Tribuna

La frontera entre el éxito y el fracaso

La RAE, define el éxito de tres formas distintas: como el “resultado feliz de un negocio…”, como la “buena aceptación que tiene alguien o algo”, y como la “terminación de un negocio o asunto”. El éxito es relativo y subjetivo, cada persona tiene su propia concepción de lo que es valioso en su vida, por tanto, no todos tenemos la misma percepción acerca del éxito, aunque solemos coincidir en la idea de que es la ausencia de fracaso. El éxito se suele relacionar con ciertas características o habilidades del ser humano: la autoconfianza, la resiliencia, la ambición, la perseverancia y la fuerza mental para sobreponerse a las dificultades. El peor enemigo del éxito es el miedo al fracaso, más aún cuando paraliza nuestra mente y nuestra voluntad. Si hemos de ser sinceros, todos, absolutamente todos sin excepción, hemos tenido miedo al fracaso en alguna ocasión. Pero cuando el deseo por alcanzar el éxito supera con creces ese temor a errar, es cuando se produce la magia. El éxito no es la meta, sino disfrutar del camino por alcanzarlo, conocer tu propósito en la vida y luchar por convertirlo en realidad. El éxito no se consigue sin trabajo, constancia y esfuerzo y nace de la confianza en uno mismo. Algunos nos preguntamos si la felicidad y el éxito van de la mano. Todos conocemos a personas supuestamente exitosas que no han sido felices. Lo que nos lleva a afirmar que si bien el éxito no es la clave de la felicidad, lo que es indudable es que la felicidad sí es la clave del éxito.

Al hilo de esta breve introducción, hoy deseo compartir con mis lectores una reflexión acerca de la actualidad, concretamente de los resultados electorales. Las recientes elecciones municipales en Baleares, y concretamente en Ibiza y Formentera, han dado un vuelco político inesperado en el tablero de juego. Puede que ello se deba, entre otras razones, a la desconexión que ha existido entre los gobernantes y la realidad de los ciudadanos, al hartazgo de los electores, a las fallidas políticas intervencionistas en materias como el turismo y la educación, a la deficiente gestión de la sanidad pública, a la excesiva presión fiscal a la que están sometidos los ciudadanos de Baleares, a la estrategia de polarizar a la población, además de a la percepción de que no se está poniendo en valor ni promoviendo el emprendimiento y el relevante papel de las Pymes en la generación de riqueza social...

No me corresponde a mí analizar cada una de las causas del vuelco político que hemos vivido, sino a sus protagonistas. Solo me queda dar, desde el respeto, mi enhorabuena a los agraciados ganadores y mis condolencias a los sufridos perdedores.

De modo que, a los que han vencido, les invito a convertir su éxito en un nuevo éxito, tomándolo con humildad, relativizándolo, y aprendiendo de él. No está de más preguntarse si se ha vencido por méritos propios o por desmérito del adversario. En este sentido, el vencedor, tras analizar la causa de su victoria, debe evitar el fracaso del éxito, impedir con determinación que se le suba a la cabeza, evitando ser seducido por la autocomplacencia, la prepotencia y al narcisismo.

Por otro lado, a los vencidos, les animo a convertir su fracaso en un éxito, aprendiendo de su derrota (analizando sus causas para evitar que vuelvan a darse) a asumir la responsabilidad de su fracaso. Porque cuando transformamos nuestras heridas en aprendizaje y sabiduría, convertimos nuestra aleccionadora derrota en una brillante victoria. Por el contrario, cuando abrazamos el victimismo, la no asunción de responsabilidades, es cuando la frustración nos domina y el fracaso engendra un nuevo fracaso. Porque no olvidemos que, tan o más importante es celebrar nuestros éxitos, como aprender de nuestros fracasos.

«El éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano»(Napoleón)

Alicia Reina Escandell  | Doctora en Turismo

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