Desde la marina

Nadie se atreve

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

Bien está la propuesta de ley que se hace al Govern para limitar la entrada de vehículos en los meses más críticos del verano. Es un primer paso en la buena dirección para reducir los agobios vehiculares. Pero la bola ha crecido ya demasiado y si queremos reconducir el problema será necesario implantar otras medidas que, por lo que parece, nadie se atreve a tomar. Sigue en los despachos la urgente necesidad de habilitar aparcamientos que permitan liberar a la ciudad de tantísimo estacionamiento. Las calles no pueden ser el masificado garaje que ahora tenemos. Hay quien plantea construir aparcamientos en superficie, en grandes edificios, y quien los plantea que se hagan perimetrales, en el subsuelo de la primera ronda. Tanto da. El caso es que se hagan de una puñetera vez. ¿Tiene alguna ventaja demorar lo que tendremos que acabar haciendo? Ahora se habla de habilitar aparcamientos en el puerto, mover los coches de aquí para allá. Es lo que nos faltaba, fastidiar los escasos espacios abiertos que todavía tenemos.

Pero no es sólo eso. Ya se ha planteado en repetidas ocasiones la conveniencia de potenciar la electrificación de los coches. En el caso de nuestras islas no es excusa decir que faltan puntos de recarga. Es un problema en geografías de grandes distancias, pero los actuales modelos de coches eléctricos tienen autonomía sobrada con las actuales baterías, 200 y 300 km., para cubrir la movilidad diaria que se puede tener en la isla. Esto quiere decir que, si las administraciones activaran alguna subvención o ayuda, los particulares podrían, como ya se hace en otras ciudades, colocar puntos de carga en sus garajes. Y lo que es ya incomprensible es que no se obligue a las empresas de alquiler a que todos sus coches sean híbridos o eléctricos, ofreciendo en sus centros de distribución tantos puntos de carga como sean necesarios. Y es asimismo incomprensible que los hoteles no dispongan ya para sus clientes de un buen número de puntos de carga. Por su tamaño, nuestras islas podrían ser un ejemplo de circulación limpia y silenciosa, de sostenibilidad medioambiental. ¿Puede decirnos alguien a qué estamos esperando? El tiempo no solucionará el problema, lo agravará.

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