doctor en Seguridad Humana y Derecho Global Público y preside la Asociación Española de Lucha contra el Fuego (Aself).

Gárriz posa dentro de un vehículo del serviciod e emergencias 112. | J.A. RIERA

Pablo Gárriz, junto a la sede de Diario de Ibiza. | J.A. RIERA / Pablo Sanz Padilla

Cuando lo presentaron en el cargo en 2004, el entonces director de emergencias de Balears, Joan Pol, afirmó que había sido difícil encontrar a alguien para el puesto porque el técnico «está constantemente de guardia y por eso tiene que ser alguien a quien realmente le guste este tipo de trabajo». ¿Refrenda estas palabras?

Sí. Este tipo de trabajos necesitan un plus que suele ser la vocación. Los que nos dedicamos a esto estamos enganchados a un teléfono. En el mío tengo todo lo que se ve en el 112. No recuerdo bien esas palabras, pero probablemente se comentó, y es así. Este tipo de trabajos necesitan un plus, que es la vocación y el servicio a los demás. Son trabajos en los que es fácil acabar quemado por el estrés, la tensión y las cuestiones emocionales, a las que al final siempre estás muy expuesto. Si no hay vocación, este trabajo es odioso, porque ves muerte, miseria, penas, y en algunas ocasiones puedes hacer cosas.

«Es imprescindible tener subparques de bomberos en la isla de Ibiza»

Gárriz posa dentro de un vehículo del serviciod e emergencias 112. | J.A. RIERA / Pablo Sanz Padilla

Cuando hay emergencias grandes, su dedicación es casi total,

Tengo una jornada ordinaria que se complementa con guardias, pero la realidad de mi trabajo es que, al final, hay que estar. Cuando ocurrió el incendio de Morna yo estaba en Madrid dando un curso en la Escuela Nacional de Protección Civil. Dejé aquello, cogí un avión y vine a dirigir el operativo contra el incendio. Se esté de guardia o no, cuando somos conocedores de una situación de gravedad nos ponemos a disposición. En mi caso concreto, más que laboral, la obligación es moral y profesional, al ser el único técnico en las Pitiusas.

Si estuviera de vacaciones, ¿hay alguien que le pueda suplir?

En principio, hay técnicos que están en Palma y se podría cubrir con este personal de guardia, que es lo que se ha hecho en el incendio de la planta de la biomasa. Sí que es cierto que la primera respuesta es a nivel local, aunque la intervención necesite 24 horas para ponerse en marcha. La experiencia nos dice que cuando hay intervenciones gordas no hay horario. El horario es el que demanda la situación en cada momento. Por supuesto que tenemos que garantizar descansos, relevos y tener la cabeza fresca, pero a veces eso es lo ideal, y a veces lo ideal no es lo posible.

Pero su labor no se limita a intervenir ante emergencias.

A nivel externo, nuestro trabajo tiene tres patas. La más visible es la parte de la emergencia, cuando fallan las cuestiones de seguridad. Después tenemos una parte administrativa, que tiene que ver con las inspecciones, la verificación del cumplimiento de la normativa y con los planes de autoprotección. Por último, tenemos la parte de estudio, preparación, planificación y anticipación. Esta tiene que ver más con la identificación y el análisis de los riesgos. Después, está la parte de soporte logístico, que es la interna

¿Ibiza debería contar con subparques de bomberos?

Desde que yo me incorporé aquí, he planteado la necesidad de repensar el sistema de emergencias de las Pitiusas. Su calidad estriba en un factor fundamental: el tiempo de respuesta. No se puede atender un infarto, un ahogamiento, un accidente de tráfico o cualquier tipo de incendio con más de 40 minutos de llegada de los recursos. Tengo que distribuir los medios en función de ese tiempo de respuesta. Si yo solo tengo un parque y tardo 50 minutos en llegar al norte de la isla, eso necesita un replanteamiento. Si tengo los mismos recursos repartidos por el territorio, a lo mejor tardo 25 minutos. ¿Eso qué quiere decir? Que necesito menos recursos y mi respuesta es mucho más eficaz, eficiente y efectiva. Por tanto, no creo que sea bueno, creo que es imprescindible. Es mucho mejor tener dos parques pequeños que uno muy grande y bonito.

¿Cuál sería la idea? ¿Uno en el norte y otro en el sur de la isla?

Hay un concepto técnico que se llama isocrona. Quiere decir que todo lo que está dentro de una zona está en un máximo de un tiempo determinado para un vehículo de unas características determinadas. Por tanto, el criterio no es si es mejor un parque en el norte y otro en el sur. En mi caso, en su momento ya se hicieron los estudios correspondientes. La isocrona me permite identificar dónde tengo que colocar los recursos en función de la concentración de la polación, de la tasa de industrialización, de las actividades de riesgo y del patrimonio medioambiental. Esta es la ecuación. Siempre es mejor tener un parque en el norte y otro en el sur que uno en el centro de la isla, pero hay otros factores a tener en cuenta. Tú puedes plantear un círculo alrededor de un punto de la isla, y decir, «a partir de aquí todo esto son 20 minutos», pero no es lo mismo moverte por Morna que por ses Salines. Matizar las isocronas con un roster, que es una aplicación informática, es el trabajo fino de gestión que se tiene que plantear.

¿Cuáles serían los emplazamientos idóneos, a su juicio?

El trabajo técnico se presenta a los responsables y son los niveles políticos los que deciden qué quieren hacer. Por eso, yo insisto mucho en que es muy importante contar con un modelo de emergencias y protección civil consensuado, apoyado y, sobre todo, en el que se crea a nivel balear e insular. Necesitamos que se defina el modelo de gestión de emergencias que se quiere para Balears y, específicamente, para las Pitiusas. Comenzamos una legislatura y quizás es una oportunidad para pensar estas necesidades con visión estratégica.

¿Faltaba mucho por hacer a nivel político en materia de emergencias cuando empezó en el cargo?

La Dirección General de Emergencias de Balears se crea en 2003, después de que la Unión Europea multara a España por la falta de cumplimiento en la gestión de riesgos y protección civil, derivada del incumplimiento de Balears. Las islas no habían desarrollado la planificación y las competencias de protección civil y gestión de riesgos públicos estaban diseminadas en diferentes órganos. La creación de la DGE permitió aglutinar toda la seguridad pública en un mismo órgano y dar respuesta a las obligaciones en materia de protección civil que no se habían desarrollado, entre ellas la planificación. Se pudo impulsar la ley de ordenación de emergencias y la ley de gestión de emergencias.

Sin embargo, decía que necesitamos que se defina el modelo de gestión de emergencias.

El problema es que el modelo que se planteó en esa legislatura no se ha desarrollado en muchos de sus preceptos. La ley de gestión de emergencias es del año 2006. Sí se ha modificado el Plan Territorial de Protección Civil de Balears (Platerbal) y han aparecido nuevos planes. El último es el Radbal, el plan de riesgos radiológicos, que es de este mismo año. Los riesgos son dinámicos y la normativa tendría que ser mucho más ágil en adaptarse a las necesidades que se van generando con las nuevas situaciones de riesgo o peligro.

¿Qué ha fallado?

No ha habido una visión estratégica, y si la ha habido no ha tenido ningún éxito. La visión estratégica la tiene que poner el político, porque si no solo se ponen parches. Esto funcionará si todas las fuerzas políticas son capaces de consensuar un modelo en el que todos creen. ¿Por qué la Policía Nacional o la Guardia Civil, con 175 años de vida, funcionan? Porque hay una función social que todos entienden que se tiene que hacer de una determinada manera y se les apoya y da recursos. Eso se podría plantear exactamente igual para otros ámbitos de la seguridad pública. No hay una ley nacional de bomberos, por ejemplo, lo que que no tiene ningún sentido.

¿Y en el caso de las Pitiusas?

Los sistemas de emergencias y protección civil incumben a todos los niveles de la Administración. El servicio de bomberos de Ibiza no le toca prestarlo al Consell, es una competencia impropia. Los municipios de más de 20.000 habitantes tienen que tener su servicio de bomberos. Salvo Sant Joan, todos tendrían que estar prestando el servicio, y si no lo pueden prestar, tendrían que haber pedido al Govern una exención por incapacidad para prestar esa competencia. Además, tenemos duplicados los sistemas de extinción de incendios. Hay un servicio de incendios solo para vegetación y el que los bomberos prestan para el resto de situaciones. Además, el puerto tiene que tener su propio servicio de bomberos, mientras que durante muchos años el aeropuerto ha tenido más bomberos que el Consell. Son cosas que hay que racionalizar con estrategia.

¿Qué ha supuesto gestionar el incendio en la planta de biomasa de Sant Rafel en plena renovación de las instituciones políticas?

Tengo que decir que por parte de la consellera saliente, Mercedes Garrido, hubo implicación desde el primer momento. Por parte del presidente del Consell, Vicent Marí, y del alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, la implicación también ha sido máxima. El incendio de la sierra de Morna nos pilló también en un cambio de legislatura, en el caso del hundimiento del buque Don Pedro nos pasó lo mismo, y tres cuartos de lo mismo cuando tuvimos que desalojar el aeropuerto con una amenaza de bomba de ETA. Parece ser que cuando hay un cambio de legislatura nosotros tenemos la mala suerte de poner a prueba todo el sistema (risas). Mi experiencia es que, cuando hay una emergencia, en la gran mayoría de los casos todo el mundo arrima el hombro con independencia del color político.

Las Pitiusas tienen la misma plantilla de emergencias todo el año, pero mucha más población en verano. ¿Cómo se conjuga esto?

De manera muy difícil. Tenemos una realidad que es distinta a la de otros muchos sitios. Los servicios se dimensionan en función de la población censada, no de la real. Viene el verano y es difícil encontrar policías, bomberos, guardias civiles, personal de correos o de aduanas. Nuestra realidad supone que la estacionalidad incide en todo. Por eso, insisto en que tiene que haber un consenso importante y una idea clara de que esta es la problemática. Además, el personal de estos servicios también coge vacaciones en verano y hay que conjugar las cuestiones de conciliación y personales con las necesidades del servicio y de la sociedad.

En el supuesto de que las emergencias se dimensionen al pico de población, quizá estén sobredimensionadas el resto del año, ¿hay que atacar el problema desde otros lados?

Lo primero que hay que trabajar es la prevención, la planificación y la anticipación, que son los elementos que nos permiten no tener emergencias. La reacción es la respuesta al problema, pero a veces no es la solución. Ahora bien, para esto necesitamos recursos. En lo primero que hay que creer es en el trabajo con la población, y hay que sensibilizarla para tener cultura de seguridad pública. Una población concienciada que sepa responder ante una emergencia es un elemento que ayuda de manera fundamental al sistema de emergencias. En este elemento hay una pieza fundamental, que son las agrupaciones de voluntarios de protección civil, ciudadanos que se forman y ayudan en emergencias. Esto no implica que se deje de dimensionar los servicios a la necesidad de la emergencia. Después, tenemos una segundaparte.

¿Cuál?

Es la estructura de respuesta, con tres elementos fundamentales. El primero es la organización, el segundo punto son los recursos materiales y el tercer elemento son las personas y hace que las organizaciones funcionen. Hay que tener personas en número adecuado, en los momentos y lugares donde hace falta y esto se puede gestionar con los turnos, las cargas de trabajo, los incentivos, las promociones o las posibilidades de acceso a carreras profesionales con especializaciones atractivas.

En las Pitiusas no hay helicóptero de rescate de Salvamento y se tarda más en llegar a las evacuaciones de urgencia, ¿podría haber uno?

El Govern tiene en las Pitiusas dos helicópteros para las aeroevacuaciones de Formentera a Ibiza y a Mallorca o la Península, pero no son helicópteros de rescate. En Canarias, por ejemplo, han optado por otro modelo. Sus helicópteros son completamente polivalentes y sirven para operativos de mando y control, aeroevacuaciones, operaciones de rescate y salvamento e incluso incendios forestales. Además, tienen la gran ventaja de que permiten el vuelo instrumental, y pueden volar de noche. Es una cuestión de modelo y el helicóptero es la herramienta. Tenemos que definir la herramienta que necesitamos y para qué la vamos a utilizar.

¿De qué manera?

Comunidades como Navarra, Madrid o Valencia han desarrollado una agencia de emergencias. A lo mejor habría que plantear la necesidad de optimizar los recursos de los diferentes organismos integrándolos en una misma estructura. Con esto se aprovechan las economías de escala, se quitan duplicidades administrativas y se facilita la coordinación. Es una posibilidad que ya estaba en la ley de gestión de emergencias del año 2006. Sin embargo, no se ha desarrollado. Como técnico, tengo claro que habría que tratar de converger hacia una agencia de emergencias.

El cambio climático plantea nuevos situaciones para las emergencias. Hay estudios de la subida del nivel del mar en las Pitiusas. ¿Se están preparando para este escenario?

La planificación y la normativa de protección civil tiene que ser flexible y adaptarse a la realidad, y se trabaja en materia de prevención de riesgos. Es lo que se está impulsando desde las Naciones Unidas. Sin embargo, lo principal es el cambio de cultura, que la gente entienda que se están produciendo estos cambios y que nos van a afectar ya. Esto se llama proceso de securización.

¿En qué consiste?

Si la gente es consciente de que hay una serie de cuestiones fundamentales que van a afectar a su vida, e incluso a la supervivencia de la sociedad, fuerza a que el político lo tenga en agenda y actúe. El proceso que se da en la realidad es el inverso, desde la parte técnica, científica y académica, tenemos que crear conciencia en los decisores y en los ciudadanos, que tienen que ser conscientes de que cada vez tenemos menos tiempo para actuar ante la subida del nivel del mar, la desertificación, la sequía y las modificaciones en los ecosistemas. Las medidas hay que tomarlas ya, pero esas medidas suponen quitar recursos de una cosa para llevarlos a otra. Si la población está concienciada sobre limpiar el monte, apoyará gastar el dinero en ello en vez de hacer polideportivos, por ejemplo. Tenemos simulaciones hechas de lo que supone que el mar suba 30 o 40 centímetros en las costas de Balears, pero estamos hablando de futuribles, y eso la gente no lo ve. Hasta que el problema no esté encima, no trabajará en ello, y en esto tiene mucho que ver la cultura mediterránea.

¿Por qué?

Las sociedades del norte de Europa son protestantes y se relacionan con el riesgo de una manera distinta. De hecho, ellos entienden que se ganan el cielo en función del éxito que tienen en la tierra. Es una cuestión cultural e incluso de creencias y religión. ¿Qué van a hacer siempre? Evitar las cosas que les impidan llegar a ese éxito que ellos se plantean. Si yo tengo una fábrica y se me quema, es un fracaso. Entonces, pongo medios para proteger la fábrica. En el sur de Europa somos mucho más deterministas, pensamos que si se me ha quemado la fábrica es porque Dios lo ha querido. Lo que me tenga que pasar me va a pasar, Y Dios proveerá. Por tanto, este concepto de la relación con el riesgo afecta a la cultura de gestión de la seguridad pública. Esto ocurre se crea o no se crea en dios, es una cuestión cultural. Se ve en un detalle.

¿Cuál?

Cuando en los hoteles de España decimos que hay que hacer un simulacro de emergencia, la gente dice ‘no hombre, se van a asustar’. Sin embargo, cuando haces un simulacro con personas de un entorno del norte, ellos lo ven bien porque entienden que te estás preocupando de su seguridad. Desde la perspectiva mediterránea, hacer un simulacro es llamar al mal tiempo y asustar a la gente, mientras que cuando lo haces en otro entorno o con turistas extranjeros, lo reciben como algo positivo. Van a un hotel y ven que allí están preparados y se preocupan, lo que les da tranquilidad. A veces, la percepción hace que la gestión de riesgos se vea como un elemento que genera intranquilidad, cuando es todo lo contrario.

¿Hay que esperar incendios más virulentos por el cambio climático?

El problema de los incendios forestales es la cantidad de combustible que hay en el monte. Cada vez es más eficaz el sistema de extinción, pero cada vez hay más combustible. Actuar sólo desde el punto de vista reactivo es un parche. En la gestión de los montes se están introduciendo mucho las quemas técnicas, el control del combustible aplicando el fuego. Se llaman quemas prescritas: limpias elementos forestales que están muy sucios y luego puedes aplicar el fuego de manera quirúrgica. De hecho, el fuego es un elemento permanentemente presente en la regeneración del bosque mediterráneo. Lo que pasa es que el fuego le es beneficioso cada 40 o 50 años, no todos los años.

¿Qué ocurre?

Hay una realidad detrás que es la despoblación, el desinterés o la falta de desarrollo económico en el ámbito rural. Eso genera grandes cantidades de combustible sin gestionar en el monte. Si cambiamos la perspectiva y empezamos a pensar que el monte puede ser un elemento de interés económico y social, a lo mejor la estructura de respuesta se puede ajustar bastante más. Es un caso paradigmático en toda España.

Al margen de la cuestión social, ¿qué suponen los asentamientos en zonas boscosas en relación al riesgo de emergencias?

Las infraviviendas y los asentamientos no controlados de vehículos, aparte de la dimensión social, generan un problema específico de seguridad pública. Las personas necesitan cocinar y fuentes de energía eléctrica. Hacen actividades que pueden tener un riesgo, porque utilizan una llama abierta, una vela, un hornillo, un infiernillo o incluso aparatos para los mosquitos, que tienen espirales incandescentes. Todo esto ocurre en un entorno no preparado y en el que se busca la privacidad, por lo que es común que sean zonas apartadas y con mucha maleza y vegetación. Cuando hubo el incendio de ses Feixes a principios de temporada, el principal problema que teníamos es que cerca había un montón de tiendas de campaña con gente escondida. Son personas que, además, o están en una situación irregular o todo lo que tienen, lo llevan puesto o en su coche o su tienda. Por tanto, en una emergencia les puede costar colaborar. Suelen ser reticentes a evacuar y, si están en situación de irregularidad, no quieren decir quiénes, ni dónde, ni cuántos hay. A nosotros nos interesa su seguridad, pero ellos entienden que puede tener una trascendencia que va más allá de la propia emergencia.

Como presidente de la Asociación Española de Lucha contra el Fuego, ¿todavía hay cosas que desconocemos del fuego y los incendios?

El fenómeno físico-químico del fuego es completamente conocido. El problema es el entorno en el que se produce la reacción. Ahora mismo, tenemos un riesgo muy cotidiano, que son los vehículos propulsados de manera no convencional: los coches eléctricos o que van propulsados con gases alternativos, como gas natural licuado o alcoholes, o que incorporan baterías de litio. Esto supone un problema muy grande desde el punto de vista de la intervención, e incluso desde el medioambiental, porque no son reacciones que podríamos encontrar en el incendio de un vehículo tradicional. Está generando muchísimos problemas. La tecnología avanza, el contexto se modifica, aparecen nuevos riesgos y siempre vamos por detrás.

«Falta un dimensionamiento adecuado para controlar la navegación»

«El paso de es Freus es el punto de más densidad de tráfico marítimo dentro del Mediterráneo»

La gestión de las emergencias en el medio marino también compete a Gárriz desde la perspectiva técnica. El puerto de Ibiza es la segunda vía de salida de pasajeros de la isla, y en el caso de Formentera, es el único enlace para el transporte de mercancías y pasajeros a gran escala.

En el verano de 2021 hubo varios accidentes de navegación, uno mortal en el puerto de Vila. ¿Es seguro el puerto?

Hay un desarrollo normativo muy grande en materia de seguridad y protección de los puertos de Vila, la Savina y Sant Antoni. Yo analizo datos concretos, acotados en un período de tiempo. ¿El puerto tiene un nivel de riesgo distinto en invierno y en verano? Sí, simplemente por una cuestión de exposición. Por jemplo, en invierno descarga un petrolero en es Botafoc y en verano descargan en torno a cuatro al mes, el nivel de riesgo es más alto. La infraestructura y los recursos son los mismos.No es que el puerto sea más peligroso en determinados años o épocas, es que hay mayor exposición a unos mismos riesgos por los mismos problemas que tenemos en el resto de la isla. Nuestros puertos tienen una actividad muy intensa y concentrada. El puerto no es peligroso. Tiene unos peligros que están identificados, hay unos planes de prevención y protección, unos medios que están y otros que deberían estar. Pero el nivel de riesgo se define porque en verano tenemos una exposición más alta que en el resto del año.

Pero el nivel de tránsito en el muelle es muy elevado. ¿Debe redistribuirse el tráfico marítimo de forma distinta?

Hay dos cosas distintas. Una cosa es el puerto y la instalación portuaria y otra cosa es la seguridad en la navegación. El punto de más densidad de tráfico marítimo dentro del Mediterráneo es es Freus. Todos los barcos que van están un rato allí y vuelven. ¿Qué es lo que pasa? Que la distancia es muy pequeña y la densidad de barcos es muy grande. Aquí tenemos más de un vehículo por habitante, ¿no tenemos unos recursos para controlar qué se hace en las carreteras? A lo mejor falta un dimensionamiento adecuado para controlar la navegación, porque el capitán marítimo tiene los recursos que tiene y la Guardia Civil, también. Por eso insisto en la necesidad de un planteamiento estratégico que permita dotar de los recursos que hacen falta.Salvamento Marítimo, que depende del Ministerio de Fomento, es muy consciente de la situación y tiene una estructura reforzada.

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