Vila quiere sacar el alcohol de la calle y reducir al mínimo los mensajes sobre su consumo que llegan a los menores. Pero en lugar de sancionar a los jóvenes a los que se sorprenda bebiendo en la calle, la nueva ordenanza que se aprobará inicialmente en el pleno de la semana que viene, y que fue presentada ayer apuesta por las medidas alternativas para reeducar al menor y corregir esta conducta.

Según explicó ayer el teniente de alcalde de Bienestar Social, Joan Ribas, el Ayuntamiento «no quiere hacer dinero» con la aplicación de esta ordenanza, sino conseguir que no beban.

A los menores sorprendidos consumiendo alcohol se les sancionará por una falta grave con una multa de entre 750 y 3.500 euros. Tanto para ellos como para los adultos que los acompañen.

En cuanto llegue la notificación de la sanción a casa del menor, su representante legal tendrá 15 días para solicitar que se sustituya la multa por «medidas alternativas», con el acuerdo tanto del joven como de sus padres o tutores.

Entonces se establecerá un plan de desarrollo personal con formación para prevenir el consumo de alcohol. También acciones educativas para él y sus padres. Estas pueden incluir trabajos a beneficio de la comunidad, según explicó Ribas, con los que se persigue que «reconozca la infracción, la asunción de responsabilidad y promover el cambio de conducta». Se trata también «de una restitución simbólica del daño causado», argumenta la ordenanza.

Pero la ordenanza incluye también un amplio paquete de restricciones a la publicidad del alcohol, que queda expresamente prohibida cuando se dirija a los menores y atribuya a la bebida cualidades como su efecto desinhibidor o vincule un consumo excesivo «al éxito social y sexual». Los fabricantes, distribuidores o marcas no podrán participar en patrocinios deportivos ni culturales y tampoco podrán publicitarse bebidas en las publicaciones que edite Vila ni en las paradas y autobuses ni en cualquier otro recinto público.

Tampoco podrán anunciarse en lugares y espectáculos a los que puedan acceder menores y se prohíbe, como norma general, «usar vallas, carteles o cualquier reproducción gráfica que haga publicidad del alcohol en lugares abiertos, visibles desde la vía pública», lo que prácticamente supone erradicarla del municipio.

La ordenanza impone también límites a la venta de bebidas. Los comercios, licorerías y gasolineras no podrán dispensar alcohol entre las 22 y las 8 horas. Además, en salones recreativos, parque temáticos y lugares de entretenimiento de acceso público sólo podrán venderlo en espacios «diferenciados expresamente habilitados a este efecto».

Restricción en actos culturales

Restricción en actos culturales

La ordenanza también impone limitaciones en los eventos culturales organizados por las instituciones públicas. En estos no se podrá despachar alcohol salvo en lugares expresamente habilitados que tengan su propio acceso, según especificó Ribas. En estos se podrá suministrar, vender y consumir bebidas «cuando esté prohibida la entrada de menores de 18 años».

Sólo podrá venderse alcohol en puestos ambulantes con licencia específica durante festejos populares como la Feria Eivissa Medieval. Estos se instalarán en recintos feriales o en zonas habilitadas para ello durante este tipo eventos.

El Ayuntamiento se declara un espacio libre de alcohol y no suministrará bebidas en sus recepciones ni actos inaugurales. Ribas pronostica que la ordenanza tardará unos meses en aprobarse definitivamente, aunque estará en vigor «seguro» para el próximo verano.