1.000 kilos de ropa, tijeras y una imaginación desbordante

La Fundació Deixalles y la Escola d’Art organizan la tercera edición del Maratón de reciclaje de ropa con el que se pretende concienciar sobre la necesidad de donar y reutilizar las prendas de vestir

David Ventura

David Ventura

La Escola d’Art es una especie de burbuja aislada del mundo. Enclavada en un entorno periurbano, rodeada de casitas bajas, para acceder a ella hay que atravesar un dédalo de caminos asfaltados. Cuando los alumnos salen a tomar el aire o desayunar, no se encuentran coches, sino que escuchan el sonido de los animales que habitan en los corrales cercanos. Una isla perfecta para desarrollar el temperamento artístico. Ayer, además, en la entrada de la Escola, había una montaña de ropa multicolor a su entera disposición, en la que escarbar, zambullirse y buscar perlas en su interior. Se trataba de la tercera edición del Maratón de reciclaje de ropa que la Escola d’Art organiza conjuntamente con la Fundació Deixalles. Las reglas son las siguientes: cada equipo tiene a su disposición una máquina de coser y un maniquí, y tiene libertad para usar la ropa —una tonelada— de las donaciones que ha recibido la Fundació. Tienen después diez horas para poder elaborar sus propias creaciones artísticas.

«Los maniquíes tienen diversos tamaños y tallas, para que hagan ropa adaptada a todo tipo de cuerpos», explica Joan Carles Palerm, técnico de la Fundació Deixalles, «el jurado valorará la creatividad y la estética, pero también que no se genere residuo». Es decir, si la prenda que escogen no les sirve para su proyecto, la pueden devolver y tomar otra, pero en el momento en que la usan, aunque sea para extraer unos botones, lo que no reutilicen contará como residuo. «El promedio de generación de residuo textil por persona es de 19 kilos por año, y la industria textil es la segunda más contaminante del planeta», explica Palerm, quien anima a donar la ropa que ya no se use: «Solo se recoge selectivamente para las entidades sociales un 14%, del que se puede reutilizar un 75%».

1.000 kilos de ropa, tijeras y una imaginación desbordante | FOTOS DE D.V.

Gemma Arcedo y Madi Browning, después de decidir el diseño, empiezan a recortar las telas. / D,V.

«Los otros años solo participaban nuestros alumnos, pero este año hemos abierto el concurso para todo el mundo», comenta Marian Ferrer, directora de la Escola d’Art. Se han establecido dos categorías: una de expertos, dirigida a alumnos de moda de la Escola y a participantes externos, y otra de carácter amateur, abierta a los estudiantes de las otras ramas del bachillerato artístico: «Queremos estimular su creatividad, además de concienciar sobre la importancia de reutilizar». En total, hay 40 participantes repartidos en veinte equipos.

Magia a las tijeras

Monsef El-Bakali, Julia Triguero y Elsa Sjokvist son alumnos de bachillerato artístico y observan concentrados el océano de ropa usada que se extiende ante sus ojos. De momento, han escogido prendas de colores neutros y aspecto anodino: «Solo estamos pillando ropa que parezca usable. Colores normales, no llamativos. Luego los pondremos sobre la mesa y a ver qué se nos ocurre».

Martina Marí, alumna también de bachillerato artístico, ha seleccionado una chaquetilla de Shein de color negro con hilillos dorados y unos pantalones verdes: «Busco ropa que me pueda inspirar», explica, «a lo mejor transformo la chaqueta en un top o hago un vestido».

Una vez hecha la selección, los jóvenes suben a la primera planta de la escuela, donde en tres aulas hay un maniquí y una máquina de coser asignada a cada equipo. Es el momento de tomar decisiones, debatir qué se hace y, a continuación, ponerse manos a la obra.

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Andrea Corina muestra el boceto que intentará llevar a cabo. / D.V.

«Podemos hacer un drapeado con esto, ¿no?», comenta Nuc Miralvell sosteniendo una tela marrón. Sus compañeros de equipo, Thiago Tarango y Tanit Bajmala, alumnos del bachillerato artístico, hacen sus aportaciones en un intenso debate: «Esto lo convertimos en falda, le hacemos un corte aquí y lo dejamos en plan así, abierto».

Ajena a este bullicio, Cristina Sabiote dibuja sobre un carboncillo el diseño que ha imaginado mientras escucha música con unos cascos: «Cuando me pongo creativa me gusta estar en mi burbuja». Ella estudia para el proyecto final de la Escuela de Moda, y tiene claro que quiere dedicarse a este mundo: «Además, me gusta especialmente el reciclaje de prendas».

Ha escogido ya lo que quiere y se dispone a convertir su visión en realidad. Bajo sus manos, y con tijeras e hilo, un pareo se convierte en un pantalón, un culotte en un top que tendrá en los laterales una tela extraída de una camisa de satén de poliéster. Pura magia.

No lo tienen tan claro Gemma Arcedo, Madi Browning y Ayelén Parrales, que debaten apasionadamente qué hacer con las prendas que tienen ante sí. Gemma ya se ha puesto manos a la obra y está recortando los bordes de una estera de baño: «De aquí vamos a hacer un cinturón». Una falta tipo boho la cortarán en diagonal y servirá para elaborar unos volantes. «Haremos también un biquini y, si tenemos tiempo, le añadiremos por encima un jersey con escote de barco».

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En las aulas, los participantes tenían maniquíes y máquinas de coser a su disposición. / Vicent Marí

Andrea Corina, también estudiante de bachillerato artístico, prefiere dibujar con todo detalle el diseño antes de empezar a recortar, pero ya ha visualizado su creación: «Quiero una falda que sea una combinación de diversos tejidos. Un collage de diferentes patrones. Será caótico, pero dentro de un orden, ya lo tengo pensado». Andrea muestra también un pantalón de niño: «Con esto haré un corsé».

Todas estas creaciones serán valoradas por un jurado compuesto por dos profesores de la Escola d’Art, dos miembros de la Fundació Deixalles, la diseñadora Ariadna Ferrer directora creativa de la firma K de Kosekose, así como el conseller insular de Gestión Ambiental, Ignacio José Andrés Roselló. Tendrán diez días para tomar una decisión justa, ya que los premios a los ganadores se entregarán el próximo 26 de abril. Además, los diseños se expondrán del 17 al 25 de abril en las instalaciones de la Fundació Deixalles.

Esta iniciativa cuenta también con la colaboración del Consell de Ibiza, el Ayuntamiento de Santa Eulària, el artista Julián Molina, K de Kosekose y Cosibiza.

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Una participante, atenta al zurcido de su máquina. / Vicent Marí

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