Aurora, las manos que cosen el faldón del Cristo Resucitado

Este año está preparando un nuevo faldón para el Resucitado

Aurora, en la iglesia de Santa Cruz

Aurora, en la iglesia de Santa Cruz / Vicent Marí

Estela Torres

Estela Torres

En las últimas tres semanas, los lunes, miércoles y viernes Aurora, modista de 71 años, confecciona en Santa Cruz, desde la puesta de sol hasta las diez de la noche, diferentes piezas de cara a la Semana Santa. Son, en concreto, para la cofradía Nuestro Padre Jesús Cautivo, de la que forma parte: «Hago también capas, túnicas y todo lo que es del Cautivo», indica. Prefiere que se la mencione solo con su nombre, sin apellidos, porque no es la única que trabaja en ello: «Hay más personas implicadas, que ayudan y están consiguiendo que el paso salga bien y todo esté listo. Hay colaboración aunque sea para poner alfileres», señala.

Aurora siempre ha cosido: «Además de que es mi profesión, es que me gusta», admite con alegría. Ha cosido prendas para sí misma, para su madre y para sus hijos, a quienes confeccionó los trajes de la primera comunión. En su momento, llegó a coser mascarillas en pandemia para la tercera edad y a formar parte de un taller de moda Adlib.

En los últimos años, ha vivido entre Ibiza y Barcelona. A la Ciudad Condal llegó con 14 años desde Rute, Córdoba, su ciudad de origen, donde la Semana Santa «se vive de otra manera». Aquí aterrizó en 1979 y empezó a trabajar en la Semana Santa antes de formar parte de la cofradía del Cautivo.

Terciopelo dorado llegado desde Sevilla

Uno de los elementos más complicados en los que Aurora está trabajando es el faldón que colgará en unos días del paso de la imagen del Resucitado. Este año se está preparando de cero porque el paso es más grande. Como el faldón es nuevo, la tela viene desde Sevilla y es de terciopelo dorado, con un dibujo de unas hojas o espigas que parece brocado y «provoca un efecto muy bonito a la luz», comenta Aurora. Se podrá apreciar bien el Domingo de Resurrección por la mañana, cuando sale la imagen del Resucitado.

El faldón tendrá una longitud de un metro setenta: «Para que tape todo», justifica. Y es que debajo irán entre 15 y 20 costaleros. En cambio, para los frontales y laterales del faldón se trabaja con medidas de dos y cuatro metros de ancho, respectivamente. En esta tela es imprescindible que haya ventanas para que los costaleros puedan respirar y el aire se mueva. El faldón con el que trabaja Aurora contará con tres ventanas delante y tres ventanas detrás. Estos respiraderos están hechos con una especie de rejilla, tipo tela de mosquitera, también en color dorado. Las ha preparado una mujer que hace bordados y Aurora las colocará, incluyendo algunos adornos cosidos a mano.

Cuando esté todo listo, se añadirá una especie de velcro que unirá el faldón a la imagen del Resucitado, y se revisarán las esquinas, que irán con enganches y elementos para que no se vea a los costaleros cuando salgan de la iglesia de rodillas.

Costura a contrarreloj

Para poder trabajar con tiempo (y calma) el faldón, lo ideal para Aurora sería disponer de entre un mes y un mes y medio para prepararlo, pero ahora trabaja a contrarreloj para que esté listo: «Para mí supone mucha ilusión crear el faldón para el paso del misterio», asegura. Admite que «algo tiene que moverte para participar» y sobre todo que hay que tener ilusión: «Lo haces por Él y nada más», sentencia.

Al preguntarle por el elemento más importante de su taller, responde entre risas: «Hombre, el hilo, la aguja y la idea». Esta última, la idea, se la transmiten y es cuando ella dice: «Así sí o así no», gracias a los conocimientos que le ha proporcionado su experiencia y pasión por la costura. «Cuando veo una tela, ya la veo confeccionada», afirma.

En su familia, ella es la primera que se dedica a trabajar entre hilos y agujas, pero su madre siempre le inculcó el amor por la costura. Ahora, su nieta de tres años la ayuda algunas veces y le pide: «Abuela, yo quiero una falda para bailar». Y la abuela, feliz.

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