Comidas de Navidad

No se han ido del todo los calores y ya estamos pensando en las comidas de Navidad.

-Oiga, será usted, que yo en lo que pienso es en llegar a fin de mes.

El día favorito para organizar el condumio con los compañeros de la oficina, amigotes e incluso familiares es el viernes 15 de diciembre, dice un titular, que cita un estudio que tal vez sea en realidad un muestreo entre fiesteros. Los hosteleros dicen que el jueves 14 y el viernes 21 también van a ser grandes fechas para las comidas de empresa y que las reservas comenzarán a ser masivas en breve. A esta hora, el más espabilao de la oficina ya está sondeando, para ver dónde organiza el ágape, al jefe de contabilidad, a la jefa de recursos humanos y al becario, que pese a tener 42 años sigue siendo apodado así. El año anterior se pasó con el Jagermeister y subido en la mesa exhortó a la rebelión proletaria. La vida es lo que nos pasa mientras ya es Navidad en El Corte Inglés. Fomenta mejor las relaciones laborales (y las otras) una sobremesa de diciembre que siete sesiones de coaching. El estudio afirma que el 52% de los encuestados prefieren almuerzo y no cena. El descubrimiento del tardeo acabará siendo más importante que el de América. Almorzando te haces la coartada mental de que comes, tomas copas, te diviertes y a la hora prudente de la cena estás ya en casa. Finalmente, lo único que consigues en realidad es que la cogorza con la que acaba a las tres de la mañana haya comenzado a las tres de la tarde. Este año, además de no olvidar que hay que invitar a Martínez, aunque sea un plasta, vendrá también la inflación, que se va a comer un diez por ciento de los langostinos con salsa rosa y hasta un trocito del solomillo. Las condiciones de una comida de empresa en Navidad hay que mirarlas mejor que las de una hipoteca, que luego vienen los enfados y las decepciones: oiga, habíamos quedado en jamón del bueno y un plato para cada cuatro, no para cada seis.

Ya nos dejó dicho Marx que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa. La tragedia para algunos fue no tener este tipo de citas en la pandemia. La farsa, la simulación que no pocos hacen de amistad y colegueo mientras tratan de amortizar la barra libre, que en realidad está cautiva de los gorrones. La Navidad ya está aquí y los turrones pueblan los estantes de los supermercados mientras se forman colas en los despachos de Lotería. Miles de mantecados de limón esperan tristes ya envasados a que nadie los coja como primera opción. En las comidas de escritores temen al milhoja en blanco. En los almuerzos de contables todos se pelean por cuadrar la cuenta. Si son de fumadores charlatanes, todo lo acordado se queda en humo. En una comida de fiscales acabarás acusado de haber elegido mal el sitio. No faltan quienes quisieran tener empresa, aunque no organizara comidas. La Navidad es una nueva y pronta excusa para los excesos. Total, la vida son tres días; dos de ellos, Navidad.

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