Ibiza, la isla de los dos mundos en Sa Nostra Sala

A partir del 21 de abril se puede visitar la exposición ‘Eivissa als anys setanta: pagesos i hippies’, que muestra doscientas fotografías del catalán Josep Soler

David Ventura

David Ventura

Cuando Josep Soler llegó por primera vez a Ibiza, a principios de los años setenta, sintió el vértigo y la emoción que experimentaron otros viajeros de esa época: por un lado, la emoción conmovedora de descubrir un universo inesperado, una encarnación de todos los mitos de la vida y la cultura mediterránea; y, por otro, una urgencia para documentar esa realidad antes de que se convirtiera en un paraíso perdido porque, ¿acaso todos los paraísos no son también paraísos perdidos?

«Me gustó mucho la isla, la encontré todavía muy virgen. El paisaje, la paz, incluso los olores, un olor a pino muy intenso, una presencia constante de la naturaleza», explica por teléfono el fotógrafo catalán Josep Soler Soler, quien sintió la necesidad de inmortalizar aquel mundo que se abría ante sus ojos. El resultado se podrá contemplar desde mañana y hasta el 2 de junio en Sa Nostra Sala en la exposición ‘Eivissa als anys setanta: pagesos i hippies’, donde se pueden encontrar doscientas imágenes que capturó Soler y que suponen todo un viaje en el tiempo.

La isla de los dos mundos |

La primera parte de la exposición está dedicada a imágenes de la Eivissa tradicional. / Vicent Marí.

«Soler ha tenido la generosidad de donar sus fotos en Ibiza, unas 230, al Arxiu d’Imatge i So del Consell de Ibiza», explica Miquel Costa, director insular de Cultura del Consell. «A través de estas imágenes podemos documentar a la gente local, los vestidos, la arquitectura, el paisaje, y también a los hippies que vivían en la isla. Es un documento histórico de esa época», completa Lina Sansano, directora del Archivo y que también ha comisariado la exposición

Hippies y payeses

Una visita a la exposición demuestra el afán documentalista de Soler, que intenta captarlo todo: vemos a mujeres de negro que entran y salen de misa, mujeres cosiendo en el portal de casa, un peluquero en plena acción, mujeres de tertulia, vemos comercios, iglesias y caminos, y vemos también el fastuoso y abigarrado esplendor de los primeros hippies. Todo captado con una naturalidad casi fotoperiodística.

La isla de los dos mundos |

Un típico ‘bar-botiga’ de la zona rural, ya desaparecido. / Vicent Marí

«Continuamente veía cosas que eran fuera de lo normal y me dije que tenía que documentarlo. Siempre me gustó hacer las fotografías tal y como las veía. No las preparaba ni hacía efectos, era todo muy natural», explica Soler, que ya cuenta con 83 años y que tiene previsto viajar hoy a la isla para asistir a la inauguración de la muestra.

La exposición está dividida en dos áreas: por un lado, las fotografías que muestran la Ibiza que parece estar fuera del tiempo, con las mujeres vestidas de negro; y por el otro, el universo de los hippies, con imágenes capturadas en el Rastrillo y en Punta Arabí. Son dos mundos aparte, que conviven pero que no se tocan. No hay ninguna foto en la que hippies y locales compartan encuadre.

«Las fotografías de los hippies me gustan porque tienen mucha vida, son tumultuosas, casi que las puedes escuchar», comenta Sansano. Miquel Costa también tiene debilidad por estas imágenes: «Me recuerda a lo que yo veía cuando tenía diez años y bajábamos a Vila y nos los encontrábamos en la Marina y el Rastrillo. Pero, a la vez, son fotos que parecen que se hubieran hecho hoy mismo». Efectivamente, la actitud, la ropa, la desnudez, los gestos, son idénticos a los que podemos encontrar aún hoy en estos ambientes, con la única salvedad que entonces los tatuajes no eran tan habituales.

La isla de los dos mundos |

Bañistas desnudas en la cala de Sant Vicent. / Vicent Marí

La obsesión de fotografiar

Tras su viaje inicial, Soler regresó en diversas ocasiones los siguientes años, ya que fotografiar la isla se convirtió en su obsesión. Después de comprobar las insuficiencias del transporte público -hay cosas que no cambian- se embarcó con una pequeña moto para zambullirse en una sociedad que le fascinó y de la que quería quedar constancia, antes de que explotara como una pompa de jabón.

En un recodo de la sala, al final de la muestra, vemos cinco fotos de desnudos en playas del norte de la isla. ¿Se han puesto en un lugar más apartado por puritanismo? «¡En absoluto!», ríe Sansano, «eran pocas imágenes y aquí encajaban bien». Son desnudos que sirven de símbolo perfecto de la época, y que son captadas de manera pura, casta, es un desnudo en el que se diría que no hay nada sexual: «Son fotos muy naturales en el que no hay nada que esconder. Me gustan mucho», reconoce Sansano. «Siempre pedía permiso», explica Josep Soler, «y nunca tuve problemas. Conecté muy bien con todo el mundo, con los payeses y con los hippies».

La isla de los dos mundos | FOTOS DE VICENT MARÍ

Insólito descenso de una imagen religiosa desde una ventana, una de las fotografías más sorprendentes de la muestra. / Vicent Marí

Pero la foto favorita Sansano es una realmente sorprendente, en la que un grupo de hombres descarga un enorme Cristo de una ventana con no se sabe qué propósito. Las proporciones de la imagen religiosa son descomunales y no se sabe exactamente a qué se debe esa situación que, por sorprendente, evoca al plano inicial de ‘La Dolce Vita’ de Fellini, en la que se ve un Cristo colgado de un helicóptero. Soler nos saca de dudas: «Estaban sacando la imagen para cargarla en un paso de Semana Santa», y admite que también es una de sus favoritas.

Suscríbete para seguir leyendo