Todo comenzó con un relato que Antoni Marí escribió para El País un verano. Ese fue el germen de la primera obra narrativa del autor ibicenco, 'El vas de plata i altres obres de misericòrdia', libro que Tusquets ha vuelto a reeditar en catalán introduciendo ligeras variaciones, además de un epílogo del filólogo y profesor de la Universitat de Girona August Rafanell. Esta novela fue galardonada con el premio Ciutat de Barcelona y el Crítica Serra d'Or en 1992 y ha sido publicada a lo largo de los años en español, francés, italiano, gallego, portugués y alemán.

¿Qué ha sentido al releer 'El vas de plata' ?

He sentido una alegría infinita, porque con estos años pasados la distancia crítica se agudiza y pensé que con mi gusto actual habría aspectos que no me interesarían o no me gustarían. En cambio, me encontré algo muy gratificante, que es la precisión de la lengua y la voluntad de que el lenguaje fuera asequible pero que no fuera vulgar, que fuera moderno pero no coyuntural, que fuera elegante pero sincero y que satisficiera la imaginación literaria del mayor número de lectores posibles.

Es su primera obra narrativa, ¿le costó mucho contener su lado poético?

Sí, porque la narración va dando cuenta de la evolución del movimiento de los personajes, de sus pensamientos , de sus actividades y esto fue algo nuevo para mí. La poesía es más elíptica, y para mí es más indeterminada y, en cambio, aquí has de poner el color local, la descripción exacta del movimiento de los protagonistas, sus reflexiones, su pensamiento y su movimiento. Fue realmente la culminación de un aprendizaje

¿Cómo nació 'El vas de plata'?

El periódico El País me pidió que escribiera un cuento de cuatro páginas y media que iba a publicar en agosto. Dije que sí inmediatamente sin tener en cuenta las dificultades que tendría. Se publicó y los amigos me lo comentaron. Yo no había pensado en absoluto en dedicarme a la narrativa, pero tampoco iba a defraudarles y les dije que estaba escribiendo un libro de cuentos. El relato que publiqué en El País se tituló 'Visitar a los enfermos'. Mi hermano Joan me dijo que ya tenía el libro hecho si lo completaba con el resto de obras de misericordia. Me puse a ello y tuvo un éxito extraordinario que me dio una satisfacción memorable.

Su madre también tuvo algo que ver.

Mi madre me decía: «Hijo mío, escribes unas cosas que no entiendo. Podrías escribir, en lugar de filosofía, algo que me gustara a mí». Así que cuando tuve terminada la obra se la dediqué a ella. Mi madre se acordaba de muchas de las cosas que narraba en sus páginas. Nunca he visto a una persona tan feliz como a ella cuando leía 'El vas de plata'.

¿Los catorce capítulos que componen la obra están inspirados en sus propias vivencias de juventud?

Bastante. El protagonista no soy yo, pero estoy presente constantemente en las narraciones. Son recuerdos míos y de otras personas, ideas e imágenes de cosas que me han contado y que plasmo en el libro. El conjunto hace que la obra, que reconstruye la formación moral de un adolescente, tenga un tono confidencial. Es un libro que parece que está escrito en voz baja.

¿Cómo se imagina al protagonista, Miquel, hoy en día?

Me lo imagino como una persona con espíritu crítico respecto a lo que le ha tocado vivir, reflexiva, que atiende a las exigencias del momento en que vive. También con bastante sentido del humor, que le permite reírse de sí mismo. Es un poco lo que pasa en el libro, hay siempre un punto de humor negro, que a la vez lleva a la sonrisa y al reconocimiento de lo que pasa.

¿Cree que los adolescentes actuales se pueden sentir identificados con él?

Sí, totalmente. Es algo que he podido comprobar en los hijos de amigos míos con la nueva edición. Me han escrito y me han comentado que se sienten muy próximos al tono general del libro y a las peripecias de sus personajes. Creo que son unas vivencias comunes a todos los adolescentes inteligentes y traviesos.

¿Añora aquellos tiempos de juventud que retrata en 'El vas de plata' ?

No soy una persona nostálgica. Naturalmente veo las cosas con mucho sentimiento, pero no echo de menos el tiempo pasado, no pienso que fuera mejor.

Es catedrático de Teoría del Arte en la Pompeu Fabra, donde imparte clases de máster. ¿Está trabajando también en algún proyecto literario?

Acabo de entregar a la editorial Tusquets una edición crítica de un libro de Josep Vicenç Foix, que se titula 'Catalans de 1918'. Pensé que sería divertido reeditarlo 100 años después. En marzo saldrá. Además, estoy dando los últimos toques a un libro de narraciones cortas. La novela la encuentro muy pesada de escribir.

¿Qué papel juega Ibizaen su obra?

En la isla he aprendido a entender el mundo, mi referencia es la isla. No puedo dejar de tenerla presente tanto en la memoria como en la realidad. Es algo que me conforma. Ser isleño da un carácter muy determinado. Como el espacio de Ibizaes pequeño el tiempo se agranda. Por eso los ibicencos tenemos tanta memoria, para compensar la estrechez territorial.