CERTAMEN LITERARIO

Hay Festival: el milagro británico que triunfa en español

Más de dos décadas a sus espaldas congregando a escritores y otros gremios vinculados a la cultura y las ideas acreditan a este festival literario internacional, que este jueves ha arrancado una nueva edición en Segovia.

El ejecutivo Pablo Isla y el cineasta y escritor Rodrigo Cortés, en una charla del Hay Festival Segovia 2022.

El ejecutivo Pablo Isla y el cineasta y escritor Rodrigo Cortés, en una charla del Hay Festival Segovia 2022. / LISBETH SALAS

Juan Cruz

Estos días se abre en Segovia un milagro británico que triunfa en español, el Hay Festival. Reúne a autores de todas partes, anglosajones, latinoamericanos, españoles, de otras raíces literarias… A sus actividades, que no cesan en los días en que se programan, acuden también personas de todas partes que, además, y esto es insólito en la historia de la relación de los lectores con las celebraciones literarias, pagan por escuchar a los escritores y a los distintos intervinientes en las distintas partes de que consta este festival ahora ya legendario. Escritores, pero también políticos, artistas de otras disciplinas, protagonistas de la vida pública internacional. Pero sobre todo escritores.

Hace años a Segovia se iba por sus museos, por su acueducto, por su clima, y también por su legendaria gastronomía. Desde hace más de veinte años también se va allí, sobre todo, por el Hay, una entidad que en 2020 ganó el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Es un milagro británico que nació hace 36 años en Gales, impulsado por Peter Florence y ahora dirigido, en el ámbito inaugural y en distintas sedes latinoamericanas del Hay, por una madrileña de raíz canaria, Cristina Fuentes La RocheEste Hay que inventaron los británicos para juntar a autores de todo el mundo, pero sobre todo a los anglosajones, funciona también en Segovia, dirigido en este caso por Sheila Cremaschi (Argentina de Neuquen), cuyo festival anual está en marcha desde este jueves. Con ellas dos hemos hablado para que se adentren en las razones de su éxito.

La idea que lo puso en marcha fue, precisamente, poner a la gente a discutir sobre las ideas. Enseguida fue también un escaparate para la divulgación (y la discusión) literaria. Dice Cristina Fuentes que aquel modelo nacido en Gales fue pronto muy atrayente para los letraheridos latinoamericanos, de modo que nació una vía a la que se incorporó Segovia, el festival ahora en marcha cuando acaba de terminar, en México, el que anualmente también tiene lugar en Querétaro. Pronto será el que se celebra anualmente en Cartagena de Indias (Colombia), y en cartera está el que se organiza en Arequipa, la tierra natal peruana de Mario Vargas Llosa.

Cristina Fuentes La Roche, directora internacional de Hay Festival.

Cristina Fuentes La Roche, directora internacional de Hay Festival. / Cedida

No es un circo que pone sus reales allá donde se abre, porque junto a estas iniciativas localizadas en distintos lugares de los tres mundos, el español y el latinoamericano y el hispano, el Hay ha creado fundaciones y ha puesto en marcha sinergias que han logrado que no sea, en ninguna de sus sedes, una iniciativa extranjera sino netamente local. De este modo en todas partes, dice Cristina Fuentes, tiene que ver con la raíz, la literatura y el pensamiento del lugar en el que se realiza. “En cada lugar tiene un modelo diferente”. No es la consecuencia de una selección de novedades, sino que es en cada sitio el resultado de un programa cultural, literario, que toma su modelo de la raíz anglosajona de los eventos.

Fue el mexicano Carlos Fuentes el que les sugirió que en América Latina era Cartagena de Indias, donde vivía su amigo Gabriel García Márquez, el lugar adecuado para comenzar el trasplante latinoamericano del Hay. “Él ya era habitual del festival de Gales, y tuvo razón: Cartagena es la ciudad más bella del mar Caribe, en un país que entonces, y siempre, ha necesitado estas conversaciones”. Y en 2006 ya el Hay británico era Caribe.

Una actividad del festival junto al acueducto segoviano.

Una actividad del festival junto al acueducto segoviano. / JAVIER SEGOVIA

El viaje del Hay continuó en Segovia. Hace veinte años le llegó a Cremaschi la propuesta de ponerlo en marcha, y ahí sigue tan campante. Era imposible imaginarse en España, o en América, a nadie pagando por asistir a un diálogo literario, algo que se practica sin remilgos en el mundo anglosajón. Ese milagro se produjo también en la capital castellana. “No fue difícil, y parecía imposible”, dice Sheila.

Ella atribuye la rápida implantación de la idea al empuje que encontró en la entonces alcaldesa Clara Lucero. Estuvieron de acuerdo, y quién pensaba que eso fuera posible, el Partido Popular y el Partido Socialista: ambos creyeron que era un buen proyecto para Segovia. “Estaban rodados ya los festivales de Gales y de Cartagena; hacerlo aquí representaba un esfuerzo que tenía una buena experiencia”.

Empezaron, dice Cremaschi, con una fuerza insólita entonces, y envidiable también ahora. Ahí estaban, junto a los autores españoles e hispanoamericanos, como ya es natural en estos festivales, personalidades de la envergadura de Martin Amis y de la Nobel Doris Lessing… Fue un éxito, sigue siendo un éxito. Le pregunto por las razones del milagro. Como Cristina Fuentes, ella piensa que esta oportunidad de juntar autores de la orilla inglesa y de las orillas hispanas era insólita, y ahora es cotidiana, y por eso la gente acude, “porque escuchar lo que se dice merece la pena, es atrayente”.

Sheila Cremaschi dirige la franquicia segoviana del Hay.

Sheila Cremaschi dirige la franquicia segoviana del Hay. / LISBETH SALAS

En cuanto a la mezcla de lenguas y culturas, de libros y de orígenes, “me lo advirtió nada más empezar aquí la colombiana Laura Restrepo. Me dijo que los españoles e hispanoamericanos conocían mejor a los autores ingleses, y estos conocían muy poco a estos colegas latinoamericanos”. Esa distancia se ha acortado. Y la edición de Segovia es un síntoma mayor de esta consecuencia del milagro británico que supone el Hay.  

Estos días hay nombres mayores, muy conocidos o por conocer. Algunas identidades para que sepan qué pueden encontrar en la antigua capital del acueducto: Andrea MarcolongoMarta Robles, Félix ValdiviesoJesse Norman (en conversación con Martin Ivens), Carlos Franganillo (en conversación con Diego Alcázar), Rosa Montero (con Myriam Chirousse e Isabelle Bereneron, y en otra conversación con la editora Ana Gavín), Ray Loriga (con Carlos Zanón y Luis Alemany), John Maeda (un genio de la inteligencia artificial), Juan Carlos Galindo (segoviano de origen, cuya novela Hontoria tiene su raíz en esta tierra, con Berna González Harbour), Javier Cercas (con Vicente Vallés) o Fernando Trueba con Javier Mariscal (en conversación con Pepa Blanes), entre muchos otros.

Ir a Segovia fue siempre un atractivo mayor de la vida. Desde hace veinte años, como en Gales, como en América Latina, aquí ese viaje tiene un gran atractivo literario que, gracias al milagro inglés, ahora se disfruta también pagando.