Opinión

Conciertos y conciertos

Hay conciertos en los que no recuerdo haber estado a pesar de que mis amigos me recuerden que estaba allí, a pesar de que tengo fotos, o incluso de que conservo la entrada. Son pocos, pero se me han borrado. Pero hay otros que permanecen escritos con un Edding 8055 en la memoria, que cierro los ojos y aún puedo sentir el olor, el murmullo de la gente, el sonido de las guitarras, la luz o la oscuridad. Están metidos en el cajón de un archivador indestructible. Ahí guardo el de Pretenders y U2 en el Bernabéu en el 87, sobre todo porque fue ‘el primer gran concierto’, o el de Springsteen en el 88 en el Calderón o el de los Stones en el mismo estadio en el 90, o el de Neil Young en el Mad Cool. Pero no solo de grandes conciertos vive el musicómano. Están también el de los primeros Siniestro Total en el Agapo, o el de Radio Futura en las fiestas de Hortaleza del 86, o el de los Hoodoo Gurus en el Turborrock de Valencia o el de Antonio Vega en Can Ventosa, o el de los Buzzcocks en Benidorm, o el de los Gigolo Aunts en Valarés, o el de los Lyres en Revolver, o el de los Coyotes en el pabellón del Real Madrid, o el de los Lobos en Universal... la lista es interminable pero ya le estoy haciendo hueco al de Morgan en el último Sonorama Ibiza. Hay conciertos y conciertos...

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