Blasco Ibáñez: "La pistola es como una segunda lengua del ibicenco"

La novela ‘Los muertos mandan’ del primer superventas español provocó un gran enfado en Ibiza y Formentera

Vicente Blasco Ibáñez.

Vicente Blasco Ibáñez. / AYUNTAMIENTO DE VALÈNCIA

Vicente Blasco Ibáñez, (1867- 1928) no es un clásico en la Historia de la Literatura, pero ningún escritor le aventaja en la popularidad que consigue, no ya entre nosotros, sino en Europa y Estados Unidos, donde lidera las listas de libros más vendidos. Blasco tiene el secreto del best seller y arrasa. ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’ –sin ser su mejor obra- es un encargo del presidente francés Raymond Poincaré. En Estados Unidos es más leído que la Biblia, se venden doscientos mil ejemplares en un año, las tiendas se llenan de ceniceros, corbatas y pisapapeles con motivos alusivos a la novela, da conferencias en gira por todo el país, recibe el doctorado honoris causa por la Universidad de Washington y la prensa le paga mil dólares por artículo. Blasco hace ‘caja’. Viaja en Rolls Royce, compra una finca en la Costa Azul y una mansión en la Malvarrosa (Valencia), hoy sede de su fundación y museo. Su entrada por la puerta grande en Hollywood todavía sorprende. ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’ y ‘Sangre y arena’ son superproducciones que convierten a Valentino en estrella. Minnelli realiza otra versión y Rouben Mamoulian la hace de ‘Sangre y arena’ con Tyrone Power, Rita Hayworth y Anthony Quinn. Rex Ingram lleva al cine ‘Mare nostum’ y Greta Garbo interpreta ‘El Torrente’, basada en la novela ‘Entre naranjos’. En versión hispano-italiana se rueda ‘Cañas y Barro’ y son también llevadas al cine ‘Flor de mayo’, ‘La Barraca’ y ‘Arroz y tartana’. Muchos años después, hemos visto sus obras en celebradas series de televisión. 

Su éxito está en la singularidad de su escritura. Blasco tiene una imaginación portentosa para crear historias que no dan respiro, personajes de carne y hueso y ambientes llenos de fuerza, descritos con un lenguaje de calle, vital y colorista. Más que con la cabeza, Blasco escribe con el corazón y el bajo vientre. Tiene una facilidad endiablada y un estilo directo y desenfadado que dosifica con habilidad melodrama, comedia y comicidad. Escribe con la luminosidad de su amigo Sorolla. A mí me recuerda a Swift, Defoe y Verne. Predica un españolismo exaltado y sentimental, un panmediterraneísmo dionisiaco con descripciones sensitivas y visuales, razón de su potencial para el cine. 

Blasco escribe como es. Su propia vida es una agitada novela que alterna política, periodismo, literatura, dolce far niente y amoríos. Se considera, más que escritor, hombre de acción. Revolucionario en política, recuerda los sans-culottes franceses y defiende el principio roussoniano de que la soberanía popular no se delega, se ejerce. Antimonárquico y anticlerical, joven todavía, boicotea las procesiones que organiza el arzobispado de Valencia, revienta una expedición de peregrinos que van a Roma, publica contra los jesuitas un novelón, ‘La araña negra’, ingresa en la masonería, milita en el partido republicano del que es diputado 7 años, solivianta a las masas contra la guerra de Cuba, se bate en duelo varias veces, ataca el gobierno de Restauración, su activismo le lleva a la cárcel y al exilio, combate la dictadura de Primo de Rivera, funda el diario ‘Pueblo’, crea y dirige las editoriales ‘Sempere’ y ‘Prometeo’, renuncia a su candidatura para el ingreso en la Real Academia Española y no deja de viajar. Recorre Europa, Estados Unidos y Sudamérica. En Argentina compra tierras y funda ‘Nueva Valencia’ y ‘Corrientes’, actuales graneros de la nación. Recoge su vuelta al mundo en tres volúmenes, ‘La vuelta al mundo de un novelista’ y es tal su fama que un editor le adelanta 50.000 dólares para que escriba –cosa que no hace- sobre el descubrimiento de América.

De talante arrollador y orador persuasivo, enardece a los auditorios, se convierte en el político más popular de Valencia y sus oponentes le temen por la capacidad que tiene de arrastrar a las masas. Lee especialmente a Maupassant, Zola, Dumas, Balzac, Stendhal, Tolstoi, Victor Hugo, Nietzsche, Darwin, Marx, etc., y nos deja más de 50 novelas, casi todas best sellers. Basta recordar títulos como ‘Cañas y barro’, ‘La barraca’, ‘Arroz y tartana’, ‘Entre naranjos’, ‘La catedral’, ‘Sangre y arena’, ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’, ‘Mare Nostrum’, ‘Los argonautas’… Hace ya siete años, cuando visité su Casa-Museo en la Malvarrosa, pude leer en un apunte de su biografía que, aunque a su sepelio acudieron miles de personas, «su memoria fue borrada, sus libros prohibidos, su familia perseguida, sus bienes incautados y su mausoleo destruido».  

Enfado en Ibiza y Formentera

Para acabar, no quiero obviar el enfado que provocó en nuestras islas ‘Los muertos mandan’, novela que trata de la lucha del individuo contra el determinismo de la herencia y del medio. No hace mucho hemos sabido que, con el título ‘Ley del mar’, la llevó al cine Miguel Iglesias Bonns que rodó en Vila y Santa Eulària. El relato nos deja auténticas perlas: «La pistola es como una segunda lengua del ibicenco», «se evita salir de noche porque cada ribazo da sostén a una pistola y cada árbol da guarida a una escopeta», «en la isla todos están unidos por cruces de sangre», «el baile del hombre es frenético, como la danza de guerra de una tribu africana», «Un ‘bona nit’ o una petición de lumbre para el cigarro pueden ser contestados con un pistoletazo», «salvajes aullidos humanos en el bosque cortan el silencio como un grito de guerra, ¡Auuú….!», «la gran industria de los habitantes de Formentera es hacer naufragar barcos con luces encendidas que por las noches engañan a los navegantes y todo lo que traen las olas a la arena es un regalo de Dios que les pertenece de pleno derecho». 

Blasco desbarra y su relato molesta en la isla, donde, como comenta Farjarnés, don Enrique, se hace una lectura literal de lo que es sólo ficción. Sin embargo, dicho esto, conviene recordar que estuvo justificado el cabreo que manifiesta Macabich en su ‘Historia de Ibiza’, (vol. IV pag. 11 y ss), por el artículo que sobre Ibiza y sus gentes publica Blasco en el rotativo argentino La Nación, con las mismas barbaridades de la novela y que ya no son licencias literarias, son calumniosas declaraciones que buscan notoriedad con patrañas que alimentan el morbo. De aquí, también, el artículo ‘Falsedades de ‘Los muertos mandan’ que don Francisco Medina publica en el ‘Diario de Ibiza’ el 12 de febrero de 1909.