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Miren Jaurne Martínez Otero, Mimi XXL Comunicadora

Mimi XXL: «Tenemos que apropiarnos de la palabra gorda, normalizarla para que no sea un insulto»

La comunicadora, una de las activistas contra la gordofobia en este país, presenta su libro ‘La venus que rompió el espejo’ hoy a las siete y media de la tarde en la biblioteca de Formentera

Miren Jaurne, ‘Mimi XXL’, ayer por la mañana en Formentera.

Hasta los 34 años, Miren Jaurne, más conocida en redes como Mimi XXL, no se había puesto un bikini en público. Lo hizo frente a los espectadores de su canal de Youtube, en el que tiene más de 258.000 suscriptores y desde el que se ha convertido en una de las referentes en España del bodypositive y de la lucha contra la gordofobia. Esta tarde, a las siete y media, presenta su libro, ‘La venus que rompió el espejo’, en el que explica el acoso que sufrió de niña por su peso, en la biblioteca Marià Villangómez de Formentera. Es la primera vez que está en las Pitiusas, pero promete venir en verano. Y lucir bikini, claro.

¿Qué le pasa a la sociedad con los cuerpos gordos?

Que no los aceptan y no quieren reconocer que no los aceptan. A mí me encantaría saber qué pasa realmente, desde cuándo tenemos la idea de que un cuerpo gordo, más allá de lo que te quieren decir sobre si está sano o no, no es bonito. Desde cuándo, por estar gorda, no puedes entrar en la categoría de que puedes gustar.

Comenta lo de sano. Muchos comentarios desagradables hacia las personas gordas incluyen el «te lo digo por tu salud». Nuestra salud mental les da igual, obviamente.

Exacto, les importa cero y nada. Lo de «te lo digo por tu salud» te lo dice la gente como si fueran nutricionistas o médicos de cabecera. No les preocupa mi salud, les molesta ver mi cuerpo. Si fuera por mi salud tendrías presente que igual después de ese comentario me voy a mi casa y me meto los dedos hasta la garganta. Hace poco España se puso a la cabeza en el índice de suicidios. ¿Por qué salud me lo estás diciendo? No es por salud, es por estética.

Hay quien pensará que al hablar de gordofobia, se exagera.

La gente no lo quiere admitir. Hay gente que no es abiertamente gordofóbica, pero sí de una forma inconsciente o subconsciente. Hay gestos o miradas despectivas. No son algo tangible, no todo el mundo lo percibe, pero tú sí lo sientes. Que los demás no lo vean no significa que no exista.

Venga, trucos para detectar gordofóbicos que están convencidos de que no lo son.

Mira, una cosa que a mí me hace mucha gracia es la gente que tiene pudor a la hora de usar la palabra gordo delante de ti. Hablan de una tercera persona que igual ni conoces y te dicen: «No te ofendas, pero es gorda». ¿Por qué me voy a ofender? Es que no debería ofenderme ni aunque estuvieras hablando de mí. Esos comentarios de «lo digo sin ofender», «es sólo descriptivo», pero les da pudor llamar gorda a una persona gorda porque saben que sí tienen ese prejuicio o ese rechazo.

¿Es un insulto?

Depende de cómo se diga. Yo me puedo describir a mí misma como gorda. O a otra persona, si hay dos personas con las mismas características de altura, color de pelo. ¿Quiero ofender a esa persona? Ni muchísimo menos. Es una descripción, pero con el tono o la sorna con que se diga la palabra puede ser un insulto. Tenemos que hacernos con la palabra para poder normalizarla y que no se convierta en un insulto.

Cosas del día día que nos demuestran esta gordofobia.

Lo primero que me viene a la cabeza es el mundo de la moda. Vestirnos es algo que necesitamos todos y, a partir de una talla 46, no podemos entrar en todas las tiendas. Ni siquiera las que tienen una minisección de tallas grandes llegan a según qué tallas ni garantizan que no vayas a ir vestida como una mujer que va a misa de siete. Olvidémonos de sentirnos bien con nosotras mismas, algo que es un factor importante, sobre todo si eres adolescente porque te quieres sentir bien.

En esto, los países anglosajones nos llevan mucha ventaja.

Sí, viví un tiempo en Inglaterra y allí, por primera vez entraba en las tiendas y veía ropa juvenil de mi talla. Fue un shock cultural muy grande. Eso no quiere decir que allí no haya gordofobia, que la hay, en mucho menor medida, pero la hay. Pero tanto ellos como Estados Unidos nos llevan la delantera desde hace mucho tiempo. De ahí viene el bodypositive.

¿Y más allá de la moda, qué señales de gordofobia hay?

Pues el mundo de los medios. Seguimos viendo un estereotipo. Me llama la atención ver programas en los que, según los cánones y mi gusto personal, ves tíos que son unos callos pero todos tienen al lado una tía espectacular. ¡Joder! ¿Por qué un feo puede presentar un programa de televisión y una fea no? Quiero ver feas en la tele. En el caso de los hombres se dice que es profesional, gracioso, que gusta a la audiencia... ¿Y una mujer qué? ¿Tiene que ser guapa sí o sí?

¿Algún aspecto más?

Pues más de raíz, en los colegios y en los institutos. En la infancia y adolescencia hay muchos casos de bullying, no sólo por el peso, obviamente, pero también.

Esto usted lo conoce bien.

Sí, por desgracia, de primera mano. Justo ahora, en Ràdio Illa, Bernat, el presentador, me ha explicado que a su hijo en clase le estaban educando en valores y le hablaban de autoaceptación. Es fantástico. ¡Ojalá hubiera tenido yo esto en el colegio! No se trata sólo de autoaceptación sino de inteligencia emocional, de aceptar a niños que son diferentes y no sólo por el físico. Por raza, origen, religión... Cada persona es diferente. En clase, somos 30 niños y somos todos diferentes, pero hay tres que por algo concreto, el peso, en mi caso, se les va a machacar. Donde se podría y se debería trabajar es en los centros escolares. Si no me aceptas, no me aceptes, pero tienes que respetarme.

¿Cómo se llega, tras ese acoso, a este punto en el que está usted?

El golpe en la mesa llega después de muchos años machacándote. Privándote de vivir cosas, de ir a sitios, por las limitaciones autoimpuestas y tus complejos. Eres como una olla exprés y llega un momento en el que el pitorrito explota. Dices «yo también me merezco vivir». Cuando tocas fondo encuentras esa mala leche. Porque si no, no vuelves a salir a la calle en tu vida.

Hay momentos de pensar eso.

Sí. Tuve una ansiedad social brutal. De cada cinco veces que quedaba con mis amigas, cuatro les daba plantón y la quinta me daba un ataque de pánico. Temblaba, lloraba y no me veía capaz de salir a la calle. Para ir a trabajar me ponía gafas de sol y auriculares a todo volumen. Pensaba que la gente me miraba, que si alguien me veía de perfil me notaba más la barriga... Iba por la vida en una cápsula que me creaba para protegerme del exterior. Eso me suponía un estrés. Llegaba a casa agotada. Sólo quería meterme debajo del nórdico y no salir. Y a eso no hay derecho. Sea por gorda, por tu raza o la orientación sexual.

Eso hay que trabajarlo mucho. Incluso en ese punto, una mirada o un comentario te hunden.

Totalmente. Hay que trabajarlo a diario y, si se puede, de la mano de un profesional. Y rodeada de un entorno sano. Porque si llegas ahí y tienes familiares que te hacen comentarios negativos o amigos que se ensalzan a base de hundirte eso no te va a servir de nada.

La familia te dice cada cosa...

¡Buf! Lo sufrí con mi padre, que es el único gordo de la familia. Y era el que más me machacaba. A día de hoy tengo buena relación y lo hemos hablado. Lo he podido reeducar, pero era horrible. Tu casa, en esa situación, es el único sitio en el que estás a gusto y a salvo. Si ahí alguien te dice que estás gorda, que eso no te cabe... No tienes dónde esconderte. Los comentarios, en casa... ¡Telita!

El «con lo guapa que eres de cara»...

Volvemos al principio: asumimos que un cuerpo con sobrepeso no puede ser bonito. ¿Dónde está la plantilla de los cuerpos que se pueden considerar bonitos? ¿Quién la ha hecho?

Muchas empresas están subiéndose al carro de bodypositive, pero no es real. Recuerdo un anuncio de Violeta con Vicky Martín Berrocal con un vestido bodycon fabuloso y en la tienda era un saco. Para el anuncio se lo habían apretado con pinzas.

Nunca compro ahí. Es un lavado de cara. No se trata sólo de hacer tallas grandes. Mango le cambió el nombre y le hizo una tienda aparte. ¿Tanto daña a tu marca tener ropa de otras tallas en tu tienda? Eso me generó rechazo. Vicky es un mujerón. Aceptan una figura normativa, de reloj de arena, con pecho y culo, pero más ancha de lo normal. No verás una como yo: con barriga y el culo plano. Típico de síndrome de ovario poliquístico. Chicas gordas, pero que no tienen papada y una figura de guitarra española que da gusto. No son modelos de pasarela, pero...

Se probó un bikini en público pro primera vez a los 34.

Jamás pensé que me pondría eso en público. Lo hice. Lo pasé muy mal. Me aseguré de grabarlo a la hora en la que había menos gente. Al ver el resultado y la reacción al vídeo y la acogida que tuvo entre los seguidores me sirvió como terapia. Toda la vida sin ponerte un bikini, teniéndole pavor a una tienda de ropa. Es delirante. ¿Qué daño hace una gorda en bikini en la piscina? Digo gorda porque gordos hemos visto toda la vida. Me encanta nadar, la playa, la piscina, y no es que estuviera 34 años sin ponerme un bikini, es que estuve diez años sin ponerme un bañador, sin quitarme un pantalón y una camiseta. Imagina hasta dónde llega.

Nos saboteamos constantemente. No creemos que le podamos gustar a alguien o que alguien nos pueda querer. Si alguien nos mira es porque somos un horror.

Exacto. Las primeras relaciones, que en mi caso llegaron tarde, en la veintena, no son relaciones normales. Te cuesta entender por qué le gustas a la otra persona. Nunca llegará a ser una relación en términos justos. Ni para ti ni para la otra persona. He conseguido encontrar una pareja, estoy a gusto conmigo misma y realmente tienes ese núcleo del mal en el cerebelo que te dice que eso no está bien. En el libro le pido perdón a una de mis exparejas porque boicoteé la relación. Estaba tan metida en mi dolor y mi inseguridad que no me daba cuenta de que ese chaval tenía unos sentimientos genuinos.

Eso por no hablar del daño que le causamos a nuestros cuerpos.

Meterse los dedos para vomitar, dejar de comer, autolesionarse... Es un peligro que entra en casa por debajo de la puerta, sin que te des cuenta. Muchas chavalas jovencitas, de una forma u otra, se restringen calorías. No hablo de cuidarse o de comer sano, hablo de restricción a una edad a la que no es necesario y con un cuerpo que no lo necesita. Si en la adolescencia te restringes la comida, en ese momento hormonal en que explotas y te comparas con las demás es que ya te ha entrado por la puerta. Ya es normal saltarte una comida. Restringirse. En mi caso no sólo sufrí un desorden alimenticio, es que me autolesionaba. A mí me hacía sentir bien. Castigar el cuerpo hasta la sangre para sentirme bien. Es una expresión de odio a ti misma.

¿Está escribiendo otro libro?

Sí, pero de ficción. Todo lo que había que contar de mí ya lo conté en el otro. Estoy con una novela, revisando y puliendo. A ver si antes del año que viene sale, pero es un registro completamente diferente.

Dígame que la protagonista es gorda, por favor.

¡Pues no! Debería planteármelo. Es verdad que faltan protagonistas gordas en las novelas.

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