Sánchez, Díaz y el secretismo

Sánchez y Díaz escenificaron ayer una nueva luna de miel, que nunca ha estado en peligro, pese a que sus conversaciones se hayan mantenido en secreto. Han desvelado entre sonrisitas cómplices, miradas de intenso cariño y expresiones melifluas -¡qué hartura de «querido Pedro»!- que su sintonía es perfecta porque solo quieren el bien de España. Ha trascendido, eso sí, que el único escollo ha sido la reducción de la jornada laboral, que al final ha sido reducida, sin sorpresas, pues ambos quieren sí o sí lo que denominan cuatro años más de gobierno progresista, sin explicar por qué consideran progresista hacer depender su mandato todo de la aquiescencia de partidos elitistas, conservadores y burgueses, y además defensores de la desigualdad de los pueblos de España como son Junts y el PNV.

No lo han explicado porque no se han referido a ellos en ningún momento, ni a la amnistía, ni a la reducción impuesta de jornada, aunque una tenga sus serias dudas de por qué va a ser mejor para España trabajar menos que más. La opinión de una importa poco a mucha gente y menos que nada a los protagonistas de la negociación, pero los empresarios se han mostrado muy en desacuerdo por lo que para ellos es intervencionismo del gobierno, que lo es. Sánchez ya ha ejemplificado muchas veces de palabra y obra que pasa de los empresarios como de la hez, pese a que el Rey intenta siempre que puede suplir este enorme error o disparate del presidente, la última vez en Bilbao donde destacó que ante la incertidumbre, parte fundamental de la solución son las empresas.

Un eufórico Sánchez -tampoco nos explicamos su euforia con la que está cayendo fuera de España y la legislatura incierta que amenaza- ha contado que, cuando le preguntan cómo está, dice que con la misma ilusión y fuerza que al principio. Incertidumbre, cero, vaya. Da gusto eso, aunque menos gusto dé que no admitieran ni él ni su socia preguntas de la prensa. Propaganda y secretismo. No a las cuestiones incómodas y ausencia total de control al gobierno. Populismo hoy, aquí, ahora y para quedarse.

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