El púlpito

Conversión

Daniel Martín

Daniel Martín

Transformación de alguien o de algo en cierta cosa que antes no era, reza en el diccionario. En la Cuaresma, ese tiempo tan propio del cristiano que prepara para la Semana Santa, la nota que caracteriza es la conversión. Y para lograrlo se nos proponen tres formas muy simples, pero muy humanas, de alcanzar dicho cambio. La limosna: que nos hace salir de nosotros para encontrarnos con el resto. El ayuno: para hacer un poco de hueco en nuestro interior. Oración: para que resuene la voz de Dios en nosotros. Salir, vaciar, escuchar. Frente al encerrarse, llenarse y hacer oídos sordos. Es muy fácil encerrarse en los propios criterios, en las propias seguridades, en la propia cerrazón de argumentos adquiridos o heredados que no son confrontados con el realismo del presente. Es muy fácil encerrarse en clichés o eslóganes que nos dividen y alejan del otro. Es muy fácil llenarse de prestigios, de famas, de dinero, de cosas, de gente, de todo y a la vez de nada. Es muy fácil llenarse de todo aquello apetecible que, por lo inmediato de lo contingente, ni sacia, ni llena, paradójicamente. Y es muy fácil hacer oídos sordos a la voz del hermano, del que sufre, del que llora, del que no sabe, del que no tiene. Hacer oídos sordos a la voz de Dios, que nos ha creado. Hacer oídos sordos a la voz de la conciencia o de lo más propio de nosotros que nos habita. Es muy fácil escuchar música a todas horas, sin dejar silencio, escuchar a aquellos que me dicen lo que quiero oír, escuchar a aquellos que me aplauden o que no aportan ni un grano de realismo y crítica a mi vida. La Cuaresma es romper con esos vicios, con esas cadenas, con esos círculos que nos destruyen poco a poco, que nos aíslan, que merman nuestra capacidad de ser verdaderos humanos. Cuaresma es ponerle nombre a las enfermedades del alma que nos infectan y ponerle remedio para seguir caminando, con la alegría que da la Semana Santa. La alegría de saber que la muerte ha sido vencida, que el pecado no triunfa sobre nada ni nadie. Que Dios puede siempre más. Feliz Cuaresma. Feliz conversión.

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