Opinión | Desde la marina

¡Que llueva, que llueva…!

El titular hace referencia a una cantinela infantil de nuestra niñez que, ya entonces, pedía una lluvia que no llegaba. Ni tan siquiera las rogativas de las parroquias conseguían que los cielos se compadecieran. Hace años que nos amenaza el secarral. ¿Quién nos iba a decir que los paraguas sólo servirían como parasoles, como decimonónicas sombrillas? Hoy, han cambiado las tornas, nos cabrea que el cielo amanezca rabiosamente azul, sin una nube. Echamos de menos el chaparrón, el aguacero, el diluvio, que caigan chuzos, que se desplome el cielo de una vez. Las cuatro gotas que caen son una broma. ¿Alguien se acuerda del olor de la tierra mojada, de cómo repicaba el agua en los cristales, de cómo chorreaba la lluvia desde las canales, de cómo brillaban recién lavados los taxis acharolados? ¿Quién hubiera dicho que echaríamos en falta bonitos charcos en las calles? La palabra ‘aguafiestas’ venía del fastidio que provocaba que un chaparrón arruinara una fiesta, pero a partir de ahora, muy al contrario, la lluvia será una fiesta.

En Ibiza no tenemos pantanos –que tampoco ayudan porque están secos-, ni ríos que nos den de beber. Y nuestras aguas freáticas son ya escasas y salobres. Salimos del paso con el agua carísima de las desaladoras, pero nos cargamos el entorno litoral con las salmueras sobrantes que arrojamos al mar. Pintan bastos. No nos queda otra que aprovechar gota a gota la poca agua que tenemos, cosa que, por lo que parece, no entendemos. Hace unos días leía en estos papeles que la ciudad pierde desde hace 40 años hasta 500 toneladas de agua al día por una fuga bien conocida que tiene un garaje, y que una bomba achica y vierte en las alcantarillas. ¡Agua dulce para las ratas! Cojan un lápiz y hagan números. En vez de las 500 toneladas de agua potable que desperdiciamos cada 24 horas en el escape de marras, dejémoslo en 250 toneledas/día para no exagerar, multipliquen el numerito por 365 días que tiene el año y por los 40 años que llevamos desperdiciando el agua. Obtendrán una cifra escandalosa. Y es sólo una anécdota, la punta del icergerg si tenemos en cuenta el agua que perdemos en las conducciones. ¡De locos!

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