Un plan para reactivar la Marina en Ibiza

La asociación de comerciantes del histórico barrio presenta sus sugerencias a los partidos políticos para dinamizar la zona en invierno | Proponen conciertos los sábados, la apertura del puerto al tráfico o condonar el pago de algunas tasas para animar a abrir en temporada baja

Algunos representantes de la asociación y de los pocos comercios que abren durante todo el año en la Marina. | TONI ESCOBAR

Algunos representantes de la asociación y de los pocos comercios que abren durante todo el año en la Marina. | TONI ESCOBAR / josep àngel costa. eivissa

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Hace años que se repite que la Marina y el puerto son un páramo durante los meses invierno. Todos los vileros y los partidos políticos coincidirán en que es una verdadera lástima que un barrio que forma parte del casco histórico, protegido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ofrezca una imagen tan desolada en estas fechas.

Una imagen habitual en el barrio, locales que están en alquiler o en venta. | TONI ESCOBAR

Una imagen habitual en el barrio, locales que están en alquiler o en venta. | TONI ESCOBAR / josep àngel costa. eivissa

Los más afectados, los negocios de la zona, echan de menos las iniciativas que dinamicen el barrio en temporada baja. Se ofrecen para participar de manera activa con todas sus posibilidades, pero resaltan que necesitan más empuje desde la Administración. Tanto en forma de iniciativas que atraigan gente como con cambios de normativas para animar al resto del comercio y la restauración a abrir en invierno. O, al menos, que sean un incentivo para alargar su temporada tras el verano y adelantarla en primavera.

La calle Emili Pou, con el estanco de Victorino Planells a la derecha. | TONI ESCOBAR

La calle Emili Pou, con el estanco de Victorino Planells a la derecha. | TONI ESCOBAR / josep àngel costa. eivissa

Comercios familiares

«Si no lo animamos más, el barrio se hundirá. Necesitamos que se le dé más vida, que en invierno vuelvan los conciertos de los sábados que se hacían antes de la pandemia, que atraían a mucha gente», subraya Joana Cruz, de la administración de loterías del carrer de ses farmàcies.

La calle Antoni Palau, uno de los tramos del popular ‘carrer de ses farmàcies’. | TONI ESCOBAR

La calle Antoni Palau, uno de los tramos del popular ‘carrer de ses farmàcies’. | TONI ESCOBAR / josep àngel costa. eivissa

Este negocio abrió en 1939 y es de los pocos que abre todo el año en el barrio, al igual que el estanco de Victorino Planells en la calle Emili Pou, que el año que viene cumplirá el centenario de su fundación. El padre de Carolina Bonet fundó la joyería Afro en 1964, pero antes fue la guarnicionería de su abuelo.

Su vecino de la calle Comte de Rosselló, Mariano Ferrer, de Calzados Ferrer, regenta un negocio fundado por su abuelo en 1945. La más reciente del grupo es Judith Artiga, que hace 17 años que está al frente de la tienda de moda Ibiza Das («le puse este nombre porque la isla me lo ha dado todo en la vida»), en la calle Manel Sorà.

Todos ellos son miembros de la Asociación de Comerciantes de la Marina y propietarios de algunos de los pocos establecimientos abiertos casi todo el año en la zona. Les acompaña Laura Moreno, de Es Fang, la tienda de cerámica que fundó su padre en 1976. Antes, su abuela regentaba la frutería Ca na Guasca en ese mismo local. A ella le gustaría abrir todo el año, pero, como a la gran mayoría, no le sale a cuenta en estas fechas.

«Más allá de nuestros negocios, todos queremos mucho al barrio», apunta Moreno. «Tenemos el derecho, pero también la obligación heredada, a no dejarlo morir», apostilla Planells. Por ello, de cara a la inminente campaña electoral, la asociación ha preparado todo un listado de propuestas que están presentando a todos los partidos políticos. «Son peticiones factibles, sencillas y prácticas», subraya Planells.

Algunas son comunes a buena parte de la ciudad, como la mejora de la limpieza, del alumbrado público o de la vigilancia policial. Buena parte de su listado busca animar el barrio con actividades que atraigan visitantes, como crear fiestas populares en invierno, las mencionadas actuaciones musicales u ofrecer una plaza semanalmente a los productores de agricultura ecológica para un pequeño mercado.

Una de sus grandes esperanzas es la reforma del Mercat Vell y sa Peixeteria, donde, además, se prevén algunos puestos de restauración que abrirán todo el año. No obstante, lamentan que las obras no hayan empezado en noviembre y se temen «un trasiego de polvo y escombros» en Semana Santa. En el mismo sentido, urgen a que se impulse el Museo del Mar en sa Riba.

Acceso

«Los comercios no abren por falta de clientela y la gente no viene porque no encuentra alicientes», recuerdan. A ello se suma que las viviendas del barrio, pequeñas, antiguas, sin ascensor ni aparcamiento, han ido ahuyentando a los vecinos.

También advierten que es necesario mejorar el acceso a la Marina. Por ejemplo, abrir la avenida de los andenes para que la gente de fuera del barrio pueda aparcar en invierno o más transporte público con minibuses.

Por último, invitan al Ayuntamiento a que invite a los establecimientos a abrir en invierno con una condonación del IBI o de las tasas de basuras en temporada baja. Igualmente, advierten que la actividad comercial y de restauración está encorsetada por un Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del casco antiguo que ha quedado «totalmente obsoleto».

Así, lamentan que la normativa no permite en invierno las terrazas de la restauración en algunas calles, como el tramo de Manel Sorà frente a sa Peixateria, donde hasta hace pocos años abrían un bar de tapas en invierno. El Pepri también dificulta la instalación de aires acondicionados o encarece elementos como las persianas.

«Obligan a que sean de madera, cuando ahora se hacen unas de aluminio que son estéticamente idénticas», precisa Ferrer, que también denuncia la falta de atención con el barrio. Los camiones de Aqualia o de la limpieza repostan siempre el agua en Comte de Rosselló, «en una boca que está echa para el riego», y no cierran el caudal «hasta que ya está la calle empapada», critica.

Con estas dificultades, «los negocios que abren, no duran más de diez años». «Solo permanecemos los que llevamos varias generaciones consolidados», apuntan. «O donde los propietarios cubrimos un turno y medio o dos de trabajo, porque no podemos permitirnos más plantilla», apostilla Artiga.

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Tanto los comerciantes como la restauración y los vecinos de la Marina advierten que se ha multiplicado el trasiego de toxicómanos que pasan de camino a sa Penya. Así, también se ha disparado la sensación de inseguridad, con el caso extremo del Bar Maravillas, donde el pasado mes de noviembre reventaron la puerta para robar la caja «por quinta o sexta vez» en los últimos años. Judith Artiga denuncia que también han intentado forzar la puerta de su tienda de ropa, sin éxito, en dos ocasiones, la última el pasado noviembre. «Ahora se ve más a menudo a la policía, pero al mediodía. No se les ve a las ocho de la tarde, que es cuando cerramos y se corre más riesgo», lamenta Joana Cruz.

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