Las firmas buitre de abogados vieron que había llegado su gran oportunidad cuando en 2013 cambió la legislación británica con la llamada reforma Jackson. Esa modificación diferenció las reclamaciones que se hacían por viajes al extranjero de las que eran por vacaciones en el propio Reino Unido. La distinción desde ese momento, según detalló en su informe el consejero de Turismo en Londres, fue crucial: para las referentes a viajes fuera de Gran Bretaña no existe límite a los costes legales anexos a las reclamaciones. Los abogados olieron la sangre.

En el informe de la Oficina de Turismo de Londres se alerta de que «otra causa de esta crisis» son, precisamente, los claim farmers, recolectores de reclamaciones que luego se las pasan a bufetes buitre de abogados a cambio de comisiones. «Estas empresas llevan 20 años operando en el Reino Unido y son muy activas y agresivas en su captación en las redes sociales», avisó el consejero Enrique Ruiz de Lera en su informe.

Las claim farmers se especializaron inicialmente en reclamaciones por accidentes en las vías públicas, para luego buscar nuevas áreas de negocio como los accidentes de tráfico, la venta de productos financieros por parte de bancos durante la crisis y los vuelos retrasados. Ahora les toca el turno a las reclamaciones gástricas de los viajeros que contratan paquetes con los turoperadores. En verano sacarán tajada.