Movilización en Ibiza

Acto multitudinario en el Club Náutico Ibiza contra “los especuladores sinvergüenzas”

“El Club es una institución arraigada y muy anclada en la sociedad y en la ciudad. Autoridades, no la hundan, no la dejen morir”, clama el arquitecto Elías Torres en su manifiesto

Acto multitudinario para pedir que se mantenga la concesión del Club Náutico Ibiza

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Cientos de personas se han congregado esta tarde en el Club Náutico Ibiza para reivindicar el derecho de esta entidad a mantener la explotación de sus actuales instalaciones. En el acto, el arquitecto ibicenco Elías Torres ha leído un manifiesto en el que ha recordado que esta entidad está en riesgo de perder su identidad y su fin eminentemente social e integrador en la sociedad pitiusa.

El texto de Elías Torres mantiene el mismo espíritu reivindicativo del que en 2022 leyó Felip Cirer, historiador y responsable de la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera. Torres comenzó con una cita del poeta T. S. Eliot: “La cultura es la manera de vivir en comunidad de un grupo social heterogéneo”. La de Ibiza, indica, procede “de un mundo ancestral de escaseces compartidas”, si bien “hoy en día la especulación, el consumismo, la arrogancia y la exhibición han hecho casi desaparecer aquella forma de vida. Incluso las antiguas tradiciones se han convertido en escenografías sin alma”. En tono pesimista, el arquitecto considera que de aquella cultura “queda algún testigo, y el más visible y significativo es el Club Náutico de Ibiza”. Eso sí, “de si es posible que, con el tiempo, surja una nueva sociedad como la que hizo instituir este Club, no se tienen señales que ofrezcan optimismo”. Al contrario.

"Especuladores"

El Club Náutico, asegura, “todavía late, está vivo y sigue manteniendo encendida la llama de las relaciones sociales abiertas a todo el mundo. Ahora es visto como un pequeño trozo de tierra deseado por especuladores sinvergüenzas que no entienden ni estiman el papel y el significado de este Club y de lo que representa por la identidad de la sociedad ibicenca”.

Torres hizo, además, un breve repaso de la historia de la entidad, desde que la isla “aceptó con naturalidad la solitaria incrustación del pequeño Club Náutico en 1925 con el nuevo astillero”, hasta los años 60, cuando “empezó la ocupación desordenada, remendada y destructiva de aquellas aguas tan tranquilas. Y así sigue… como también sigue en la isla”.

“El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible -indicó Elías Torres-, del cual depende Puertos del Estado, ha adquirido esta nueva denominación, que está adaptada a los tiempos de corrección que corren. El Club Náutico tiene también como bandera, desde su origen, valores de sostenibilidad públicos. Valores que se han ido adaptando a las necesidades sociales de los nuevos tiempos para relacionarse con el mar, sirviéndose de ella con el máximo respeto”.

La alternativa a la continuidad del Club Náutico, advierte el arquitecto, “parece encaminada a quedar en manos del muy lucrativo negocio de aparcamiento de barcos de lujo y posibles restaurantes afines”

Los socios del Club representan, según Torres, “cuatro generaciones de ciudadanos que han ido transmitiendo y enseñando experiencias, con el sentimiento de pertenecer a una sociedad que simboliza valores muy diferentes a los de las poderosas marinas vecinas que invaden el puerto ibicenco”. La alternativa a la continuidad del Club Náutico, advierte el arquitecto, “parece encaminada a quedar en manos del muy lucrativo negocio de aparcamiento de barcos de lujo y posibles restaurantes afines”.

Torres instó a las Administraciones a luchar por esta entidad social: “No es solo ‘salvemos el Club’. También es “autoridades, salven ustedes el Club’, una institución arraigada y muy anclada en la sociedad y en la ciudad. No la hundan, no la dejen morir”. Cree que si el Club Náutico desaparece, “quedará liquidada definitivamente una manera de vivir y de ser de los ciudadanos de Ibiza”.

"La última trinchera"

“Los que hoy estamos aquí somos el testimonio de que no queremos que, con la asfixia del Club, se borre del todo el que queda de una cultura que queremos seguir transmitiendo a las futuras generaciones”, ha concluido Torres, cuyo manifiesto tiene muchos puntos en común con el que leyó Felip Cirer en 2022. El historiador dijo entonces que el Club Náutico Ibiza se encontraba “en peligro de desaparición a causa de un mercantilismo mal entendido que únicamente mira la parte monetaria y que olvida totalmente la labor deportiva cultural y social que desarrolla, y los valores de convivencia que ha procurado inculcar a lo largo de su trayectoria”. El Club, insistió entonces, es “la última trinchera que nos queda a los que estimamos los valores tradicionales ibicencos y esta entidad se ve gravemente amenazada en un afán de conseguir nuevos cánones para la Autoridad Portuaria de Balears”.

“Los que hoy estamos aquí somos el testimonio de que no queremos que, con la asfixia del Club, se borre del todo el que queda de una cultura que queremos seguir transmitiendo a las futuras generaciones”

«Nos lo ponen muy complicado», dijo en su discurso Vicent Canals, director de la entidad, cuando trató de resumir la actual situación: «¿Ven ese muelle de ribera? Normalmente está lleno de barcos. Los hemos tenido que sacar de allí porque no podemos asegurar su integridad desde hace dos años. Nos ponen en riesgo [desde la Autoridad Portuaria] día a día. Y no contestan a ningún recurso». En Palma, asegura, Ports no les hace ni caso: «Lo que les decimos les entra por un lado y les sale por otro (…) Se supone que es una Administración responsable y competente, pero es el kiosco de la Bernarda». En realidad, esa expresión no lleva la palabra kiosco, pero todos entendieron lo que quería decir. Canals reiteró, como otros después, que el competidor del Club Náutico en el concurso poco tiene de social. Y dio datos: multiplican por cuatro el precio de los amarres (los 6.000 euros que piden los ibicencos se convierten en casi 25.000 en la propuesta de 12 Millas para el mismo tipo de barco) y por cuatro el precio de la comida en el restaurante. Cree que con esas tarifas «se echa a la calle» a los socios y clientes habituales, los de toda la vida: «Que el valor de los corsarios nos dé fuerzas para defender nuestras costas» contra la nueva hornada de piratas, concluyó. «El Club Náutico son sus regatistas y sus socios. ¿Cuántos regatistas tiene 12 Millas?», preguntó retóricamente y acto seguido Sebastián Vidal, responsable deportivo del Club: ninguno. 

«Se supone que la APB es una Administración responsable y competente, pero es el kiosco de la Bernarda»

La entidad recibió el apoyo presencial de los responsables de otros clubes náuticos, como el vicepresidente de la Federación Balear de Vela, el presidente del Real Club Náutico de Palma, el presidente del Club Náutic de Maó, el presidente de la Asociación de Clubes Náuticos de España y el presidente de la Asociación de Clubes Náuticos de Balears. Este último, Antoni Estades, recordó que estas entidades además de haber «sobrevivido a todas las épocas», han sido «beneficiosas para la sociedad, para los residentes, para los deportistas e incluso para la Administración, pues son polideportivos del mar que han tenido un coste cero para las instituciones locales».

«Sin clubes náuticos no habrá regatistas»

Igual que Vidal, el vicepresidente de la Federación Balear de Vela, Antoni Nadal, también presente, advirtió de que «sin clubes náuticos no habrá regatistas». A su juicio, «si todo se convierte en un negocio, desaparece este modelo», el de los clubes. Nadal dejó caer que este problema sólo lo está ocasionando la APB en España.

«El actual concurso no es social ni deportivo», alegó Damià Verdera, comodoro del club, para quien su contrincante ha visto en Eivissa «una mina de oro y diamantes que quiere explotar».

Al acto asistieron el presidente del Consell, Vicent Marí; la diputada socialista en el Congreso Milena Herrera; el actual alcalde de Eivissa, Rafael Triguero, y los exalcaldes de Vila Xico Tarrés y Enrique Fajarnés

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