Un viaje entre telas y metales a la época de Aníbal

En la tienda de tela de los carpetanos se muestra un casco particular. Es vistoso, con una cresta y dos plumas a los lados. Reproduce una pieza encontrada en Aranda del Moncayo que utilizaban los pueblos celtíberos que habitaban la meseta de la Península Ibérica. Junto a él, otros de aspecto más sencillo, sin carrilleras, hechos de bronce, del tipo Montefortino se exhiben para los visitantes que quieran viajar en el tiempo y vivir con los cinco sentidos la época de Aníbal.

Los campamentos y poblados de la VI edición de Antiqua Insula abrieron ayer sus puertas en la falda del Puig d’es Molins, dentro del recinto del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. «Es una manera diferente de acercarse al pasado, diferente a lo que es la investigación o la museología, pero que si se hace con rigor resulta una manera de vivir el pasado y hacer vivir el pasado», resaltó el director del museo, Benjamí Costa.

La recreación histórica ‘El mundo de Aníbal’ llega a Puig des Molins

Ese rigor es la pasión de la asociación de recreación histórica Iboshim y de todas las asociaciones participantes en este evento, nueve en total y 70 recreadores y recreadoras, que darán vida al mundo de Aníbal. El presidente de Iboshim, Carlos Martínez, recordó que el evento no se celebraba desde el año 2018 y agradeció el apoyo de todas las entidades colaboradoras en el acto inaugural, que contó con la presencia de la consellera insular, María Fajarnés, y la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Ibiza, Carmen Domínguez. Esta última animó a la asociación a preparar una séptima edición «espectacular» para la celebración el año que viene del 25 aniversario de la declaración de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad, que incluye precisamente el yacimiento arqueológico del Puig d’es Molins sobre el que se desarrollan las jornadas.

Campamentos y poblados

Vestidos con túnicas de los pueblos prerromanos, Alejandro Rey y Pablo Alonso, del grupo de recreación histórica Terra Carpetana, explican con entusiasmo los elementos de la panoplia de un soldado celtíbero. Destacan los cascos, entre los que se encuentra el encontrado en Aranda del Moncayo. No todos los soldados se protegían la cabeza con cascos metálicos, «tener uno ya era señal de que eras alguien importante», detalla Alonso.

Un poco más abajo, cruzando del campamento militar al poblado púnico-ibero, Roser, de Atanagrum, explica las técnicas de tintura y confección de telas antiguas, como las que vestían sus vecinos carpetanos. De la piel seca de la cebolla se obtienen diferentes tonos de ocre, desde el amarillento hasta el verde militar; la rubia roja da a los tejidos el color rojo, del índigo se obtiene el azul y así hasta una decena de materiales de tintura que muestra sobre la mesa. No hay púrpura, el tinte más preciado de la antigüedad, su coste era muy elevado y hoy lo sigue siendo. «En el mercado, 25 miligramos (la cuarta parte de un gramo) cuestan 75 euros», apunta, al tiempo que recuerda que el sábado habrá una charla específicamente dedicada a la púrpura.

Una Dama de Elche camina también por el poblado. «Es un complemento para reproducir a la estatua», especifica respecto a las dos espirales que adornan ambos lados de su cabeza, «las mujeres íberas nobles, seguramente, se peinaban el pelo alrededor de un eje para formar estas espirales en una versión más pequeña. Pero las de la Dama de Elche eran una exageración para resaltar su riqueza», explica Raquel, de la asociación Ibercalafell.

A primera hora de ayer, faltaban por llegar los miembros de la Asociación de Divulgación Histórica Tánit, que para llegar desde Mérida tuvieron que pasar por Sevilla. Ocuparán la recreación de una casa púnica y también se ubicarán en el templo púnico-fenicio. Tanto el presidente de Iboshim como las otras agrupaciones resaltaban sus recreaciones. Hay hasta el domingo para verlos.

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