La eterna necesidad del consenso. Ese Santo Grial que los políticos llevan buscando en materia urbanística desde la transición democrática aún está siendo invocado como esperanza de futuro, más que como realidad del presente. Y ayer no fue una excepción. La pregunta que encabezaba el debate, con letras bien grandes sobre las cabezas de los participantes, era: «Crecimiento, ¿hasta dónde?». Pero los ocho políticos participantes en el coloquio, pese a hablar durante dos horas y cuarto de este asunto, lograron la proeza de no responder a la pregunta.

Acogiéndose a la poco comprometida fórmula de «crecer, pero no de cualquier manera», todas las formaciones políticas escurrieron el bulto y lograron situarse en un punto equidistante entre un desarrollismo radical y un proteccionismo exagerado. Sólo hubo dos excepciones, uno a cada extremo del espectro ideológico. Ara Eivissa defendió el crecimiento cero, mientras que Vox optó por un crecimiento sin límites.

El PP, a través de Mariano Juan, afirmó que «se puede crecer en algunos sitios y se puede decrecer en otros», si bien luego aclaró que por decrecer entiende dejar de construir parte de lo planificado. Abogó por desarrollar las zonas periféricas de los actuales núcleos urbanos o bien intensificar más la ocupación de éstos, con viviendas más reducidas. Mariano Juan pidió «más disciplina urbanística» para combatir las obras ilegales y lamentó que el Consell sólo haya cobrado en un año unos pocos miles de euros cuando el Ayuntamiento de Santa Eulària ha recaudado 430.000 «con un solo celador».

Vicent Tur, frente a las críticas del PP por la modificación del Plan Territorial Insular (PTI), respondió que dichos cambios han sido «de poco calado», en realidad «sólo afectan a dos cosas: que no se pueda construir en los bosques, porque el incendio de Grecia del año pasado puede ocurrir en Ibiza, donde el bosque es un polvorín», y, por otra parte, «el que quiera segregar una parcela para venderla pierde el derecho a edificar, pero el que quiera segregarla para un hijo, puede edificar». Augurando cuál será su cometido si gana las elecciones, garantizó que, si le corresponde esta materia, él se encargará de alcanzar un consenso en materia territorial.

Podemos, por su parte, a preguntas del público, eludió comprometerse a reproducir en Ibiza la limitación de entrada de coches que ha aprobado Formentera, al menos «no de forma inmediata». Sí se comprometió a «abrir el melón» de este debate la próxima legislatura para aplicar la medida «cuando sea necesario». Extender una auténtica red de transporte y, al menos, triplicar la plantilla de inspectores turísticos para luchar con el alojamiento ilegal son prioridades de Viviana de Sans.

Una persona del público planteó con toda crudeza una pregunta-denuncia a todos los políticos, al retarles a que dijeran si apoyarán medidas positivas concretas que sean propuestas por otro partido diferente. Se refería, entre otras cosas, a la falta de vivienda, al descontrol turístico o a los taxis piratas. «Nosotros confiamos en vosotros, pero como solo vais a putearos, luego no arregláis nada», señaló.

El representante de Ciudadanos, Javier Torres, denunció que «en estos cuatro años se han hecho cero VPO. Armengol viene a fotografiarse en solares vacíos».

Proposta per Eivissa, a través de Encarna Castro, defendió la necesidad de «implantar autobuses lanzadera para entrar en la ciudad de Vila, porque está colapsada». el candidato de EPIC, Iván Ros, había hecho antes esta misma propuesta.

El excandidato al Senado por Vox en Ibiza y Formentera, José Luis Sánchez Saliquet, empleando un tono vociferante desde los asientos del público, retó a Arnau Mañas, de Ara, a responderle si «rechazaría ganar 60.000 euros en vez de 30.000 si se le presentara la oportunidad», a lo que el candidato de izquierdas contestó que, si esa ganancia extra supusiera un perjudicio colectivo, renunciaría a ella. Ara también apostó por el turismo familiar como el más conveniente para la isla.

La integrante de Prou! y moderadora del debate, Neus Escandell, expresó la voluntad de su organización de «preservar el turismo», industria de la que «todos viven en esta isla, directa o indirectamente», pero abogó por regular. «Regular quiere decir que unas cosas se aceptan y otras se prohíben», aclaró Escandell.

La sala del Club Diario de Ibiza se vio abarrotada por el público que acudió a presenciar el debate electoral entre los partidos que concurren al Consell.