Para empezar

Las mociones del martirio

Creo que lo hacen aposta, para castigar a los periodistas que cubrimos los plenos municipales. Sesiones eternas, que han llegado a alargarse hasta siete horas, casi la mitad de las cuales ocupadas por mociones absurdas sobre temas que no tienen nada que ver con la gestión municipal o insular. La semana pasada tuvimos que pasar por el tedioso trámite de dos mociones del PP sobre Cataluña. En esta ocasión han sido los azules, pero esto lo hacen todos los partidos de ámbito nacional. Evidentemente, cuando te llegan órdenes de Génova o de Ferraz, no hay más remedio que acatar. En estas circunstancias, lo suyo es que quien proponga la moción la lea rápido, que los interpelados no respondan y, obviamente, que nadie haga uso del turno de réplica para liquidar el trámite de la forma más rápida posible. El drama es cuando aparece el típico acomplejado que en sus sueños húmedos ejerce de tribuno del pueblo desde la atalaya del Congreso de los Diputados, amargado porque la vida sólo le ha deparado ser un concejal de provincias, y que ve en estas mociones una oportunidad para desplegar una fatua retórica de Demóstenes de todo a cien. Un auténtico martirio. Cuando me toca cubrir un pleno, a estas mociones no les dedico ni una línea. Por mí, como si se quieren pasar siete horas hablándole a la pared.

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