Desde la Mola

Un cable electoral

Valentín Villagrasa

Valentín Villagrasa

Decía Pepo Rubio (coordinador de Radio Illa) que nunca había visto un listado tan grande de propósitos para Formentera como el salido del Consell de Govern (Mallorca dixit) celebrado en la pitiusa menor… un lunes que no fue un lunes cualquiera. La crónica de Carmelo Convalia reflejaba por apartados ese propósito de enmienda del Govern con respecto a Formentera… sin opinar, Carmelo daba a entender que «ya era hora». Tanto revuelo, anuncio, foto de rigor, aunque sin selfie, unida a la foto de cartel electoral con nuestra presidenta, Ana Juan y nuestra expresidenta Alejandra Ferrer, de la llegada del tercer cable a orillas de es Carnatge, sonaban a pistoletazo de salida para cuatro meses vertiginosos hasta llegar al 28 de mayo con la esperanza de renovar la confianza y no tener que pasar por el purgatorio de la oposición…

Tiempo habrá de comentar los aconteceres de una campaña que se presume a cara de perro (las anteriores también) con todo lo que ha pasado y que unos quieren llevar al ‘no te acuerdes’ y otros al ‘no te olvides’.

Escuchando atentamente las respuestas de Armengol tras esa reunión del Govern, me chocó la relativa al Decreto de Regulación del Transporte Marítimo (rescatado del cementerio de los libros olvidados, que diría Carlos Ruiz Zafón) donde (lo comprobé por dos veces) esboza una sonrisa (imagen y sonido) a modo de ‘ni yo me lo creo’ y da una salida por la tangente, sin riesgo a tropezar. Hasta que la perseverancia de Silvia Tur se convierta en ‘impertinencia’ educada, faltaría más y volvamos a lo del ‘hermano lobo’ del 74, respecto a la llegada de la democracia en una España del tardofranquismo, ‘Uhh,uhh,uhh’ diría Chumy Chumez, si estuviera presente… Cosas del diccionario del buen político en el gobierno (el otro, el de la oposición tiene renglones torcidos, casi siempre).

Tras este lunes de ‘puedo prometer y prometo’ y festejos varios, llega el miércoles de ‘penitencia’ (qué dura es la vida del gobernante, se dicen los llegados frente al espejo). Toca rectificar lo del catalán como prescindible en la sanidad y convertirlo en imprescindible a ritmo de presión total de algunos ‘talibanes lingüísticos’. Uno, en su humilde ignorancia, se pregunta qué catalán, el normalizado, el de uso mallorquín, el payés de nuestra isla, la deriva ibicenca… Me quedo con la opinión de Susana Quadrado en La Vanguardia, «si uno va a la sanidad pública espera que le atiendan bien, que le diagnostiquen mejor y que le curen» aunque sea en arameo de la orilla del Tigris…(ver Wikipedia).

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