El púlpito

Diálogo

Daniel Martín

Daniel Martín

El diálogo es una manera de comunicación verbal en la que se relacionan dos o más personas. Entrar en diálogo no significa dejar de lado las propias convicciones, sino que desde ellas y por ellas se establecen puentes de confluencia. Además, es lo más nuestro, lo más humano. Somos capaces de construir un pensamiento y exponerlo a aquel que nos escucha. Cosas tan simples como ir a comprar, o decidir sobre el presente y futuro de un pueblo, necesitan de esta capacidad. Entre nosotros el ser ‘una persona dialogante’ tiene un valor positivo, ya que expresa que tiene la capacidad de escuchar con respeto y exponer con valentía aquello que considera oportuno. Este diálogo viene aliñado con más características que lo hacen más fecundo: la amabilidad, la paciencia, el humor, la inteligencia, la empatía, la cercanía y la capacidad de sentir como positivo el hecho de la disparidad de opiniones. El diálogo se fundamenta en esa capacidad profunda de descubrirnos mucho más importantes que aquello que pensamos y representamos. Bien lo saben los padres que, con el mismo amor, han educado a sus hijos y uno tiene unas ideas y el otro otras totalmente distintas. En la capacidad de escucha y fraternidad, en la misma mesa se puede hablar de temas complejos, pero reconociendo siempre que el que se sienta enfrente es mi hermano. Siempre duele mucho cuando observamos como por ideas, por opiniones, por opciones vitales, por lo que sea, se pierde lo más esencial: la comunión entre nosotros. Al romperse esta unión ya no hay diálogo real, sino enfrentamiento acalorado que busca bandos y trincheras. Esto no nos hace más fuertes, aunque lo parezca. Justo al contrario, nos debilita y nos resta fuerzas para enfrentarnos a los grandes retos que nos depara este mundo. Quizás el deporte que más necesitamos hoy en día es la capacidad del debate, del intercambio apasionado de ideas, de la confrontación serena en pro de la verdad. Y así el mundo avanza, con saltos y curvas, pero juntos. Cuando observamos el nivel de ciertas intervenciones públicas de algunos personajes de relieve nacional, nos provoca tristeza. No por las ideas que expongan, que se podrá o no estar de acuerdo, sino por la forma, a la gresca, con la que se expresan. No parece que se quiera encontrar la forma de caminar juntos, sino la forma de crear partidos. Ello duele, le debe doler al Padre de todos, cuando ve como sus hijos se ‘tiran los trastos a la cabeza’ cada vez que hay ocasión.

Daniel Martín | Sacerdote

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