Tribuna

Raudo y veloz

Vivimos en una isla con una orografía, unas distancias y un clima idóneos para el uso de motos, bicis o patinetes eléctricos. Pero también vivimos en una isla con un tráfico de locos diez meses al año donde no es nada recomendable usar vehículos de dos ruedas porque resulta muy peligroso. Las motos se han impuesto por diversas y lógicas razones, contribuyendo muchas de ellas al frenesí circulatorio. Con las bicis no ha pasado lo mismo, siendo residual su uso en días de semana y zonas urbanas, viéndose aumentado de manera exponencial los fines de semana para hacer deporte.

Pero el éxito del patinete eléctrico es otra cosa que hay que analizar de cerca y en profundidad. Se veía venir que su expansión sería inevitable y notable, algo que la bici no ha conseguido. ¿Y cuál es la diferencia clave entre ambos vehículos? Pues que en uno hay que dar pedales y en el otro no. Y aunque resulta que el ejercicio físico es buenísimo para la salud, también es cansado, así que voy en patinete eléctrico al gimnasio porque me queda muy lejos o porque llego tarde. Respuestas para todo.

Viene siendo habitual, no sorprendiendo a nadie ya, legislar a toro pasado, cuando es precisamente en estos casos cuando hay que poner la venda antes de la herida, ya que los problemas de convivencia cívica y el riesgo son evidentes y muchos. Estos artilugios no tenían que haber llegado al mercado sin una normativa clara, concisa y pormenorizada sobre permisos, seguros, velocidad, edad del conductor, zonas de circulación, etc. Pero para la economía capitalista lo primero es el negocio y luego ya se verá cómo actuamos ante una problemática, que si se puede volver a hacer negocio resolviéndola, mejor que mejor. Este es el caso de los seguros obligatorios o de las revisiones, algo que viene después.

A partir de enero de 2024 se deberán matricular todos los patinetes eléctricos que alcancen una velocidad de cincuenta km/h y que tengan sillín, porque este tipo de vehículos deja de ser de movilidad personal y pasa a ser ciclomotor. También a lo largo del año se ha venido legislando por parte de ayuntamientos o comunidades la prohibición de subirlos al transporte público ante el riesgo de explosión o incendio de sus baterías. Prohibiciones que tampoco son unificadas ni homogéneas y donde cada uno va haciendo según le parece.

Pero vayamos al origen de estas últimas prohibiciones: las baterías. Resulta que no son seguras, bien por no ser de buena calidad, por no estar homologadas, por estar manipuladas o bien por un mal mantenimiento. ¿Se imaginan que esto pudiera pasar con alguna marca de coches y la marca de baterías que montase? No hagan el esfuerzo porque algo parecido sucedió con algunos modelos de teléfonos móviles y ya sabemos lo que supuso para esas marcas y cuál fue su reacción casi instantánea. Ahora bien, la fabricación de patinetes eléctricos es algo muy reciente por parte de marcas que son casi todas ellas semidesconocidas y que en lo que han puesto el esfuerzo ha sido en abastecer la gran demanda y no en cuestiones de seguridad. Si unimos unos bornes con otros, llegamos al asunto de las baterías eléctricas de almacenaje, asunto donde todo esto no hace otra cosa que plantear más dudas sobre los vehículos eléctricos en general y su candidatura a ser una alternativa real al motor de combustión. Mientras tanto, los años pasan sin que se vean cambios sustanciales y las fechas límites establecidas están cada vez más cerca. Otra quimera sin final feliz.

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