Los piratas no esperan

Las elecciones, también denominadas “fiesta de la democracia”, que es un término no exento de desmesura, constituyen la única fórmula que existe para establecer la voluntad popular y la alternancia en el poder. Sin embargo, también suelen establecer un tiempo de parálisis administrativa, que la sociedad en general y la ibicenca en particular no siempre se pueden permitir.

Mientras aún coleaba la resaca de las tomas de posesión del pasado sábado y a falta de conocer quiénes serán los próximos concejales de área en los distintos municipios pitiusos, nos hemos enterado de que el pirata de Porroig, aprovechando que el foco estaba en otra parte y las autoridades se centraban en mítines, negociaciones, alianzas electorales y demás, ha vuelto a instalar su particular campo ilegal de boyas en esta bahía.

El susodicho individuo, que también es responsable del infame desguace ilegal situado en la carretera de Cala Tarida, vuelve por tanto a las andadas y esta temporada ya ha comenzado a lucrarse con absoluto descaro, utilizando una propiedad pública como si fuera su chiringuito particular. En temporadas pasadas, su dominio de la zona resultaba tan absoluto que ningún yate podía fondear por aquellos lares, ni siquiera con ancla, sin su beneplácito y antes de haber pasado por caja.

Este año, el sheriff de esta zona de es Cubells ha variado un poco su sistema para que su actividad ilícita resulte menos visible que en anteriores veranos. Ahora ata las boyas en corto para que queden sumergidas bajo el agua y así no resulten visibles desde el exterior. Cuando aparece un cliente en el horizonte, se aproxima con su neumática, negocia el precio y procede a pescar el amarre, según nos enteramos ayer.

Situaciones como la de Porroig, que además se reproducen en otras calas de la isla, serán una de las primeras cuestiones que deberán abordar los nuevos responsables políticos del archipiélago, muy especialmente desde el Govern balear, con la sustancial novedad de que, el próximo 1 de julio, por fin se harán efectivas las transferencias de la Demarcación de Costas al Govern balear.

Eso significa que el descontrol que hasta ahora existía en el litoral ibicenco, que ha permitido que sujetos como el ‘Pirata de Porroig’ y tantos otros se dediquen a lucrarse explotando aquello que no les pertenece, ya no será responsabilidad de Madrid sino del Govern balear, que está mucho más cerca y cuyos rostros son conocidos.

Mientras aún se dirimían las condiciones del traspaso de competencias entre la administración central y la autonómica, el pasado mes de mayo el equipo progresista anunció la incorporación de doce nuevas plazas al equipo destinado a velar por el cuidado y administración del litoral balear, que se sumarían a las 18 ya existentes en la sede regional de la Demarcación (aunque seis de ellas estaban vacantes) y a las ocho que ya trabajaban para el Govern en esta materia.

Habrá que ver qué estrategia adopta el futuro equipo de Marga Prohens, pero sus compañeros ibicencos de partido deberían trasladarle con urgencia el carácter trascendental que en Ibiza ha tenido, tiene y seguirá teniendo esta polémica, ya que la sensación que proyectan quienes se aprovechan con tal insolencia de la propiedad pública es de estar riéndose de las instituciones, los gobernantes y toda la ciudadanía a la cara. Sin miedo a exagerar y después de la demolición de Casa Lola, se puede afirmar categóricamente que el cargo de villano oficial del reino lo ha heredado el ‘Pirata de Porroig’.

La gestión del litoral no es materia baladí, ya que el traspaso de las competencias, aunque el Estado se reserve un porcentaje de los ingresos generados, implica asuntos tan trascendentales y delicados como la ordenación del dominio público terrestre situado en la costa y las siguientes 12 millas náuticas mar adentro, la concesión de las autorizaciones administrativas (hamacas y sombrillas, kioscos, permisos para actividades deportivas o culturales, etcétera), la vigilancia del litoral, la aplicación de sanciones a los que incumplan las leyes, la regeneración de playas, etcétera.

Hasta ahora, no ha existido una institución más opaca en el archipiélago que la Demarcación de Costas, cuyos responsables y funcionarios eran prácticamente anónimos y con los que algunos particulares negociaban asuntos como la prolongación de sus concesiones de una manera absolutamente privada y opaca. El nuevo Govern balear, que además hereda un traspaso envenenado por la enorme responsabilidad que implica y los magros medios económicos, humanos y materiales con que éste va acompañado, no podrá permitirse esta falta de transparencia y la tradicional inacción vivida hasta ahora.

Veremos qué ocurre en Porroig y otros enclaves del litoral pitiuso, pero mientras los piratas sigan campando a sus anchas, como al comienzo de este verano y en los anteriores, la ciudadanía pitiusa difícilmente va a poder confiar en la capacidad y firmeza de los nuevos gobernantes.

@xescuprats

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