Sorteo

¿Cuándo ha caído el Gordo de Navidad en Ibiza?

Desde las pesetas al euro, los premios que han caído en las Pitiusas

Una administración de lotería de Ibiza

Una administración de lotería de Ibiza / J.A. Riera

Ibiza

En 1970, Ca n'Eubarca, supermercado de Santa Eulària, repartió alegría (y un millón de las antiguas pesetas) entre sus clientes en participaciones de cien y 50 pesetas. Hasta cien personas resultaron agraciadas, entre ellas Maruja Planells, dependienta de la tienda de regalos Sinuhé, que era una de las que más papeletas llevaba, según se lee en la prensa de la época. En ella abundan titulares que dejan claro que Ibiza y Formentera no eran muy afortunadas en el sorteo de Navidad: «La suerte pasa de largo», «El Gordo se volvió a quedar flaco», «Las Pitiusas, olvidadas por el Gordo de Navidad», «Poca suerte en las Pitiüses», «Las Pitiusas se conforman con la pedrea», «No hubo premios para Ibiza y Formentera», «Ibiza, una vez más sin suerte», «Los gordos no llaman a nuestra puerta»...

Diez años después dos familias de la isla aprovecharon una visita a Mallorca para comprar en el aeropuerto tres décimos agraciados con 12,5 millones de pesetas de un segundo premio cada uno. Maria Rosa Juan y José Coll habían adquirido dos, por lo que se llevaron la friolera de 25 millones de pesetas. Catalina Torres, «viuda y madre de dos niños», había comprado uno, compartido. Un año después, Puig d'en Valls «era una fiesta», ya que entre sus vecinos se repartieron seis millones de pesetas.

El 23 de diciembre de 1986, el entonces primer teniente de alcalde de Santa Eulària, Mariano Juan, posaba muy sonriente (y diez millones de pesetas más rico) para Diario de Ibiza con uno de los décimos del 63.342, un quinto premio, que había comprado en Palma «una de las veces» que fue al dentista con su mujer. Compró dos series enteras, 50.000 pesetas, vendió tres números a sus amigos, que consiguieron 600.000 pesetas cada uno, y el resto se los quedó. Todos ellos tenían pensado invertir parte del premio en un viaje a Canarias.

En 1989, Antonio Arroyo Cardona adquirió seis décimos del 62.483 en la popular Doña Manolita, en Madrid. Se gastó 15.000 pesetas y ganó 15 millones, que quedaron «bien repartidos entre la familia». Uno de los décimos se lo vendió a Antonio Paredes, amigo suyo, que lo festejó con su novia, Paquita, en el supermercado Eivipreu de ses Figueretes, del que era encargado. Paquita aprovechaba la prensa para comentar que los millones «igual» la animaban a plantearse la boda «más firmemente». La suerte ese año llegaba también a los clientes de Exclusivas Miró, que repartió 40 millones en participaciones que, a su vez, había regalado Licor 43. «No es mucho, pero es un buen pellizco para soportar el fuerte gasto que ocasionan estas fiestas», comentaba el propietario de la empresa, que mostraba su alegría a pesar de no haberse quedado con ninguna de las participaciones.

Rappel pronosticó que caería en Ibiza

En 1993, y a pesar de que el popular vidente Rappel había pronosticado que el Gordo caería en Ibiza, los ibicencos tenían que conformarse con alguna pedrea. Al año siguiente, «tres jóvenes empleados» de una sucursal del Banco de Ibiza en Jesús se hacían con 60 millones de pesetas. Los tres compartían dos décimos del Gordo, que cayó en Barcelona, en el barrio de Gracia, en el 49.595. Algo similar le pasaba a Inés Redondo en 1999. Trabajadora del servicio de limpieza de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, había comprado en Madrid ocho décimos del 17.913, en el que recayó el segundo premio (14,4 millones de pesetas por décimo). Los repartió entre la familia y compañeras de trabajo, por lo que el día del sorteo la clínica se convirtió en una auténtica fiesta. Inés, madre de dos hijas, una de 25 años y otra de doce, explicaba en este diario que su intención era dedicar el premio a dar una entrada para un piso.

Hubo que esperar a 2003 para que la suerte de la Navidad tocara en euros en Ibiza. José Marcos Albaráñez hizo una «parada técnica» en Sort en agosto, durante un viaje a los Pirineos, para comprar en la popular administración La Bruixa d'Or, una serie entera del 42.473, que cuatro meses después resultó agraciado con el Gordo. Él se quedó uno, le dio cuatro a su padre y el resto lo intercambió con vecinos y compañeros de trabajo de Dielectro Balear. Con ellos aparecía en la prensa brindando y riendo. «Ha sido un alegrón tremendo», indicaba.