Desde la marina

El presidente del Consell da la nota

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

Si los políticos pensaran lo que dicen, en muchas ocasiones no dirían lo que piensan. Ocurre en no pocas ocasiones que, cuando se ponen estupendos, nos regalan perlas como la que hace unos días nos soltaba el presidente del Consell: “No puedo admitir que la ley que limitará la entrada de coches en la isla lleve el logo del PSOE”. Una frase inoportuna y de vergüenza ajena que, con sorprendente desparpajo, reconoce que importa más el bando político, el partido en el que se milita, que el interés general. Son estas frases las que confirman lo que ya sabemos, el desgavell, el pandemónium que es hoy la política. Lejos de primar, como debería, el interés general, queda clara una cosa, que cuando se anteponen las siglas y las militancias al bien común la cagamos. La política no puede consistir en tirarse continuamente los trastos a la cabeza en una guerra en la que, más que el sentido común, prima la meritocracia.

Si en este caso –como en cualquier otro- un partido se apodera de una idea de otro, lo que debería hacer el partido plagiado es denunciarlo. Y aplaudir con las orejas que le copien. En vez de cabrearse, debería sentirse orgulloso de que el enemigo utilice sus iniciativas. El que queda mal es el que plagia, no el plagiado. La actitud de nuestro querido presidente, en este sentido, es de un infantilismo que sorprende. ¿No se percata de que al plagiador se le ve el plumero? Y no sorprende menos que para frenar que prospere la propuesta del PSOE -o mejor dicho, la del PP que se apropia el PSOE-, se proponga una consulta a la ciudadanía. ¡A buenas horas! Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. La consulta debería haberse hecho en su momento, no a toro pasado y utilizando a la ciudadanía, cosa que sólo conseguirá una demora que será perjudicial para todos. Y conste que con ello no critico sólo al PP, porque el PSOE, cuando le interesa, hace lo mismo. Galimatías de mandarines de pocas luces que sólo provocan desconfianza y subrayan una sola cosa: desgobierno. De unos y de otros.

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