La Unidad Móvil de Emergencia Social (UMES) atendió a 317 ´sin techo´ entre el 1 de octubre de 2013 y el 19 de septiembre de 2014, tanto con su unidad móvil como en su servicio de atención diurna. Lo más significativo es el elevado número de quienes recibieron esa ayuda por primera vez: 184, más de la mitad, lo que da una idea de cómo la crisis se ha cebado con los más débiles y cómo el número de estos no cesa de crecer.

Esta unidad de la Cruz Roja, que ayer recibió una ayuda de 15.000 euros por parte del Consell para afrontar el último trimestre del año, realizó a lo largo de ese periodo 168 salidas con la unidad móvil, una furgoneta Peugeot Boxer que cada jornada parte sobre las 20.30 horas y regresa poco antes de las 24 horas tras recorrer los lugares del municipio donde principalmente se guarecen los indigentes. Entre ellos repartieron 1.800 litros de sopa caliente, leche con cacao, cafés, zumos y agua, así como 10.000 piezas de bollería, según el informe de intervenciones.

Además, la docena de voluntarios de la UMES y su técnica, la trabajadora social Flora Aznar, entregaron 3.000 productos de higiene, entre cuchillas y espuma de afeitar, cepillos y cremas dentales, gel y champú, desodorantes, compresas y preservativos. Además distribuyeron entre quien lo necesitaba 950 mantas, sacos de dormir, gorros, bufandas, calzado y guantes, entre otras prendas.

161 ayudas de 5.774 euros

Además de otorgar 161 ayudas por valor de 5.774 euros a los más necesitados (para alimentación básica, documentación, transporte, medicamentos o alojamiento de emergencia), realizaron un total de 2.296 actuaciones con esas personas, desde acompañamientos a centros, información y asesoramiento, gestiones administrativas, mediaciones sociales y coordinación con organismos sociales, entre otras).

La furgoneta de la UMES recorre desde hace seis años las calles de Ibiza de lunes a viernes. Aunque sus voluntarios hayan atendido en total a 314 ´sin techo´ en un año, el presidente de la Cruz Roja, Enrique Climent, calculó ayer que como media residen en la isla entre 120 y 150. El mínimo se produce en verano (unos 80), para aumentar drásticamente al llegar el otoño.

Los responsables de Cruz Roja han sacado máximo partido a los 15.000 euros que el Consell ha aportado mediante la firma de un convenio de colaboración. De momento han comprado una nueva lavadora (la anterior tenía más de 20 años) y una secadora, electrodomésticos con los que podrán limpiar la ropa que entregan a los usuarios que pasan por su ropero. Además han construido una ducha para que se puedan lavar, a imagen y semejanza (aunque sus responsables no lo sabían) de las tres que el Papa Francisco ha ordenado construir en los bajos del Vaticano para las personas que viven en las calles de Roma. Antes recurrían a la del albergue (situada en una tercera planta sin ascensor), pero estaba tan solicitada que solo podían usarla si avisaban con tres días de antelación.

La ducha es necesaria para que, por ejemplo, quienes deben acudir a una consulta médica vayan aseados. Los voluntarios y la técnica de la UMES los acompañan en esos casos, igual que para obtener documentación básica, de la cual carecen muchos de ellos: «No tienen ningún documento que los identifique y así acaban sin ser nadie», señala Flora Aznar. La Cruz Roja se hace cargo de todos esos gastos, ya sea para la tramitación del DNI o de la tarjeta sanitaria, ya que «ahora hay que pagar por todo», indica Aznar. Y ellos no tienen absolutamente nada.

En la calle | «Están abandonados, necesitan encontrar las ganas de vivir»

«Están abandonados, en lo más bajo. Necesitan que los empujemos para volver a nacer, para encontrar de nuevo las ganas de vivir. Intentamos sacarlos del hoyo», explicaba ayer Enrique Climent, presidente de la Cruz Roja, sobre las personas que atienden cada noche con su unidad móvil. No debe de ser fácil, entre otras razones porque, según Climent, no suelen dejarse ayudar: «Conseguimos algún que otro triunfo, pero pocos, son reacios». «Intentamos conocerlos mejor para mejorar su situación. Ojo, digo mejorar su situación, no reinsertarlos», indica Flora Aznar, trabajadora social al frente de la docena de voluntarios que cada noche distribuye alimentos y ropa entre los indigentes de Ibiza. Aznar cree que cada vez hay más personas en exclusión social: «Y no son ya solo el típico que duerme en un cajero. Hay gente en esa situación que vive en habitaciones compartidas o que se refugia en almacenes». Pocos se dejan ayudar más allá de la taza de café o de la manta. A algunos, que llegaron desesperados en busca de un trabajo, los han podido devolver a la Península. La mayoría se han quedado colgados aquí.