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MACE

Simposio homenaje al escritor Antoni Marí: Reflexiones sobre la amistad, la docencia, la poesía y los ‘ucs’

El simposio organizado por el MACE en homenaje a Antoni Marí se cierra con una conversación entre el autor ibicenco, el poeta Francesc Parcerisas y la activista en defensa de la naturaleza Pucci Vilurbina

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Antoni Marí Muñoz, en el MACE Vicent Marí

La amistad sale a colación de forma recurrente en el simposio homenaje a Antoni Marí Muñoz organizado por el Museu d’Art Contemporani d’Eivissa (MACE). Se habló de ella el jueves y se vuelve a poner sobre la mesa hoy (por ayer). «La amistad es el fundamento de la reflexión teórica de Antoni Marí», apunta, antes de que arranque el evento, Jesús Martínez Clarà, que es amigo del escritor ibicenco desde hace 50 años y que fue su alumno en la Universitat Autònoma de Barcelona. Este crítico de arte y profesor ya retirado es uno de los ponentes que participó en la primera jornada del simposio. Su intervención, explica, «giró en torno a la idea de amistad a través de cuatro referentes: ‘Ombra i llum: variacions sobre un tema romàntic (1977-1978)’, la obra que escribió a cuatro manos con su amigo y poeta Francesc Parcerisas; el ensayo ‘Siete aproximaciones a María Zambrano y un acercamiento’; el poemario ‘Han vingut uns amics’, y ‘Les formes de l’amistat’, que recopila escritos de varios autores sobre Antoni Marí».

De la producción literaria del intelectual ibicenco habló también el jueves Andrés Soria. Este catedrático de Literatura Española de la Universidad de Granada, que esta mañana (la de ayer) asiste como público al evento, resume así su intervención del día anterior: «Antoni Marí ha conseguido combinar y borrar las fronteras entre tres géneros que normalmente se presentan como departamentos cerrados entre sí, la poesía, el ensayo y la narrativa». «Al final todo es una especie de autobiografía interior con un diálogo constante con los escritores europeos. Sus referentes van desde el Renacimiento al siglo XX, pero se centran, en especial, entre la Ilustración y el Romanticismo», añade poco antes del inicio de la jornada de clausura.

Francesc y David Parcerisas, fotografiados por Jesús Martínez Clarà. Vicent Marí

Es la directora del MACE, Elena Ruiz Sastre, la que arranca la conversación retomando el tema de la amistad, lo que da pie a una profunda disertación del doctor y catedrático emérito de Teoría del Arte ibicenco, en la que entrelaza esa idea con reflexiones sobre otras materias, como el Romanticismo alemán. De hecho, inicia su charla relatando el argumento de ‘La afinidades electivas’, una obra de Goethe, padre de este movimiento. «La amistad es algo extraordinario porque por regla general violenta los hábitos de los nuevos amigos y nos permite también descubrir cosas de nosotros mismos. Se parece a la lectura de un libro nuevo, es como leer a Proust», comenta citando a uno de sus referentes literarios. Este tema le sirve para hablar también de su amigo Parcerisas, que un rato después intervendrá en la conversación junto a la activista en defensa de la naturaleza Pucci Vilurbina, que conoció a Marí ya hace medio siglo en la mítica sala Zeleste de Barcelona.

Romanticismo y física cuántica

Cuenta Marí que fue una amiga común, la profesora de filosofía Llanos Lozano, la primera que supo ver que entre ellos dos, con hábitos e intereses comunes, podría surgir una gran amistad, y así fue. El fruto literario de esa «afinidad electiva» fue ‘Ombra i llum: variacions sobre un tema romàntic’. Esta obra le lleva a su vez a hablar de otra, la antología del Romanticismo alemán ‘El entusiasmo y la quietud’. «Pretendía que mis clases fueran las más modernas, es decir, las más críticas con la sociedad actual, por ese me planteé hacer una nueva lectura del Romanticismo», explica. El poeta y comisario de exposiciones Enrique Juncosa le pregunta entonces sobre la vigencia de este movimiento. «Vivimos en un mundo fragmentado. Aquella unidad cósmica en la que todo estaba interrelacionado y todo era armonía ha desaparecido. Nosotros mismos somos fragmentos», responde. «El Romanticismo vuelve sin que lo queramos porque el hombre es audaz y se enfrenta a todos los posibles defectos de la naturaleza humana», añade estableciendo un nexo con la física cuántica.

Luego se suman a la conversación Parcerisas y Vilurbina, que dedican unas palabras elogiosas a Edith Zipperich, la pareja de Marí: «Sin Edith no hay Toni».

Vitrina en el MACE con obras de Antoni Marí Muñoz. Vicent Marí

Parcerisas introduce un nuevo tema: «La invención de la tradición», que sirve también para hablar de la lengua . Tanto el poeta catalán como el autor ibicenco, que son los dos de 1944, dice, son «niños de la posguerra y del franquismo» que han tenido que inventar la tradición porque no la tuvieron. Lo hicieron bebiendo de autores que sus profesores no les enseñaron. Marí reconoce que, por un lado, se siente agradecido con el hecho de que le «escamotearan» toda esta tradición porque fue a buscar lo que le interesaba, pero por otro lado, siente «rabia y rencor» porque se vio obligado a «reconstruirse» a sí mismo para ser la persona que quería ser.

Habla luego de la docencia, «que ahora, posiblemente, es el oficio con más riesgo que hay» y de la poesía, que él entiende «como palabra en el espacio». «Los ibicencos, casi todos, son a su manera poetas porque saben perfectamente que el espacio es corto y estrecho, pero lo compensan con el tiempo y con mucha memoria», dice el escritor, un ibicenco «con memoria de elefante». Esa digresión sobre Ibiza acaba con Parcerisas invitándole a que haga un uc ,y lo hace. Aprendió, dice, de una payesa que trabajaba en la casa de sus padres. Los ucs ocupan parte de la conversación hasta que Vilurbina le propone que hable del camino que ha hecho para encontrar su voz y de sus referentes femeninos, como Zambrano, Rosa Luxemburgo o Emma Goldman. Eso le da pie a Marí para hablar del ibicenco y de lo que lo debe a su tierra: «Mi poesía se parece a las estancias de una casa payesa, donde encuentras silencio y quietud y a la vez un constante movimiento».

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