Armengol no quiere precipitarse, pero la enfermedad de Boned le resta margen de control y acentúa aún más la debilidad de Camps. Se impone pues una salida conjunta de los dos para minimizar el coste político. Aun sin tener fecha de salida, la consellera está ya sentenciada porque Armengol no podría permitirse una segunda remodelación a corto plazo. Tres son los «graves fallos» de Camps, que han terminado por indicarle la puerta. Por un lado, la «falta de proyecto». Desde Més reconocen que adolece de una hoja de ruta definida y clara. Los otros desencadenantes de la crisis radican en los problemas de adaptación de Camps. Por un lado, es «una mujer que lleva 40 años viviendo en Valencia, desconectada de la realidad balear». Por otro, «no ha hecho equipo con los suyos, tampoco ha sabido forjarse relaciones de confianza», explican desde el Pacto. Al final la consellera ha terminado por «encerrarse en un búnker» con sus escasos afines. Enfrente tiene a todos sus altos cargos, «todos muy buenos», lo cual demuestra que «el problema es de la que está delante».