Tribuna

Antoni Marí bajo el prisma crítico

Imagen de archivo de Antoni Marí.

Imagen de archivo de Antoni Marí. / D.I.

Con lo poquito que salgo de la isla últimamente, y justo coincide con el interesante Simposio que el Museu d’Art Contemporani d’Eivissa (MACE) le dedica estos días a uno de los escritores ibicencos que más me interesan, Antoni Mari: poeta, ensayista y narrador de alto fuste intelectual y reconocido prestigio. Qué mala pata, amigo Toni. Lo siento mucho; pero es que tengo un compromiso ineludible en Barcelona (precisamente, tu ciudad de residencia) que no puedo cambiar de fecha. Una faena del calendario, porque por lo que me han contado los coordinadores del evento, Elena Ruiz (directora del MACE) y Enrique Juncosa (poeta, narrador y gestor cultural de primera), la cosa promete; y no solemos tener por estos pagos iniciativas de esta categoría, que considero más que merecida para el autor de ‘Un viatge d’hivern’. Pero en fin, confío en que podré conocer lo tratado en el encuentro; aunque, claro, no sea lo mismo; sobre todo porque no podré darle un abrazo al protagonista, a quien hace tiempo que no veo. Y asimismo, a otro poeta amigo al que admiro y apreció bastante: Francesc Parcerisas, que también participa en el evento. Buen amigo de Ibiza donde trabajó un tiempo de profesor de literatura. Además, la ocasión sería bien oportuna para tomar unas copas y charlar de lo que se terciara; esos aspectos lúdicos, digamos, que tan bien sientan en los ratos de asueto de este tipo de actos, que conllevan reflexiones, análisis y miradas críticas en los que las neuronas tienen que dar la talla.

Foto de archivo del escritor Antoni Marí.

Foto de archivo del escritor Antoni Marí. / Moisés Copa

Como en el Simposio del MACE se analizará a fondo la obra y la figura intelectual de Toni Mari, no voy a meterme en ese jardín crítico; para el que no estoy muy preparado. Uno no ha tenido nunca talante académico a la hora de valorar un trabajo literario, sino que me he dejado llevar por impresiones al paso que dependían de esos factores circunstanciales que condicionan la lectura de los libros que me interesan. No sé, desde el estado anímico, la salud, el clima, las prisas, la tranquilidad o no... Es decir, que aunque me precie de ser un lletraferit, lo soy de una manera más bien ácrata y despistada. Algo que, por otra parte, se corresponde con el estilo de vida que uno ha seguido, y sigue, desde que vive en esta singular isla mediterránea; toda una vida ya. Porque te pones a vivir con cierta intensidad, como corresponde en un lugar tan movidito de estímulos, y casi no notas el paso del tiempo hasta que un día te paras, curioso, ante el espejo y no reconoces al señor ese tan mayor que te devuelve la mirada; el muy traidor, ay.

Pero sí apuntaré alguna valoración personal de mis lecturas de la obra de Marí. Por ejemplo: entro más fácilmente y con mayor deleite en su obra narrativa que en su poesía. Cuando debería ser acaso al revés, dada mi condición de poeta. Pero es que la lírica es algo que me impone más respeto que la narrativa, por lo que tiene de exigencia conceptual y lingüística. Razón por la cual su lectura me la tomo con más atención. Como si para mí fueran más bien libros de texto que otra cosa, porque tengo que leerlos despacio y, a menudo, con la ayuda del diccionario, pues mi conocimiento del catalán no es aún (ay, la pereza) todo lo suficiente como debiera. Así, buscando en mi biblioteca personal encuentro tres poemarios suyos: ‘Preludi’ (1979), ‘Un viatge d’hivern’ (1989) y ‘El desert’ (1997). Alguno de ellos dedicado, aprovechando su presentación en Eivissa. Obras que, como suelo hacer en poesía, he releído y subrayado. Me gusta que mis libros de poema de autores próximos estén vivos y señalados por el paso del tiempo con algún apunte que interpele al autor o a uno mismo por culpa de algún verso que me afecte o impresione directamente.

En cambio, me tomo las obras narrativas de Antoni Marí con más tranquilidad y ligereza, digamos. Porque cuentan una historia en un lenguaje accesible, mayormente, que no me supone apenas esfuerzo de comprensión y sigo con placer y provecho. Obra narrativa de la que tengo ‘El vas de plata’ (1992), ‘El camí de Vincennes’ (1995) y ‘Han vingut uns amics’ (2010). Algunas de ellas de carácter más bien autobiográfico, por lo que su lectura me la he tomado, en general, con cierta complicidad dado mi conocimiento, en ocasiones, de algunas de las circunstancias personales que cuenta el libro en cuestión. Como fue el caso de la última, ‘Han vingut uns amics’, que me gustó especialmente y así se lo dije a Toni en la entrevista que le hice cuando apareció el libro; pues aún era uno periodista activo y siempre me resultó bien placentero y estimulante charlar con él; aunque a menudo no pudiera utilizar todo el material grabado, pues mi curiosidad y mi interés me llevaba a menudo por los cerros de Úbeda, olvidando que un periódico no suele dar mucho espacio para las noticias culturales. Depende, claro, de los días y del espacio disponible que a uno le conceda el redactor jefe. Pues ya sabemos, dicho con cierta ironía, que el periodismo es también un arte que alarga o encoge las noticias, los reportajes, las crónicas o los artículos en función de factores varios más o menos ajenos a la cosa en sí, como la publicidad o la política.

Otro aspecto interesante de las obras de nuestro autor ibicenco son sus ensayos, de un nivel intelectual notable, en los que reluce a un nivel de exigencia profesional llamativo su condición de catedrático de Teoría del Arte. Y que siempre leía (con interés indudable) como si estuviera asistiendo a una clases magistral del ilustrado autor. No doy títulos porque, ahora que me fijo, los ejemplares ensayísticos los compraba para la biblioteca de Can Ventosa. Así los interesados pueden encontrarlos a su disposición cuando les apetezca. En fin, que ya me estoy enrollando más de la cuenta; y la intención de este escrito era sólo celebrar ese encuentro de dos días en el museo de arte contemporáneo de Dalt Vila a modo de homenaje, tan merecido, al ibicenco Toni Marí. Larga vida y salud, querido amigo.

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