Premi Sant Jordi

Del caldo en la nevera a la conquista del clítoris: el homenaje a las madres de Gemma Ruiz Palà

‘Les nostres mares’, Premi Sant Jordi de novela, reivindica a las mujeres nacidas en los 50 que, como su madre, lucharon para que sus hijas pudieran hacer todo lo que a ellas se les negó

La escritora Gemma Ruiz Palà.

La escritora Gemma Ruiz Palà.

Leticia Blanco

Lali, una de las diez mujeres que protagonizan ‘Les nostres mares’ (Proa), está harta del insaciable apetito sexual del bruto de su marido. No la respeta ni después de los partos y ella, agotada tras criar prácticamente sola a tres niños, no está dispuesta a tener un cuarto. El problema, ay, es encontrar un ginecólogo. Corre el año 1976, y aunque soplan aparentes vientos de cambio -en el paraninfo de la Universidad de Barcelona, 4.000 mujeres se reúnen en las Jornades de la Dona para aprender a hacerse una autoexploración mamaria y hablar del clítoris- , lo cierto es que la moral nacional católica sigue rigiendo la mayoría de relaciones íntimas dentro del matrimonio. 

Quién le iba a decir a Gemma Ruiz Palà (Sabadell, 1975) cuando estaba escribiendo ‘Les nostres mares’ (Proa), una novela mosaico protagonizada por mujeres nacidas en los 50, que algunos de los temas más espinosos del libro como el consentimiento o los obstáculos para abortar estarían otra vez de rabiosa actualidad. “Es lo de siempre: los derechos de las mujeres son los únicos que no hay que dar por sentados. Siempre estarán en riesgo y nos tocará pelear por ellos. Es algo que la izquierda ha hecho toda la vida: decirnos que ahora no es el momento. Mientras, seguimos peor que en la República, queridos amigos demócratas de izquierdas”, ironiza. 

Mujeres 'todoteterreno'

Sobre esa generación de mujeres educadas con la Sección Femenina de Falange, hoy jubiladas sin pelos en la lengua, liberadas y disfrutonas que gozan de una segunda juventud (siempre y cuando los nietos lo permitan), “mujeres con un viaje de siglos en sus huesos”, va ‘Les nostres mares’. Ruiz Palà tenía muy claro que quería escribir la historia de todas esas madres que, como la suya, lucharon para que sus hijas pudieran hacer todo lo que a ellas se les negó. “Mujeres que siempre han tenido caldo en la nevera, como canta Rigoberta Bandini, pero que también se peleaban con el banco, llevaban la economía familiar y en muchos casos trabajaban. Mujeres que, en definitiva, nos enseñaron a ir por el mundo. Nacidas como ciudadanas de segunda en el franquismo y capaces de subvertir las tenazas de la ideología que las consideraba un cero a la izquierda. Creo que hemos minimizado lo represivas que eran con ellas las leyes de la dictadura. Era Afganistán hoy. No deja de sorprenderme cómo han sido capaces de educar a sus hijas de un modo completamente diferente”, señala la periodista, redactora jefe de informativos en TV3. 

La Transición también fue de ellas

Ruiz también pretende enmendar una deuda histórica que tiene que ver con el relato de la Transición, donde los protagonistas casi siempre son hombres. “Nunca se menciona a las mujeres cuando explicamos cómo salió este país del franquismo. Y ellas también estaban allí: en los movimientos vecinales, en huelgas como el encierro de Motor Ibérica... Siempre se nos habla de una revolución sexual, el destape, que en realidad fue para ellos”, denuncia. “Las famosas fotografías de Marisol en ‘Interviú’, tal y como luego confesó el fotógrafo, se publicaron sin que ella supiera nada. Eso también es consentimiento”, apunta.  

Ruiz se ha inspirado en mujeres reales para escribir la novela. “Son las que he conocido en mis clubes de lectura, esta novela es para ellas. También hay historias de amigas de mi madre”. Pero que quede claro que no es una novela de mujeres para mujeres. “Me apetece muchísimo que la lean hombres como mi padre, que no sabe hacerse una tortilla francesa pero es el más feminista del lugar. Existe toda una generación de hombres como él, que han disfrutado inconscientemente del privilegio”, confiesa. 

Una novela feminista

Ruiz fue la ganadora del último Premi de Sant Jordi de novela, un galardón que hacía 19 años que no recaía en una mujer (de hecho, solo nueve escritoras lo han logrado en los 63 años de historia del premio). Su discurso al recogerlo, muy combativo y feminista, levantó más de una ampolla. “Por un momento pensé: te han dado un premio y vienes aquí a criticarlo. Pero luego pensé que no podía no hacerlo. Al final hemos de verbalizar estas cosas, precisamente porque no interesa que se digan”, explica. Ruiz recitó aquel día el nombre de 30 escritoras catalanas con el puño en alto, emulando esa “victoria compartida” a la que también aludió Annie Ernaux al recoger el Nobel. “Me dio mucha fuerza decir todos esos nombres. También era una manera de desarmar ese mito de querer hacernos competir todo el rato entre nosotras. Comprobé que cuando te sientes parte de un ecosistema, el chute de energía es bestial”, confiesa. 

La pregonera de Sant Jordi

Lo cierto es que desde el Ayuntamiento ya se han puesto en contacto con Ruiz para que sea la autora del pregón de Sant Jordi y lo único que tiene claro es que su discurso tendrá que ver con Maria Aurèlia Capmany. “La he descubierto hace poco, en un ejemplo más de cómo nos ha estafado el sistema cultural y la genealogía feminista. ¿Cómo puede ser que yo haya descubierto, con 46 años, a Capmany, que es nuestra Betty Friedan? Su ‘La dona a Catalunya’ me parece imprescindible, es nuestra ‘Mística de la feminidad’”. 

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