Josan Aguiló: «Parece una gran utopía, pero en Ibiza se puede vivir de la agricultura ecológica»

La cooperativa agrícola Ecofeixes está de doble celebración: a su reciente galardón en los Premis Sabors d’Ibiza por su labor ecológica se suma el décimo aniversario de su fundación, en un momento en el que cuentan con 17 hectáreas de producción y una tienda propia.

Aguiló, en la tienda de Ecofeixes. | J.A.C.

Aguiló, en la tienda de Ecofeixes. | J.A.C. / Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Nada más entrar en la tienda de Ecofeixes, en el polígono de sa Blanca Dona, sorprende encontrarse con algunos productos de temporada a precios muy económicos, todos ellos «recogidos durante la misma jornada o el día anterior». Las habas tiernas están a 3,85 euros el kilo y la calabaza, a 1,85.

¿Sabe que algunas cadenas de supermercados tienen estas hortalizas más caras y no son de producción ecológica?

Existe el prejuicio de que todo lo ecológico es caro y no es así. Somos productores a pequeña escala y, a veces, el gasto que tenemos no es tan grande como los que tienen los agricultores a gran escala.

Las habas no sufren muchas plagas ni enfermedades, por eso pueden tener un precio competitivo. No es el caso de las fresas, que tienen muchas afectaciones, necesitan mucho trabajo y su precio es más caro que las de la gran industria, donde usan maquinaria y mucha mano de obra barata. Aquí, un pequeño productor debe trabajarla manualmente y la mano de obra es más cara, porque competimos con el mundo laboral turístico.

¿Cuántos socios son ahora en la cooperativa?

Se da la casualidad de que, aunque ha habido altas y bajas en estos diez años, seguimos siendo 14, los mismos que cuando se fundó Ecofeixes. Yo entré como trabajador, haciéndome cargo del almacén durante tres años. Ya tenía claro que quería dedicarme al campo y me fui a trabajar de agricultor con el Grupo Leader en Can Marines. Al mismo tiempo, mi pareja y yo empezamos con nuestra finca de Sant Llorenç y, desde 2019, soy socio productor de Ecofeixes.

¿Tenía raíces en el campo?

Soy de Palma. Tengo la parte de mis abuelos de Petra, pero hubo un salto generacional con mis padres, que ya se fueron a la ciudad.

¿Y cómo acabó en Ibiza?

Porque conocí a una ibicenca en Mallorca. Ella encontró un trabajo más estable aquí y, como a mí siempre me ha tirado mucho Ibiza, nos mudamos hace nueve años. Tuve que buscarme la vida y trabajé dos años en comercio hasta que me enteré de que había una vacante en la cooperativa. Me comentaron que encajaría en el perfil y así fue.

¿Su vocación agrícola nació entonces?

Me viene de pequeño. Estudié un grado superior de FP, Recursos Naturales y Paisajísticos, pero en Mallorca no encontré trabajo en la agricultura, con lo que trabajé en una gran superficie de electrodomésticos. De pequeño era muy inquieto con la naturaleza. Intenté estudiar Biología, pero me parecía muy teórico y de laboratorio, cuando a mí me tira estar al aire libre. Por suerte, en Ibiza encontré más posibilidades.

¿Cómo empezó con la explotación en Sant Llorenç [Ses Cases finca ecològica]?

Es de la familia de mi mujer y la usaba un vecino para pastorear las ovejas. Se puso supercontento cuando entramos y empezó a ver que la finca volvía a estar cuidada, porque él tiene mucha dedicación a la payesía.

La gente del campo se entristece cuando ve los terrenos de cultivo abandonados y se ilusiona si vuelve a verlos produciendo.

Todos los socios de la cooperativa compartimos el hecho de ser familiares de payeses y tenemos la posibilidad de dedicarnos a una finca que fue abandonada. Es muy gratificante comprobar la alegría de esa gente que se ha dedicado toda la vida a la payesía y se da cuenta de nuestro esfuerzo, y también de la inversión económica, y que ve que empieza un relevo generacional.

¿La mayoría de los socios también eran gente de ciudad sin vocación urbanita?

Coincidimos en que nuestros padres dejaron de lado la actividad agrícola de la generación anterior. Hay muchos socios con estudios universitarios que empezaron una carrera profesional o que salieron fuera de la isla. Al final, todos hemos visto que nos ha tirado más el campo que otros caminos. También compartimos unos valores éticos y medioambientales a la hora de preservar un trocito de tierra y donde se pueda recuperar la vida. Somos una de las cooperativas más jóvenes de España, con una media de 42 años y con mayoría femenina.

¿Se puede vivir exclusivamente de ser payés ecológico en Ibiza?

Parece una gran utopía, pero sí se puede. En un viaje de jóvenes agricultores conocimos una cooperativa en Sanlúcar de Barrameda con socios que solo tenían una hectárea. Ese terreno mantenía a cuatro miembros de una familia, porque llevaban a cabo un trabajo muy eficiente. Aquí la media de superficie de las fincas es superior, tenemos buenas condiciones y una demanda en auge, así que contamos con todas las condiciones para que sea posible.

Josan Aguiló, en su explotación de Sant Llorenç, Ses Cases finca ecològica. | EVA PLANELLS

Josan Aguiló, en su explotación de Sant Llorenç, Ses Cases finca ecològica. | EVA PLANELLS / Josep Àngel Costa

¿Es muy complicado cumplir con toda la burocracia que requiere la certificación ecológica?

Hay que solicitar la inscripción en el Consell balear de producción agraria ecológica y pasar una auditoría y un proceso de dos años para el certificado reglado. Después, estamos obligados a llevar un cuaderno de campo con todos los fertilizantes que usamos, las cantidades, balances de nitrógeno o los productos fitosanitarios. No es complicado si tienes los conocimientos. Hay productos muy naturales que se usan de toda la vida y la gente da por sentado que son ecológicos, pero tienen activos que pueden llegar a dañar la tierra, los insectos o perduran demasiado sin degradarse. Es el caso de los herbicidas o también de algunos fertilizantes.

¿En qué trabajan ahora?

Ahora recolectamos tirabeques o el guisante mollar. También preparamos todos los cultivos de verano, como tomate y berenjena. Ya tenemos líneas de tomate protegidas del frío para trasplantar.

¿Cómo compagina la finca con el Grupo Leader?

En Can Marines hago jornada completa, de siete de la mañana a tres o cuatro de la tarde. Después de comer, trabajo en la finca de Sant Llorenç toda la tarde, a veces hasta la noche, e intento descansar los domingos. Ahora ha venido a verme la familia y me he tomado libre el fin de semana, pero los dos siguientes estaré muy ocupado.

¿Puede permitirse vacaciones?

He conseguido diez días para octubre, pero esto significa que debo compaginar los ensayos experimentales en Can Marines y tener todos los cultivos preparados en la finca de Sant Llorenç por esas fechas. Todo muy bien organizado para no tener sobresaltos. A veces me he ido un fin de semana a ver a la familia y después, por lluvia o vientos, me he arrepentido. En Sant Llorenç tenemos una tierra muy arcillosa y si no preparo líneas antes de que llueva, tendré dos meses de espera para que vuelva a secar la tierra.

¿Y el resto de sus compañeros?

Hay alguno que tiene más dedicación con los cultivos de verano y baja el ritmo en invierno. O que no tiene tanta producción y puede estar más relajado para ir de vacaciones. Recuerdo un agricultor de extensivo y cereales que conocí en un curso y que me dijo: «Mi familia siempre sabe que igual tengo que dejarlos durante las vacaciones, ya sea por prevención de enfermedades de las plantas o porque vienen lluvias y debes trabajar la tierra».

Si los cultivos se ven afectados por alguna enfermedad, ¿cómo los tratan con la agricultura ecológica?

Tenemos productos certificados, pero son de carácter preventivo, no para actuar sobre la plaga o la enfermedad. Tenemos el caso del mildiu, un hongo que afecta a muchas solanáceas o al melón y que ha dado muchos problemas. Para combatir este hongo, debes estar atento a los cambios de las condiciones meteorológicas. Si puede haber lluvia o mucha humedad, debes anticiparte con el tratamiento, que puede ser con cobre porque está certificado. Hay productos muy naturales. El año pasado descubrimos con otro hongo, la alternaria, que el clorhidrato de quitosano que se emplea para tratarlo es un extracto de crustáceos. Se pretende reforzar la planta, buscando el equilibrio con la naturaleza, trabajando fertilizantes verdes, con un manejo de la tierra saludable, que no esté muerta y favorezca la vida de microorganismos, hongos o bacterias.

Su principal preocupación ahora será el agua...

Sí, pero es un problema que sufrimos todos, no solo la agricultura ecológica. Ahora mismo, en la agricultura extensiva habrá problemas con el forraje para alimentar a los animales de la isla. No ha llovido en todo el mes y el cereal no ha crecido todo lo que debería. Tendremos mucha menos producción, se acabará la comida para los animales y dependeremos de fuera, pero también están en sequía en la Península. Así que los insumos para la ganadería se encarecerán y la rentabilidad se verá afectada. En cuanto a la agricultura, en nuestro caso las hortalizas y el regadío, me preocupa cuando lleguemos a agosto. Ahora estamos al 60% de la capacidad de los acuíferos. Si no llueve, cuando llegue todo el turismo explotará el consumo en el momento en que más falta nos hará el agua para los tomates o las sandías, además de que pueden darse problemas de salinización.

¿Qué debería hacerse?

Debería planificarse la eficiencia en el consumo, ya sea con restricciones o limitar el caudal según donde se destine porque, al final, los alimentos son lo más importante. La Administración debe buscar fórmulas con sistemas de depuración, regeneración de aguas y desalación para el consumo, porque los pocos recursos que tenemos deben usarse de manera más eficiente para que nos llegue a todos.

«La tienda será una fuente de grandes alegrías»

Ecofeixes dispone desde el año pasado de un local de venta directa abierto entre semana. La cooperativa Ecofeixes abrió en enero de 2022 su tienda en el polígono de sa Blanca Dona, en el recinto de la Mancomunidad del matadero insular de Ibiza. En los años anteriores, disponían de un pequeño local de 25 metros en las mismas instalaciones, donde abrían los miércoles por la mañana para repartir sus cestas con productos ecológicos, variados, a un precio de diez euros.

Durante la pandemia, el horario se amplió por la tarde y también a las mañanas de los jueves y viernes. En cambio, ahora cuentan con una tienda de 200 metros cuadrados, abierta de 9.15 a 14 horas de lunes a viernes, además de las tardes del miércoles de 16.30 a 20 horas. Allí trabajan dos dependientas, la gerente y, próximamente, un refuerzo en verano para el reparto a establecimientos.

El punto de venta con todos los productos de temporada producidos por los socios mantiene además la preparación de las cestas variadas para los clientes que lo solicitan. «Estamos empezando, pero esta tienda será fuente de grandes alegrías. Gracias a las facilidades del horario, se ha sumado más gente de los que ya nos conocían por las cestas», valora el presidente de la cooperativa, Josan Aguiló.

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