Conservatorio

‘Ballet’ en Ibiza para superar la guerra de Ucrania

Kira Matviienko, una joven de trece años de Dnipro, asiste como oyente a primero de profesional de los estudios danza del Conservatorio de Ibiza

Kira Matviienko, en primer término, con la profesora de ‘ballet’ Giselle Marimon, y, al fondo, sus compañeras de clase.

Kira Matviienko, en primer término, con la profesora de ‘ballet’ Giselle Marimon, y, al fondo, sus compañeras de clase. / J.A. Riera

Maite Alvite

Maite Alvite

No es fácil olvidar el horror de la guerra y dejar atrás a tu familia y tu tierra para empezar de cero en otro país, pero a veces hay ilusiones, como poder seguir practicando tu hobby favorito,el ballet, que pueden ayudar a hacer más llevadero el trauma. Eso es lo que le ha pasado a Kira Matviienko, una joven ucraniana que desde el pasado 12 de diciembre asiste como oyente al Conservatorio Profesional de Música y Danza de Ibiza y Formentera ‘Catalina Bufí’ (Ceif).

La adolescente, que acaba de cumplir trece años, tuvo que salir de Dnipro, en febrero, cuando las tropas rusas invadieron Ucrania. Se fue a España con su madre, Olena, y su hermana mayor, Yeuhenia, de 28 años. En su localidad natal, la cuarta ciudad más poblada de Ucrania, quedaron su abuela y su padre, Igor, que, explica, está luchando contra las fuerzas militares de Rusia.

La joven nacida en Dnipro, en clase, con otras dos alumnas.

La joven nacida en Dnipro, en clase, con otras dos alumnas. / J.A. Riera

Su primer destino fue Madrid, pero hace dos meses Kira y su madre cambiaron su residencia a Ibiza. Olena ya ha encontrado trabajo y su hija está estudiando segundo de ESO en Sa Blanca Dona. Lo cuenta la adolescente con gesto tímido y serio, intentando defenderse con un castellano que todavía no domina. No le está siendo fácil hacerse con el idioma, también le cuesta «un poco el catalán», pero aprende rápido y voluntad no le falta. Ya lo han comprobado en el Conservatorio de Ibiza, a donde su madre acudió hace unas semanas para pedir que la admitieran, pensando que retomar sus clases de danza le ayudarían en su proceso de integración. Lo explica Mabel Ribas Tur, jefa de estudios adjunta de danza: «No tenía conocimientos de música ni estaba dentro del plazo de matrícula, así que no podía convertirse en alumna oficial, pero, al conocer sus circunstancias, saber que tenía condición de desplazada y comprobar que reunía requisitos para la danza, nos pusimos en contacto con la conselleria balear de Educación para explicarle el caso y solicitarle su permiso para admitirla como oyente». Desde el Govern respondieron rápidamente dando su visto bueno. En 2023, eso sí, si quiere continuar su formación en el Conservatorio de Ibiza, tendrá que presentarse a las pruebas de acceso correspondientes.

Tras evaluar su nivel, Matviienko asiste como oyente al primer curso de enseñanzas profesionales de danza clásica. Las clases, que ahora se interrumpen hasta el 9 de enero por las vacaciones navideñas, las comenzó hace unos días. Giselle Marimon es su profesora de ballet, Emmanuela Torres Rodríguez , la de danza de carácter, y Carolina Sánchez, la de música.

Marimon dando indicaciones a Matviienko.

Marimon dando indicaciones a Matviienko. / J.A. Riera

Marimon asegura que «Kira reúne todas las condiciones de una bailarina de ballet clásico, tiene un cuerpo proporcionado, un gran empeine, elasticidad notable y coordinación y musicalidad». La joven ucraniana empezó a estudiar ballet con once años en la escuela de Dnipro Academic Opera and Ballet Theatre. Antes, desde los seis años, había hecho gimnasia rítmica. Marimon resalta que en países como Ucrania y Rusia hay mucha tradición de ballet y que allí la profesión de bailarina está muy bien vista.

Matviienko ha estado un año sin practicar su pasión con lo cual ahora le toca recuperar la forma. «Estoy trabajando en ella sin agobiarla para darle el tiempo de adaptación que necesita», comenta su profesora, que está «muy contenta de tenerla en clase, también porque es un incentivo para que el resto de alumnas se esfuercen». La joven ucraniana sonríe cuando afirma que está «muy feliz» con las lecciones de danza. Tiene claro que quiere convertirse en bailarina profesional. Desde el Conservatorio de Ibiza, apunta Marimon, están dispuestos a contribuir todo lo que puedan a que cumpla su sueño.

Suscríbete para seguir leyendo