Tribuna

Tiempo de reflexión

Cada final, esconde un nuevo comienzo, una nueva ilusión a la que agarrarse para seguir el camino hacia nuestro propósito en la vida. Y como cada año, en estas fechas, sentimientos encontrados nos invaden, despedimos con nostalgia la temporada, para dar paso, con gratitud, a la reflexión y al descanso. Hemos dejado atrás, con cierto anhelo, ese olor a bronceador, el bullicio y la alegría del verano y de quienes nos han visitado. La isla vuelve a manos de quienes la habitan durante todo el año, y se prepara para hibernar, detener la actividad turística normal de la que se nutre, para reponerse de la locura frenética del verano.

Quienes sueñan y siguen soñando, en vano, con la desestacionalización de nuestra querida Ibiza, olvidan que no hay voluntad social, ni política para alcanzarla. Y no hay voluntad social y política, porque básicamente no se da la premisa imprescindible que la haría posible: la simple necesidad. El ingrediente indispensable que alimenta y agudiza el ingenio, que mueve montañas y hace posible lo imposible. Créanme, lo digo, por propia experiencia. Porque solo cuándo los frutos del verano, y de la temporada, no nos permitan vivir bien todo el año, cambiarán las tornas. Mientras… aceptada esta realidad, y a pesar de ella, algunos no dejamos de echar en falta, un cierto inconformismo, altura de miras y valentía que nos permitan evolucionar hacia un modelo turístico más sostenible, con un turismo más espaciado en el tiempo y menos concentrado en ciertos meses del verano.

En cualquier caso, y volviendo al tema que nos ocupa, la finalización de la temporada y los aprendizajes que hemos adquirido tras la intensidad de las experiencias vividas. Sabemos que todo, como la vida misma, tiene un comienzo y un final porque como dice la canción, “Al final, las obras quedan, las gentes se van” y que “otros que vengan las continuarán…”. Y en este sentido, la mayoría somos conscientes de que cada gesto y cada detalle importan, y que nuestras obras, nuestro trabajo son el fiel reflejo de lo que somos. Esa huella que queda tras nosotros imborrable en el tiempo que, esperamos, mejore la vida de los que nos rodean. Por ello, merece la pena aprender de lo vivido, de nuestras experiencias durante esta temporada, para volver con más inteligencia y mejor preparados para lo que nos depara el futuro, a la vista del panorama nacional e internacional que se cierne, y que, muy probablemente afecte a nuestro sector.

Ante estas circunstancias, y tras lo vivido, quiero compartir, desinteresadamente, con mis lectores los aprendizajes y consejos que cada día, me doy a mí misma y a todo aquel que desee escuchar, porque como dijo François De La Rochefoucauld, nada se da tan generosamente como los consejos, y más si se dan desde el cariño y la voluntad de ayudar. Así que, a todo aquel que me esté leyendo, aquí os dejo mis humildes consejos y aprendizajes vitales:

Ve siempre un paso por delante de los acontecimientos anticipándote a lo que pueda ocurrir. No te fíes nunca de las apariencias, obsérvalo todo con otros ojos, sin prejuicios para intentar llegar a la verdad. Que la prudencia rija siempre tu forma de actuar, pensar y hablar. Jamás temas equivocarte, el único ser humano que no se equivoca es el que nunca hace nada, pero el coste de equivocarse siempre es menor que el de no hacer nada. Huye de la mediocridad, rodéate de los mejores, personas con talento y valores, gente que te quiera y te diga la verdad, aunque duela. Que el ego no te impida avanzar con inteligencia y humildad, buscando el éxito colectivo por encima del éxito individual. Sal de tu zona de confort y no tengas miedo al cambio, el inmovilismo es enemigo del progreso. Nunca dejes que el miedo te paralice y te impida vivir la vida siendo fiel a ti mismo. Haz del optimismo realista tu premisa en la vida, te permitirá avanzar equilibradamente sin caer en extremos como el catastrofismo o el triunfalismo. Relativiza las dificultades y problemas para poder encontrar una forma equilibrada, diferente y práctica de afrontarlos y superarlos con éxito. El éxito es relativo, no te fíes del éxito que se consigue sin esfuerzo. No dejes nunca que nadie te diga lo que eres o no eres capaz de hacer. Querer es poder y si realmente estás convencido de lo que quieres, tus limitaciones no existen. Recuerda que la felicidad no es la meta sino el camino, por eso disfruta al máximo mientras lo recorres. No te olvides de lo que realmente importa: de tu familia y amigos, de tus valores y de lo que eres. Y, sobre todo y ante todo, no pierdas nunca la ilusión y la pasión por lo que haces.

No puedo enseñar nada a nadie. Solo puedo hacerles pensar. (Sócrates)

Alicia Reina Escandell  | Doctora en Turismo

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