Adiós, Montero. Hola, Redondo

El nuevo nombre al frente del Ministerio de Igualdad era una expectación. Se ha hecho estos días mucho análisis, que depende del extremo desde el que se analice. Montero se ha despedido señalando a Pedro Sánchez de su fin. Pero, aparte, es de sobra conocido que cuando Sánchez remodeló el Gobierno en la anterior legislatura, dejó a Montero en su puesto y a quien apartó de la primera línea fue a Carmen Calvo. De la misma manera que durante la crisis de la ‘ley del sí es sí’, tampoco la cesó. Se supone, en este último caso, que por ser una ley que no salió solo de Igualdad sino bajo la supervisión de todo el Gobierno, Ministerio de Justicia incluido.

En cualquier caso, Montero agotó toda su legislatura y gestionó sus proyectos como quiso. Algunos por vías de urgencia, a pesar de las críticas. Y es que, junto a sus logros, también se ha plasmado su incapacidad de equilibrar pasado y presente del movimiento, y errores de comunicación que afectaron a las relaciones. Han sido años de tensión con extremos de análisis. Cuando se critica una gestión no con los argumentos, sino desde el sexismo y el insulto, se pierde la razón. Cuando hay más personas que sillas, los enfrentamientos saltan. Y cuando no se trabaja en limar asperezas teniendo la posición institucional y representativa, las tensiones aumentan. Y así quedó un movimiento dividido que costará tiempo cohesionar.

Ahora, Ana Redondo abre una nueva etapa frente al Ministerio de Igualdad, en la que hay quien duda de su capacidad ante su falta de experiencia política en el feminismo. Su gestión dependerá de su equipo técnico. Por ahora, se plantean varias preguntas.

¿Es un perfil neutro para buscar menos tensiones o para tener más control en la comunicación por parte del Gobierno?

¿Bajar los decibelios ante cualquier cosa que haga o diga este Ministerio será tan marcado, hasta el punto de que termine por ser un ministerio silencioso en toda la legislatura?

¿Seleccionar un perfil vinculado al derecho constitucional servirá para afrontar la justicia patriarcal y trabajar en más formación, o para evitar que se cuestione sobre ella?

¿Que en el acuerdo de Sumar y PSOE vuelva a quedarse fuera la abolición de la prostitución y la gestación subrogada es para evitar otros enfrentamientos?

¿Qué postura tendrá este ministerio ante la respuesta del Tribunal Constitucional a la ley trans y la ley de libertad sexual?

Las leyes están para crearlas pero también para cumplirlas y quizás ese sea su reto. Mientras, todo está lleno de incertidumbres. Entre ellas, que las madres que luchan contra la violencia vicaria y contra la violencia institucional sean silenciadas frente a una justicia que parece intocable, a pesar de las condenas al sistema por los casos de Ángela González o Itziar Prats. El temor de que las mujeres explotadas sexualmente siempre, eternamente, sean consideradas víctimas de segunda y no una prioridad absoluta después de tantos desplantes, legislatura tras legislatura. El tiempo dirá la respuesta. Por ahora, como apuesta simbólica, ya es bien diferente.

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