Platja d’en Bossa: ¿y la grúa pa cuándo?

u Cuando tenía 19 años y hacía prácticas en el diario deportivo Dicen (ya desaparecido, igual que mi juventud) dejé mi coche, mi querido escarabajo de tercera o cuarta mano, aparcado en el vado de un negocio en la calle Tallers de Barcelona. Pensaba que a esas horas no iban a salir ni a entrar coches, así que me fui tan tranquila. Al volver, en el lugar que ocupaba mi coche había un triángulo amarillo: multa y teléfono para recogerlo en el depósito. Me quedé lívida. Al día siguiente tuve que ir hasta el quinto pino a buscar el vehículo, pagué un multorrio y otra cantidad por su retirada. Un sablazo que me vacunó de por vida para aparcar en lugares prohibidos. Ahora bajo incluso del coche y me aseguro bien de que está permitido estacionar antes de dejarlo. Me han puesto multas durante todos estos años, sí, pero nunca más se me ha llevado el coche la grúa. Por eso, me resulta incomprensible cómo el Ayuntamiento de Ibiza consiente que, desde hace semanas, haya vehículos aparcados en la acera en Platja d’en Bossa, impidiendo el paso de los viandantes y ya no digamos de quienes tienen problemas de movilidad. Es tan fácil de solucionar como lo ha sido siempre: policía, multa y grúa. Y se le pasan a una las ganas de dejar el coche donde le sale de los mismísimos.

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