El botón secreto de tu frigorífico que te cambiará la vida
Poca gente se ha dado cuenta y es muy útil
Ahorrar en la factura de la luz, algo que desearíamos que fuera posible siempre y sin tener que hacer demasiados compromisos. Desde que el coste de la vida, la inflación y el aumento de los costes de los servicios públicos en general empezaron a suponer una carga más para los presupuestos de muchas familias, las cosas se han puesto mucho más difíciles.
Y llegar a fin de mes resulta ser un verdadero reto. Para ahorrar en las facturas, algunas personas han optado por mantener apagado tal o cual electrodoméstico, prefiriendo hacer de la necesidad virtud. En realidad, es posible evitar sacrificios y limitaciones aprendiendo a utilizar de forma más inteligente los numerosos accesorios eléctricos que tenemos en casa.
Y esto también se aplica al congelador, que es con diferencia el electrodoméstico más utilizado en nuestros hogares, a la par que el frigorífico. Si no prestamos la debida atención a nuestro congelador, corremos el riesgo de pagar un alto precio, en el sentido literal de la palabra.
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Ahorrar en las facturas, cómo gastar menos
Siempre debemos descongelar bien el congelador, una media de al menos una vez cada seis meses. Así evitaremos que el motor se 'sobreesfuerce' y optimizaremos su trabajo. Los alimentos que guardemos en él también se verán beneficiados.
Ahorrar con el congelador también se consigue almacenando adecuadamente los alimentos. Por lo general, los alimentos preparados pueden conservarse a las bajas temperaturas del congelador doméstico durante un periodo aproximado de 90 días.
Si sabemos que tenemos determinados alimentos en el congelador, podemos ajustar nuestro gasto en consecuencia, evitando comprar ese producto específico del que ya tenemos un suministro suficiente. Para ahorrar no sólo en las facturas, sino también en la compra, podemos catalogar y anotar la fecha de caducidad y cuándo metemos algo en el congelador.
Incluso en el caso de que nos encontremos con algo en exceso -una ración de lasaña de más, por ejemplo-, siempre podemos congelarlo y sacarlo cuando lo necesitemos, para preparar la comida otro día.
Lo importante es utilizar recipientes adecuados, como bolsas para alimentos o envases que no se rompan si se exponen a temperaturas bajo cero durante semanas. Y observar las normas de higiene más básicas al respecto, como la que prohíbe terminantemente volver a congelar algo que ya se ha sacado una vez del congelador. Y también es una buena práctica no amontonarlo todo, sino almacenar los alimentos de forma ordenada.
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