Los primeros bikinis y ‘palanquers’ de Sant Antoni

Los mayores ‘portmanyins’ recuperan su pasado con la sesión de ‘Cine y Memoria’ celebrada ayer en el Auditorio Cervantes

Reviven su infancia y juventud a través de fragmentos de películas antiguas rodadas en el pueblo

Debía ser a finales de los 50 o ya en 1960 cuando aquel policía se quedó chafado. Las hermanas Pepita y Antonia, de Can Joan Prats, aún eran niñas y no saben precisar el año con exactitud, pero recuerdan con detalle a la protagonista. Aún hablan con admiración de ella. «Era rubia, alta, muy educada y elegante. Toda una señora», describen. Lo que entonces se calificaba como mujer de bandera. También era una avanzada a su época. De hecho, el marido de aquella turista, militar de profesión, fue la primera persona negra que estas mellizas vieron en Sant Antoni.

«La mujer se estaba bañando en s’Arenal y llevaba puesto un bikini. El policía, que se dedicaba a controlar a los turistas, le recriminó su vestimenta y le dijo que así no se podía ir a la playa, sino que debía ir con un bañador de una sola pieza. Entonces va ella y le dice: ‘De acuerdo, ¿cuál me quito?¿La parte de arriba o la de abajo?’».

«Ella vino con el Club de los Argonautas», apostillan, recordando al que fue el turoperador pionero en poner de moda las Pitiusas en el mercado francés. La anécdota de las hermanas provoca la carcajada general del auditorio Cervantes, donde se celebra una original propuesta: ‘Cine y Memoria’, a cargo del cineasta Enrique Villalonga y la psicóloga Ana Serapio, en colaboración con el Ayuntamiento de Sant Antoni.

Se trata de un viaje al pasado a través de fragmentos de películas rodadas en el municipio en el siglo XX. Es más que una herramienta para despertar los recuerdos de infancia y juventud del público. Las proyecciones, y el coloquio posterior con los mayores, logran una catarsis que reconstruye el paso de un pueblo autárquico a una meca turística.

‘Hallucination Generation', rodada en Sant Antoni en 1966, es la primera película donde aparece consumo de LSD

La historia de la turista francesa surge a partir de una secuencia de ‘Hallucination Generation’, un film de Edward Mann de 1966 sobre un crimen real que tuvo lugar en Barcelona. Como curiosidad, es la primera película en la que aparece consumo de ácido lisérgico. La proyección se centra en el momento en el que el protagonista, un desertor del ejército estadounidense que se hizo de amigo de unos los beatniks de Ibiza, trata de ligar con unas alemanas que lucen sus bikinis en es Pouet.

A la playa en camisón

«Entonces, las mujeres de aquí iban a la playa con una especie de camisón y ni siquiera se bañaban por completo», recuerda uno de los asistentes. Buena parte del público aprendió a nadar en el Moll Vell de Sant Antoni, en las cercanías del Hotel Portmany, donde la arena acabó engullida por el Passeig de ses Fonts y el puerto, rememoran.

Este histórico hotel es la única imagen del pueblo que aparece en ‘La Isla Blanca’, el primer documental de promoción turística de Ibiza, rodado por Xavier Güell en 1934. No hay constancia de otro rodaje en la isla hasta 1947, «debido al parón que supuso la Guerra Civil y la II Guerra Mundial», apunta Villalonga.

En 1947, se restauraron las conexiones marítimas con Barcelona, «un aliciente para los periodistas». Uno de los que desembarcó fue el operador del NODO en Catalunya, Joaquín Llopis, que, en una semana, grabó material para dos piezas del noticiario franquista: ‘La Isla Blanca’, al igual que la de 1934, y ‘Caracola de Mar’.

Como en buena parte de los rodajes de aquellos años, Vila y Santa Eulària acaparan el protagonismo. En ‘Isla Blanca’ sí que se mencionan Sant Antoni y su bahía, pero la imagen que se proyecta es la pequeña cascada que se formaba bajo el Pont Vell de la Villa del Río. Se oyen varias exclamaciones de decepción entre el público.

En 1947, se restauraron las conexiones marítimas con Barcelona y el NODO vino a rodar a Eivissa

«¿Alguno llegó a nadar en el río?», pregunta Ana Serapio. «Yo iba a unas balsas que se formaban a su paso por Santa Gertrudis», a la altura de Can Pau, recuerda uno. «Yo iba a Santa Eulària a jugar con el Portmany, en el campo de Los Arenales. Como estaba al lado del mar [en ses Estaques], si un equipo quería perder tiempo, chutaba fuerte y la pelota acababa en el agua», relata otro.

Un fragmento de ‘Caracola de Mar’ enciende los murmullos de admiración. En la pantalla se ve la Cova de ses Llagostes, entonces usada como el vivero que le da nombre. «Estaba lleno. Si alguna se rompía alguna pata, solo entonces teníamos la posibilidad de comer langosta», comenta una vecina.

También sale un enorme ejemplar de Caretta caretta. ¿Alguien llegó a comer tortuga en esa época? Estaba considerada un manjar. Hay unos segundos de silencio, hasta que una asistente confiesa haberlo hecho alguna vez: «Pero era pequeña y no sé cómo se guisaba. «Yo tengo un recuerdo de niña, en la casa en la que me crié en Formentera, de una tortuga muy grande que estuvo por el patio hasta que mi familia la cocinó», apunta otra.

‘Es camió de Vila’

Una de las joyas que ha encontrado Villalonga es un vídeo en color de 16 milímetros, de principios de los 50. «Eran imágenes semiprofesionales que grababan algunos viajeros y se vendían para utilizar en películas». Salen payesas y militares llegando a la iglesia, el Moll Vell con su playita y el Hotel Portmany, de nuevo, al fondo. «Al lado estaba el Bar Escandell, que tenía las mesas justo frente a la arena», apunta uno.

Imagen del Hotel Pormany, construido en los años 30

Imagen del Hotel Pormany, construido en los años 30 / Domingo Viñets.

Otra espectadora llama la atención sobre una pequeña caseta de madera, a poca distancia de los llaüts, que ha pasado desapercibida: «Esa era la taquilla del autobús que iba hasta Vila». Entonces se llamaba es camió, finalizaba viaje frente al Teatro Pereyra y, durante el trayecto, llegaba a esperarse varios minutos en las paradas, hasta que llegaran los pasajeros que habían avisado previamente al conductor de que irían.

Una de las presentes se interesa por el Hotel Portmany. Había oído una historia de unos hermanos judíos, «seis o siete», que, huyendo del nazismo, acabaron regentando un negocio en Sant Antoni. «Eran siete, uno de ellos se llamaba Alfred y montaron el actual Ca n’Alfredo, en Vila. Cuando vendieron el restaurante, montaron un hotel en Sant Antoni, pero era el Playa», le aclaran. «El Portmany lo construyó Pep de na Mussona en los años 30», precisa otro.

En esa época, el 18 de julio era una de las fiestas principales y, para alguna gente que vivía en el interior de la isla, su única visita anual a la playa. No era el caso de los portmanyins, aunque muchos de ellos aprovechaban la celebración del Alzamiento Nacional para hacer un gran almuerzo «con tíos y primos» en Cala Bassa. Lo recuerdan unas mujeres cuando ven a un jovencísimo Clive Owen jugando a fútbol en ese arenal para el telefilme ‘An evening with Gary Lineker.’ Aunque esa cinta se rodó en 1994, la imagen que refleja de Cala Bassa, sin beach club ni balinesas, retrotrae al público a los años 50.

Tras los beatniks, llegaron los hippies. En 1969, ‘More’, de Barbet Schroeder, recreó el descenso a los infiernos de las drogas de una joven pareja en la casa de la propia madre del director, en Punta Galera. Pero ese entorno idílico y la banda sonora contribuyó también al mito de Ibiza como paraíso de libertad. «Para bien y para mal», subraya Villalonga.

Fotograma de 'More', con la pareja protagonista al desnudo en Punta Galera.

Fotograma de 'More', con la pareja protagonista al desnudo en Punta Galera. / D.I.

Ese fenómeno desembocó a finales de los 70 en una serie de películas «picantes» como ‘Summer Night Fever’ y otras similares de la productora alemana Lisa Films, con juergas en la piscina al aire libre del antiguo Ku. «Entonces se llamaba Club San Rafael. Lo construyó otro judío, Sigfried Meier, superviente de Auschwitz y Mauthausen», indican desde el público.

¿Dónde están los ‘palanquers’?

Con las imágenes de las jóvenes alemanas junto a la piscina, Ana Serapio aprovecha para animar aún más el debate: «¿Nadie de aquí fue un palanquer?». Se oye alguna interjección temerosa. «Se podría escribir un libro», bromea uno.

También hay algún jubilado de origen peninsular que desconoce el término. «Eran hombres que iban de juerga, pero con otras intenciones», aclara una mujer. «Era para que las extranjeras nos enseñaran a bailar, porque no sabíamos», ironiza otro. El tiempo de ligoteos con las turistas no era muy posterior al de las chicas obligadas a ir al cine «con carabinas» para que se contuvieran los jóvenes.

Se habla del Playboy, del Bou Cala y de un músico que cambiaba de extranjera cada quince días. Entoces eran más largas las vacaciones de los visitantes. «Había palanquers por afición y otros por necesidad, porque las jornadas en hostelería eran de 12 o 14 horas y no podíamos festejar con ibicencas ni españolas», argumenta Joan Bonet. Él trabajaba en el Hotel Argos cuando conoció a una joven irlandesa, Filo McGyver. «Más de 50 años después, seguimos felizmente casados».

Próximas sesiones en Santa Eulària y Jesús

Las películas rodadas durante el siglo XX en el municipio de Santa Eulària servirán para animar las dos próximas sesiones de 'Cine y Memoria', que se celebrarán en el Teatro España de la Villa del Río, el próximo 21 de febrero, y en el Centro Cultural de Jesús, el día 28 del mismo mes. En ambos casos, la jornada dará comienzo a las 17.30 horas.

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