Opinión

Vertidos fecales, imprevisión y décadas de negligencias

Los vertidos de aguas fecales en es Caló de s’Oli son una muestra más de las lamentables consecuencias que acarrea mantener una red de saneamiento obsoleta y cómo la falta de planificación al acometer obras públicas ocasiona graves problemas posteriores, cuya solución se complica notablemente. La conselleria de Medio Ambiente del Govern balear es clara en su diagnóstico: hasta que no sustituya la tubería que se rompió el lunes pasado por otra canalización, seguirá habiendo vertidos de aguas residuales en la plaza del nuevo auditorio, que acaban en el mar. De hecho, el volumen de agua residual era tan grande el miércoles que los operarios no podían contenerla ni limpiarla y la Agencia Balear del Agua (Abaqua) optó por desviar este caudal al mar. Es decir, que las aguas fecales han estado llegando al mar durante días (y no se sabe cuándo se podrá detener el vertido), lo que representa un atentado medioambiental de graves consecuencias. Abaqua aprobó el miércoles una actuación de emergencia para instalar cuanto antes la nueva tubería (las obras empezaron el mismo jueves). La vieja, inservible ya, se había roto también en abril, cuando la zona quedó anegada de aguas fecales. La diferencia entre las dos averías que se han producido este año es que en abril la tubería se pudo reparar y ahora ya no, lo que significa que el vertido de aguas procedentes de la red de saneamiento se mantendrá hasta que Abaqua acabe las obras de sustitución de la canalización, en unas dos semanas o, con suerte, algo menos. En cualquier caso, una situación absolutamente inadmisible y muy alarmante. En esta sucesión de acontecimientos surge una pregunta inevitable: si ahora se ha podido iniciar la obra de forma tan rápida, ¿por qué no se hizo antes de llegar a una situación límite como la de ahora, en la que ni siquiera se puede detener el vertido?

Los ayuntamientos de Sant Josep y Sant Antoni presentaron en 2017 el proyecto de ordenación de la costa de la Bahía de Portmany desde Port des Torrent hasta Cala Gració, que incluía mejorar y reordenar las infraestructuras de saneamiento para evitar los vertidos al mar. Sin embargo, cinco años después nos encontramos con que la red de aguas residuales que pasa por donde se ha construido un equipamiento cultural tan importante como el auditorio de es Caló de s’Oli, con un gran edificio y una plaza pública en la que se celebran numerosos actos populares, provoca vertidos que no se pueden evitar a causa del grave deterioro de la canalización.

El crecimiento urbanístico masivo y desordenado en la bahía de Portmany, y especialmente en Cala de Bou, se hizo sin prever las infraestructuras necesarias para atender a ese volumen de población y sin una planificación adecuada a medio y largo plazo, anteponiendo los intereses urbanizadores de promotores privados; esa irresponsabilidad y la negligencia de muchos años nos han conducido al desastre actual. Los continuos vertidos fecales en la costa y el mar son consecuencia de esta imprudente falta de planificación, que ha hipotecado a las siguientes generaciones y representa una amenaza para la salud pública y el medio ambiente. La red de saneamiento de Cala de Bou discurre por zona de dominio público, enterrada bajo tramos de costa y playas que se llenan a diario de bañistas, con alcantarillas y estaciones de bombeo a pocos metros del mar. Una herencia lamentable de un pasado en el que el enriquecimiento rápido guió las decisiones de las Administraciones, que no velaron por el interés general y crearon las condiciones que han provocado los graves problemas que sufrimos ahora. Pero la gestión negligente de muchas décadas se ha agravado notablemente, pues las instituciones (in)competentes han evitado afrontar hasta ahora de forma global el problema del saneamiento en la bahía de Portmany y se han limitado a poner parches. El resultado: cada verano hay continuos vertidos de aguas fecales a la costa y al mar; algunos, tan graves como el que comenzó el lunes en es Caló de s’Oli.

Como es habitual, las instituciones se pasan la pelota de la responsabilidad unas a otras: Medio Ambiente afirma que la Abaqua está esperando la respuesta del Ayuntamiento de Sant Josep sobre los detalles de los terrenos que esta institución ha propuesto para ubicar la estación de bombeo que está junto a es Caló de s’Oli. Un portavoz del Consistorio asegura que han ofrecido a Abaqua alternativas para instalar el bombeo, pero que no las ha aceptado, por lo que sigue buscando otra ubicación. Y el alcalde de Sant Josep, Ángel Luis Guerrero, explicó en el pleno que el Ayuntamiento de Sant Antoni lleva nada menos que cinco años tramitando la expropiación de unos terrenos donde construir la nueva estación de bombeo… El Consistorio portmanyí no ha aclarado cuál es la causa de este sorprendente retraso.

Por otra parte, el Ayuntamiento de Sant Josep inauguró el auditorio de es Caló de s’Oli hace sólo un año, tras una accidentada tramitación marcada por los retrasos y el reiterado incumplimiento de los plazos previstos. A lo largo de esos años, y antes de construir este edificio y la plaza, lo razonable habría sido que las Administraciones (los ayuntamientos de Sant Antoni y Sant Josep, la dirección general de Costas del Estado y la conselleria balear de Medio Ambiente y Abaqua) hubieran sido capaces de solucionar el grave problema de saneamiento que padece la zona, y que era cuestión de tiempo que se agravara hasta extremos como los que estamos sufriendo en la actualidad. Ahora, lo que hay que exigir a Abaqua es que sustituya la canalización cuanto antes y dé a esta obra la prioridad que debía haberle dado hace años; y a los ayuntamientos, que faciliten sin más demora los terrenos necesarios para completar el equipamiento. Pero además, es preciso abordar de forma global el problema del saneamiento en la bahía. No se puede consentir que haya vertidos fecales continuos, año tras año.

DIARIO DE IBIZA