Cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio

Recuerdos de Semana Santa de una de las cofrades más veteranas de Ibiza

Con 91 años Pepita Marí Torres es cofrade de honor desde el año pasado y la integrante con más edad de la Cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio, la hermandad más antigua de la isla de Ibiza

Pepita Marí Torres, cofrade de honor de la Cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio.

Maite Alvite

Maite Alvite

Maite Alvite

Lo primero que hace siempre Pepita Marí Torres al entrar por la puerta de la iglesia de Santo Domingo es visitar la capilla del Santísimo Cristo del Cementerio y ponerle una vela. Hoy (por ayer), que celebra por partida doble su santo y su cumpleaños, no hace una excepción. Con 91 años recién estrenados, esta ibicenca, que nació y ha residido siempre en Dalt Vila, puede presumir de ser la integrante más veterana de la cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio, la más antigua de Ibiza, que el año pasado la nombró cofrade de honor, junto a Esperanza Roig Planells y Juan Manuel Pérez Barquero.

Comentan ella y la presidenta de la hermandad, María Nieves Jiménez Bonet, que el acto de nombramiento, previsto en pleno Novenario, se tuvo que retrasar en su caso unos días porque Pepita estuvo ingresada en el Hospital Can Misses por una neumonía.

La cofrade explica que el obispo de Ibiza, Vicent Ribas, le hizo entrega en aquel evento de un cuadro con la imagen del titular de su hermandad. Lo tiene colgado en su habitación. El rostro que reproduce la obra, detalla Jiménez, no es el de la talla que ahora está en la iglesia de Santo Domingo, si no el de la primera que tuvo la cofradía. «Aquella la quemaron en 1936, durante la Guerra Civil, y los restos los tiraron por el acantilado», cuenta.

Recuerdos de Semana Santa de una de las cofrades más veteranas de Ibiza  | MARCELO SASTRE

Pepita Marí enciende una vela en la capilla del Santísimo Cristo del Cementerio. / Marcelo Sastre

Pepita, que nació en 1933, «en la calle Conquista», solo guarda en su memoria la imagen del actual Cristo del Cementerio, que data de 1938 y que conserva la corona del primero. «Soy devota de él de toda la vida», dice, aunque no recuerda cuándo entró a formar parte de la cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio.

En su sede, apunta, hizo la Primera Comunión. Para entonces ya había perdido a su padre en la Guerra Civil y se había trasladado a vivir con sus tíos, sus abuelos, su hermano y su madre a la calle Santa Faz, donde todavía reside.

Desde pequeña siempre fue a misa a la iglesia de Santo Domingo. «Me iba a confesar cada semana y en cada ocasión le decía al párroco lo mismo, que había dicho mentiras y alguna mala palabra», reconoce con una sonrisa pilla. A medida que fue creciendo, fue alternando este templo con el de Sant Elm y el de Santa Cruz, porque sus amigas vívían en la Marina y les resultaba más cómodo ir allí que subir hasta Dalt Vila.

También habla de cómo era la Semana Santa en Ibiza en sus tiempos de niñez y juventud, «muy diferente a la de ahora». «En aquella época los oficios se hacían por la mañana y por la tarde la gente, muy elegante, se iba a ver las casas santas que se montaban en las iglesias el Jueves Santo», detalla.

Recuerdos de Semana Santa de una de las cofrades más veteranas de Ibiza

Pepita Marí posa con la cruz de su cofradía. / Marcelo Sastre

Entonces le viene a la memoria una anécdota que le contaba su madre de una vecina, «que en señal de respeto, desde el Jueves Santo por la noche al Viernes Santo por la mañana ni se peinaba, ni barría ni encendía el fuego».

Afirma, sin asomo de duda, que la primera vez que se hizo la procesión del Santo Entierro en Ibiza fue en 1944. «Ahora hay muchas imágenes, pero entonces solo salían las del Cristo Yacente y la Dolorosa y quizás la del Santísimo Cristo del Cementerio, pero no lo recuerdo» comenta la cofrade, que también guarda en la retina la imagen de dos caballos que iban a la cabeza de la comitiva y que a su hermano pequeño le daban miedo.

Viernes Santo

Como ahora, la procesión del Santo Entierro salía por la tarde-noche desde la catedral aunque el recorrido no era exactamente el mismo y, además, «daba la vuelta por el paseo de Vara de Rey».

También recuerda cómo repicaban por la mañana las campanas de todas las parroquias el Sábado de Gloria y que su abuela les decía a ella y a su hermano: «Lavaos la cara que se os hará la vista clara».

Se refiere, además, a los Novenarios del Santísimo Cristo del Cementerio, que desde hace veinte años se celebran en Cuaresma, pero que antes «se hacían en octubre». «Se llenaba tanto la iglesia que la gente se tenía que sentar en los escalones», rememora.

Cuando le preguntan si prefiere la Semana Santa de ahora o la de sus tiempos mozos, afirma que ambas le gustan.

Aunque ella durante unos años no pudo ir a los oficios del Jueves y el Viernes Santo, porque eran por la mañana y ella trabajaba a esas horas («en la pastelería Ca na Tura, en la Marina»), no ha faltado, salvo a excepciones, a la cita con la procesión del Santo Entierro. Eso sí, nunca ha ido de penitente, solo como espectadora, contemplándola desde Dalt Vila o la Marina.

Hay una anécdota que ilustra muy bien lo devota que es Pepita Marí del Santísimo Cristo del Cementerio y el aprecio que le tiene la hermandad a esta cofrade. Ocurrió en 2022, año en el que se retomaron las procesiones de Semana Santa en Ibiza. Ella, por entonces, apenas podía andar debido a una lesión en la pierna izquierda de la que le operaron posteriormente y, como no podía ir a ver la estación de penitencia de su cofradía, el Lunes Santo, la procesión desvió ligeramente su ruta a propósito para visitar la casa de Pepita y que ella pudiera ver y tocar la imagen. «Fue como un sueño, no me podía creer que el Santo Cristo estuviera allí», recuerda con emoción.

A pesar de que ahora se maneja con bastón y no puede salir de casa si no es con acompañante, sigue participando en los eventos de la cofradía y visitando con asiduidad la parroquia de San Pedro Apóstol (es Convent), que es casi su segunda casa. «Voy a misa normalmente martes, jueves y sábado y al Novenario de este año he ido todos los días, excepto dos, uno porque llovía y el otro porque no encontré quien me acompañara», explica.

Tampoco piensa perderse la procesión del Santo Entierro el próximo 29 de marzo. La presidenta de la cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio explica que, como el año pasado, le pondrán una silla a la entrada de la iglesia de Santo Domingo para que la pueda contemplar cómodamente.

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