Para empezar

Suelas de cemento

Lo raro es que en Ibiza quede todavía un palmo de costa libre de construcción, que no hayamos construido un apartamentito cuco y ‘mágico’ sobre la catedral, ya que estamos. El ansia constructora de décadas pasadas no se repetirá pero no porque nuestra sensibilidad hacia el entorno haya crecido (que también), sino porque ya no queda prácticamente suelo que hollar con nuestras suelas de cemento. Con la isla exhausta, con la lengua fuera, la Comisión de Medio Ambiente de Balears advierte de que no hay recursos hídricos para seguir abasteciendo nuestra avaricia. Lo ha advertido en sus consideraciones al nuevo urbanismo de Vila y, como consecuencia lógica, también con el proyecto de las 532 nuevas viviendas protegidas de Ca n’Escandell. Lo fiamos todo, ahora, a la nueva depuradora de Ibiza, pero si seguimos percutiendo en nuestra supina ignorancia, dentro de cinco o seis o diez años necesitaremos otra planta de las mismas características. Si el problema ahora es el acceso a la vivienda no se soluciona levantando más edificios; hay que ocupar lo que está vacío, respetando la propiedad, claro. La isla no puede ser un parque de atracciones que se llene en verano y se vacíe en invierno. Tenemos que despertar. No vale eso de: ‘mamá, cinco minutos más...’. No hay tiempo.

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