Desde la Mola

Ya vienen los Reyes

El sábado, si no te toca el Niño, por lo menos vienen los reyes magos (nunca he sabido por qué les llaman «magos» y no pienso buscarlo en internet). Lo que siempre es un consuelo menor. Con el final de las casetas. Con la vuelta al cole. Con el regreso de los que se fueron antes de Navidad a sus lugares de origen, o de origen conyugal (unos cuantos por lo que sabemos). Los de aquí que se han ido a Palma (segunda residencia) y vuelven a la rutina. Con todo eso en el horizonte más próximo regresa también la tensión política. El problema irresuelto e irresoluble a corto o medio plazo. Un 1 + 8 contra los ocho del 5 + 3, siempre con la espada de Damocles de que ese 1 desequilibrante se despierte un día y decida votar con los otros (quiero suponer que por conciencia personal) y crear una vía de no retorno que ponga patas arriba la administración local con el peligro que supone en una comunidad de apenas seis mil que necesita cuarenta mil para mantener su PIB saneado. Esos cuarenta mil precisan de unos servicios acordes a lo que pagan. No dudo que desde el sector privado pueden garantizarse la calidad (casi) de las exigencias del sector turístico, pero para llegar a ese, casi tolerable, es preciso un sector público que garantice la oferta. No solo hablamos de calles y playas limpias. Transportes que funcionen. Seguridad ciudadana y vial. Medio ambiente acorde con «el último paraíso del Mediterráneo». Ocio singular (no somos Ibiza) y regulado para la tranquilidad del sector «balneario». Para llegar a esos parámetros es necesario que la administración pública funcione y para eso tiene que desarrollar su labor en un clima de confianza que debe partir de la sección «política» y transmitirle seguridad al colectivo de funcionarios para que la eficacia no sea una quimera. Hoy, digamos ya 8 de enero de 2024 (bisiesto) esas condiciones no se dan desde el apartado político del Consell, con un presidente aislado en sí mismo, con ocho concejales con mando en plaza aguardando acontecimientos y sin atreverse a proyectar políticas diferentes a los «anteriores», que les permitan transmitir un mensaje de «lo veis» a la ciudadanía que en su día les votó y propició el cambio en el Consell. Estamos instalados en la incertidumbre. Los franceses que en esto de situaciones complejas nos llevan unos años, desde la «dictablanda» de De Gaulle, lo resolvieron con la cohabitación y terminó mal. Aplíquense el cuento.

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